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Un cambio educativo de abajo hacia arriba

Artículo de opinión

  • 29/04/2015

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Nacho Parra, CEO de Blue Planet Productions, empresa desarrolladora de la app Blue Planet Tales
Hasta ahora los modelos educativos han sido de arriba abajo. El Ministerio de Educación de cada país establecía los parámetros y las materias de la educación, y los profesores y los padres lo aceptaban (tampoco tenían otra opción).
 
Pero las nuevas tecnologías están poniendo patas arriba los viejos modelos educativos. Los profesores, las asociaciones o las empresas educativas tienen la posibilidad de generar nuevas herramientas y nuevos contenidos que, no solo son mejores que los actuales, sino que además están realizadas por personas a quienes realmente les importa la educación y conocen el valor que tiene.
 
Es un mar lleno de peces que se reproducen continuamente y hay que saber muy bien pescar los mejores ejemplares en cada momento. No es tarea fácil ni para educadores ni para desarrolladores, pero juntos van a crear una nueva vía de educación seguramente mucho más fuerte y adecuada que la que imponen los gobernantes.
 
Porque recordemos que la educación de nuestros niños marcará el futuro de nuestra sociedad y mejorarla es responsabilidad de todos.
 
¿Cómo se determina la utilidad educativa de una app? ¿Qué estrategias nos pueden ayudar a seleccionar las más adecuadas?
 
Hay dos variables fundamentales a la hora de determinar si una App es educativa y realmente va a contribuir a la educación de nuestros hijos.
 
El primer elemento que hay que tener en cuenta es si al niño la aplicación le gusta, le engancha y quiere volver a utilizarla. De nada sirve crear una App que sea educativa al 100%, segura, didáctica, etc. si el niño no muestra interés por ella. Porque entonces volveremos al modelo que ya existe, el de obligarle a usar unos materiales porque nosotros los consideramos interesantes. Tenemos que ir un paso más allá y crear contenidos educativos que los niños amen, que disfruten usándolos.
 
Dice la Universidad de California que los niños aprenden más y mejor cuando disfrutan con lo que hacen (esto es extrapolable a los adultos y a sus trabajos). Así que punto uno: que el niño disfrute con la App y sea él quien quiera utilizarla.
 
El segundo punto a tener en cuenta requiere de más esfuerzo por parte de los profesores o padres, y es saber valorar el tipo de aprendizaje que obtienen, la calidad de éste y la velocidad con la que asimilan los conceptos.
 
Como bien decías, actualmente hay miles de aplicaciones educativas y es complicado, largo y tedioso encontrar las que realmente aportan un valor añadido a la educación.
 
Lo primero que se debe valorar es (1) el tema de la App, qué es lo que enseña. Después (2) la calidad de los contenidos, el adulto debe interactuar con la App  antes que el niño y decidir si ese tipo de educación es la que está buscando. Por último debe (3) supervisar, al menos, el primer contacto del niño con la App para asegurarse que el proceso fluye como debe y el niño avanza (es decir, lo está disfrutando, está aprendiendo y no se desvía o se pierde en cosas superfluas).
  1. No es lo mismo una aplicación de matemáticas, que una para aprender a leer, para aprender idiomas, para aprender colores o valores. ¿En qué quieres que tu hijo dé un paso adelante? La cuestión no es bajarse 20 aplicaciones de todos los campos esperando que el niño se convierta en un erudito por tenerle todo el día usando aplicaciones educativas. Hay que ir poco a poco. Les vamos introduciendo en el mundo digital y les damos herramientas paso a paso a medida que avancen.
  1. Hay Apps con publicidad que a veces no es la más óptima para niños, Apps con enlaces externos, que te permiten interactuar con redes sociales, que te llevan a Youtube, etc. Hay que tener cuidado con esto. Si le das una aplicación para que aprenda un tema concreto los padres y los profesores no quieren que el niño salga de ahí y se vaya a… ¿A dónde va? ¿Qué otras cosas va a hacer cuando la App le lleve a una página en Internet? Tiene que ser un entorno cerrado, seguro y en el que el adulto siempre sepa qué está haciendo el menor, y para ello no queda otra que utilizar la App antes que ellos.
  1. La App aborda un tema de interés, lo desarrolla con calidad y es segura. Pero falta cerciorarse de que el niño va a saber seguir el camino del aprendizaje. Que no se va a quedar solo con las cosas superfluas, que se queda en los juegos, en los dibujos, en las interactividades… Hay que hacer un pequeño seguimiento para estar seguros de que el niño sabe sacarle todo el juego a la App y va a aprender que es el objetivo.
 ¿Has trabajado con apps en el aula? ¿Cuál es tu experiencia?
 
En nuestro caso concreto los colegios empezaron a utilizar la App sin que nosotros se la ofreciéramos. Fueron los propios profesores quienes la descubrieron y quienes decidieron utilizarla en clase.
 
Nuestra App enseña historia y ciencias en forma de cuento. No es un sustitutivo de nada, es un complemento, una forma de introducir a los niños en temas que después van a desarrollar en clase y que les ayuda a ver la historia y las diferentes ciencias con otros ojos, a disfrutar con ellas.
 
De esta forma son los propios niños los que quieren saber más, los que quieren más información y más completa. Son ellos mismos los que están reclamando que se les enseñe más sobre temas que antes rechazaban por falta de interés (en realidad no era falta de interés, era que se lo estábamos enseñando mal).
 
La experiencia con estos niños ha sido, casi con toda seguridad, el mayor espaldarazo para nuestro proyecto. Cuando vimos que a los niños no solo les gustaba la App sino que hablaban de Cristóbal Colón, de los Dinosaurios o de los Egipcios como si fuera lo más normal del mundo y hacían preguntas sobre el tema porque querían saber más, fue cuando comprendimos el verdadero valor de lo que estábamos haciendo.
 
Les damos la semilla, se la plantamos de tal manera que les atraiga y son ellos los que se preocupan de hacerla crecer. No les damos peces, les damos la caña y un par de cebos y cuando nos hemos querido dar cuenta las riveras del rio estaban llenas de niños pescando y cada vez querían sacar peces más grandes y sabrosos.
 
De esta forma los siguientes pasos, lo que viene a ser el estudio real, son mucho más sencillos porque la predisposición que muestran para saber más del tema es mucho mayor. Conseguimos que aprendan porque quieren hacerlo, no porque les decimos que tienen que hacerlo.
 
Solemos escuchar que las tecnologías cambian a gran velocidad, pero lo que realmente está cambiando a un ritmo frenético es la sociedad. Los niños de hoy no son como los niños de ayer. Han cambiado sus gustos y sus necesidades y debemos estar preparados para ofrecerles una educación que les sirva hoy y les ayude mañana. Y este es un reto que nos atañe a todos.
 
La educación no volverá a ser jamás como la de antes. Se acabó aquello de memorizar decenas de folios, de pasar las horas muertas en casa haciendo deberes y sufriendo padres, hijos y profesores por unas notas que estigmatizan y no tienen valor en el mundo real.
 
Es un aviso a navegantes y quien dice navegantes dice gobernantes: El cambio ya ha comenzado, el que quiera que se suba y el que no lo haga jugará en desventaja. Y hay países que no pueden permitirse otra desventaja.
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