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La mejor herramienta para el siglo XXI

Artículo de opinión

  • 15/12/2016

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Elisabeth Busquets Clavell, Desarrolladora de negocio en TBKIDS (Sant Cugat del Vallès, Catalunya)
Hadi Partovi nació y creció en Teherán (Irán) durante una de las etapas más turbulentas de la ciudad: vivió el derrocamiento del Sah, la Revolución Islámica y la guerra con Irak. Cuando tenía diez años, su padre les regaló a él y a su hermano su primer ordenador junto con un manual de programación. En esos tiempos, la familia Partovi pasaba incontables horas en el sótano protegiéndose de los bombardeos de la campaña de Saddam Hussein, y fue durante esos momentos cuando Hadi y su hermano aprendieron a programar y a diseñar sus propios juegos de ordenador. Más tarde, él y su familia emigraron a Estados Unidos, y por ese entonces Partovi había aprendido suficiente programación como para ser aceptado en la Universidad de Harvard, graduarse con un trabajo en Microsoft, y más tarde fundar sus propias compañías tecnológicas y entidad sin ánimo de lucro.

Esta historia es una perfecta ilustración del poder de dar a los niños las herramientas adecuadas cuando están en su mejor edad para aprender. Y lejos de ser un caso único, cualquier líder en la industria tecnológica comparte unos orígenes similares: pasión y curiosidad incansables durante la niñez por la informática, la programación y la robótica. Coinciden en que aprender a programar es una experiencia educativa transformadora, y el propósito de este artículo es adentrarnos en el porqué.
 
1. Pensamiento computacional

Como dijo Steve Jobs, "todo el mundo debería de aprender a programar un ordenador, porque te enseña cómo pensar". Efectivamente, aprender a programar significa aprender a comunicar nuestros pensamientos de una manera lógica y estructurada. Es básicamente el proceso intelectual de decodificar instrucciones paso por paso y de la manera más eficiente posible para que nos pueda entender un ordenador. Además, hay un elemento de abstracción en este proceso que permite al niño utilizar la solución específica de un problema específico en el que haya trabajado a otra situación más generalizada con la que se encuentre. Aprendiendo a programar,  convertimos ideas y pensamientos en pasos que debemos tomar hacia una solución, y eso es un método cognitivo extremadamente valioso.
 
2. Creatividad
 
Los niños son creativos por naturaleza, y aprender a programar potencia esa creatividad. Aprender a programar enseña a pensar out of the box, ya que hay prácticamente infinitas maneras de programar y de solucionar problemas. Además, los niños aprenden cómo funcionan y qué se necesita para crear las apps y programas que tanto les gustan, teniendo así la oportunidad de no ser siempre los consumidores sino que tienen la oportunidad de convertirse ellos mismos en creadores. En un mundo donde la tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas, programar te da la libertad de crear y construir casi cualquier cosa que esté en tu imaginación.
  
3. La mejor herramienta para el futuro

La tecnología, con sus apps, tabletas, smartphones y software se está comiendo el mundo. Eso supone que los niños de la generación actual deberán tener conocimientos en tecnología para poder competir en el mercado de trabajo del futuro. Y no solo si quieren ser ingenieros o informáticos. En el mundo que viene la tecnología dominará la base de la mayoría de profesiones, incluidas aquellas no técnicas. Los expertos coinciden en que aprender a programar y tener conocimientos de tecnología es una de las habilidades más importantes en la economía de hoy en día, y esta tendencia solo va a aumentar hasta llegar a ser algo tan esencial como leer o escribir. Y lo mejor de exponer a los niños a este mundo es que ellos son nativos, ya han nacido en él y, por lo tanto, aprenden rapidísimo. Para ellos, la programación no solo va a ser el lenguaje del futuro, es ya su lenguaje del ahora. Y aquellos quienes puedan entenderlo y usarlo tendrán en sus manos el poder de construir lo que quieran.
 
4. Cambia el mundo

Esta es posiblemente una de las mayores posibilidades que brinda el aprender a programar y ser tecnológicamente competente. Y es que la tecnología nos concierne a todos, concierne a la humanidad. Vivimos en una era en la que expresarnos, tener una idea y verla materializada y compartirla con miles de personas en poco tiempo es posible gracias a la tecnología. Este es un superpoder que nuestros ancestros ni siquiera hubieran podido imaginar, y el cual debemos aprovechar. 

Lejos de quienes ven en todo esto el deseo de formar trabajadores para un mercado y un sistema ya decidido de antemano, somos la primera generación de la historia en la que un solo individuo o un pequeño grupo de jóvenes con un ordenador pueden crear algo nuevo que impactará la vida de millones de personas. Ser tecnológicamente competente abre un mundo de posibilidades y debemos de dar a los niños la oportunidad de poder tomar parte en cambiar la tecnología que está cambiando nuestro mundo. Y es que los programadores de hoy serán los creadores del futuro, y va a parecer que tengan poderes mágicos comparados con los demás –a quienes solo les quedará adoptar un rol pasivo en este cambio-. Porque quienes puedan cambiar la tecnología, podrán cambiar el mundo.
 
¿Y cuál es la mejor manera de enseñar todo esto a nuestros niños?

La mejor manera de aprender es aprender haciendo y aprender creando. En el caso de los niños, más que inundarlos con libros y teoría, creemos que enseñar programación y robótica es mejor cuando se hace jugando. Los niños pueden empezar programando sus propios juegos de ordenador o aprendiendo robótica mientras juegan y programan a su robot para que así este cobre vida independiente, cosa que no podía hacer hasta ahora ningún juguete de su entorno.

Lo fundamental es que los niños no vean la programación y robótica como un deber o una carga pesada, como pasa muchas veces con otras actividades escolares. Debe ser presentado como un juego en el que ellos, individualmente o en grupo, encuentren de manera lógica y creativa una solución a un desafío. El desafío puede ser desde algo más abstracto como conseguir que un robot siga sus órdenes o poder diseñar sus juegos favoritos a dar con una solución específica para un problema concreto de su entorno, por pequeño que este sea. Este planteamiento motiva a los niños porque hay el aliciente de cumplir con el objetivo, pero los pasos a seguir no están pautados ni existe una sola solución. Los niños tienen así la oportunidad de probar tantas combinaciones como deseen para llegar a su meta, escogiendo como válida la que más les guste a ellos. Además, con este planteamiento una vez los niños hayan llegado a su meta siempre van a tener un resultado tangible que mostrar, que es a su vez un añadido más a su motivación.

Hay varias plataformas con las que los niños pueden empezar experimentar. Nuestras favoritas son Scratch –desarrollado por MIT- y Lego Mindstorm para los más pequeños, y Arduino para los que ya están más avanzados. También existen plataformas online para aprender a programar, como CodeAcademy, Code.org –la fundación de Hadi Partovi-, o KhanAcademy; aunque nosotros creemos que la mejor manera es hacerlo en una clase pequeña (ya sea en la escuela o en un centro especializado), con un buen profesor y con otros niños al mismo nivel para fomentar el espíritu de equipo y colaboración en la tecnología.
 
Los niños son nuestro futuro, y nuestro deber como padres y educadores es prepararlos lo mejor posible. Con todas estas herramientas disponibles y fácilmente accesibles, hoy en día no hay excusa para no dar a nuestros niños una de las mejores oportunidades educativas. Bien aprovechada, esta educación no solo les servirá a ellos, sino que será un beneficio para todos.
 
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