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Invertir en formación: un bien para la empresa y para cada colaborador

Artículo de opinión

  • 28/02/2018

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Sonia Palou, Responsable del área de Empresa de la Escuela Universitaria de Comercio y Retail ESCODI (Terrassa)
En un mundo en evolución, la formación continua se hace indispensable para adaptarnos a un entorno cambiante. En el ámbito empresarial, la formación representa un eje fundamental para la mejora de los resultados, y un elemento motivador para las personas que forman parte de las organizaciones. Para el comercio y el retail, la formación se hace aún más indispensable, ya que se trata de un sector en constante movimiento, y éste debe evolucionar a la misma velocidad que lo hace el cliente y su forma de comportarse y consumir. Sólo hay que recordar cómo comprábamos hace unos años, y cómo lo hacemos ahora gracias al móvil, a través de Internet o hasta por WhatsApp.
 
El objetivo: desarrollar talento en la empresa y confianza en uno mismo

Antes de diseñar un curso, debemos asegurarnos que la formación resulte de interés tanto para trabajadores como para empresarios: será importante que ésta sirva para mejorar resultados de la empresa y permita mejorar la sensación de confortabilidad del trabajador para con su empresa. Una empresa con talento es capaz de mejorar sus resultados. Y un profesional seguro de sus capacidades y habilidades es más feliz en el trabajo. Y, seguramente, rinde más.
 
Hay cursos que no se llenan

Pero, ¿por qué las organizaciones ofrecen a veces cursos a los que nadie quiere asistir? Al igual que en el comercio, la clave es poner el foco en el cliente. Cuando uno diseña una formación, debe centrarse en las necesidades de los alumnos, ofrecerles una solución, y mantener una buena comunicación.

Por lo tanto, una formación exitosa será aquélla que tenga en cuenta quién va asistir:
- qué necesidades tiene,
- qué lenguaje utiliza y
- cómo podemos llegar a estas personas.

Sólo de esta manera los profesionales que impartan la formación podrán conectar con su público, los alumnos, de forma que les aporte y les sea útil, tanto a nivel profesional como vital.
 
¿Qué valora el alumno de un curso?

Los más de 26.000 alumnos formados en ESCODI, la Escuela Universitaria de Comercio y Retail, han rellenado cuestionarios de valoración al finalizar su formación. Más de un 97% recomendaría realizar el curso a otros profesionales de su compañía, y se muestran contentos y agradecidos a su empresa por haberles dado la oportunidad de formarse. Han reforzado su vinculación con la empresa y cohesionado equipos más comprometidos.

¿Cómo lo hemos logrado? Mediante el diseño de los cursos. Son formaciones con:

- contenidos de aplicación inmediata al día a día laboral (y en ocasiones también personal).
- momentos para compartir experiencias con otras personas que aportan otras visiones.
- una variedad temática y novedosa.
- un profesorado experto e inmerso en la realidad del sector.
- una voluntad de ayudar a adquirir más seguridad a los participantes para ejercer sus propias funciones.
 
Alinear formación y valores de empresa

La formación es también una oportunidad para fomentar la cultura de la empresa. Toda formación debe transpirar los valores y la misión de la organización que la promociona. Sólo así, los alumnos, colaboradores de la empresa, desarrollarán mejor su identificación con la organización, reforzarán sus valores y se desarrollará su motivación para colaborar en la misión compartida.
 
No sólo competencias, también actitudes

Es básico, la formación debe desarrollar el talento de cada persona. Ofrecer la posibilidad de ampliar los conocimientos y las habilidades para asumir nuevos retos. Pero no hay que olvidar el desarrollo de las actitudes. Sin una actitud correcta, no hay conocimiento ni habilidad que ayude a avanzar. Las actitudes se pueden trabajar, fomentar y cambiar. Y esto también se aprende. Toda formación debe tener en cuenta ofrecer la posibilidad de desarrollar las tres facetas: conocimiento, habilidad y actitud.
 
Un trabajador contento rinde más

La formación bien planteada, diseñada e impartida genera alumnos, trabajadores de la organización, felices. La felicidad facilita las cosas. Se afrontan los retos de manera más eficaz, por lo que se es más productivo. Este estado es crucial en empresas que desean aumentar la productividad, y es imprescindible para las organizaciones en contacto directo con el cliente, como los servicios o el retail. El vendedor de una tienda o el recepcionista de un hotel son, a menudo, el trabajador -feliz o no- que se convierte en el primer y único punto de contacto que tiene un cliente con la organización.
 
Determinar indicadores para evaluar la formación

Desde la experiencia de ESCODI, de un año para otro, un alto porcentaje de las empresas que han realizado formación reinvierten de nuevo. Gracias a establecer indicadores para analizar el efecto de la formación, las empresas son capaces de valorar la inversión de su dinero y del tiempo de sus colaboradores en las empresas. Son índices de satisfacción que se deben controlar antes y después de realizar la formación. Y pueden ser:

- el rendimiento de los trabajadores,
- los nuevos conocimientos adquiridos,
- la satisfacción de los participantes,
- el cambio de actitud de los participantes en los puestos de trabajo.
 
Así pues, la formación debe entenderse como una inversión. Momentos dedicados a la no productividad momentánea que rendirán en un futuro próximo a favor de la empresa, y del trabajador. 
 
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