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La ética y honestidad de los funcionarios públicos

Artículo de opinión

  • 28/09/2017

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Marta Jáñez, Responsable de Marketing online de Abalar (Madrid)
La necesidad de un puesto estable, la tranquilidad que supone un trabajo duradero hasta la jubilación, la estabilidad económica, la posibilidad de promoción interna… Muchos y variados son los motivos que llevan a los opositores a presentarse a una convocatoria después de prepararse el temario durante meses, o incluso años.

Los funcionarios deben cumplir requisitos diferentes en función de la oposición a la que se vayan a presentar; sin embargo, tienen en común algunos conocimientos, habilidades y actitudes. Conocer la Constitución y demás leyes y reglamentos, ser habilidosos y organizados con las tareas a desempeñar, mantener una actitud receptiva y empática… Todo ello junto a una mentalidad abierta, altruista y atenta, pues es un trabajo dedicado al Estado o a las Comunidades Autónomas, por y para el bien de todos los ciudadanos. Son valores esenciales de la función pública. Asimismo, es importante que el funcionario público trabaje basándose en la responsabilidad y la disciplina, estableciendo unas prioridades y organizaciones para conseguir ayudar a la ciudadanía. Estos valores ya habrán sido adquiridos durante la preparación de la oposición, pues para ello se necesita todo lo anterior sumado a una gran constancia.

Las oposiciones que existen en nuestro país son muy variadas y existe un gran abanico de posibilidades a la hora de elegir a cuál presentarse. Muchas veces son los requisitos los que imponen un filtro en nuestra elección, pues algunas oposiciones exigen cierto nivel formativo para presentarse. Éste es el caso, por ejemplo, de la escala ejecutiva de la Policía Nacional, que requiere tener una titulación universitaria para presentarse a la oposición. Además de ser español, tener una estatura mínima de 1,65m para los hombres y de 1,60m para las mujeres.
En otras ocasiones, sólo es necesario tener la ESO; éste es el mínimo exigible. A día de hoy no existen oposiciones sin este requisito, incluso se está barajando la posibilidad de aumentarlo al nivel de Bachillerato.

Por tanto, atendiendo al nivel formativo exigible en una oposición se podrían diferenciar a grandes rasgos tres grupos: en los primeros es necesario tener la ESO, seguidos de los que requieren Bachillerato o estudios de similar grado y, finalmente, los que requieren titulación universitaria.

Puede pensarse que existen diferencias entre el nivel formativo y las tareas a desempeñar una vez se trabaje como funcionario público. Sin embargo, esto no es del todo cierto, principalmente depende de la oposición elegida. Aunque sí es incuestionable que las oposiciones en las que se exige titulación universitaria se suele acceder a un puesto de mayor grado o responsabilidad, aunque siempre hay excepciones.

Por otra parte, el ámbito geográfico en el que se desarrolla el trabajo puede estar más relacionado con el nivel formativo que se requiere para acceder a ella. Como ejemplo, se ha de mencionar el ámbito europeo; los funcionarios que trabajan fuera de España suelen necesitar estudios superiores y, en ocasiones, experiencia, idiomas y otros requisitos.

Los anteriores son algunos aspectos importantes a la hora de valorar si presentarse a unas oposiciones para trabajar en la función pública.
 
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