La profesión docente está en crisis. Y no sólo nos referimos a una falta de motivación o de formación continua por parte de los profesionales. Las dificultades presupuestarias, los cambios legislativos en materia educativa, la precariedad laboral y el deterioro de su imagen pública son obstáculos a los que el profesorado debe hacer frente en su día a día.Y aún así, no hay nada que sustituya a un buen profesor. Así de tajante se muestra el estudio "The Learning Curve", realizado por The Economist Intelligente Unit y publicado por Pearson, que destaca que el impacto del profesorado va más allá de los resultados educativos y se puede vincular a factores sociales positivos, como la disminución de la tasa de embarazos adolescentes y un mayor interés por el ahorro.
Además, se constata que los países con mejores resultados educativos atraen a los mejores talentos, se preocupan por la formación continua del profesorado y permiten una mayor libertad, como es el caso de Finlandia y Corea del Sur, que tienen un sistema educativo muy distinto pero coinciden en la contratación de profesorado de alta calidad.
Precisamente, la excelencia en la contratación de profesorado es uno de los puntos clave de las jornadas "El profesorado del siglo XXI", que se celebraron recientemente en Logroño. Uno de los temas que se trataron es la necesidad de crear unos criterios más exigentes en la selección de los docentes y en las pruebas de acceso a las facultades de Magisterio. Además, se abogó por instaurar una prueba similar al "MIR" de los médicos para profesorado.
¿Cuáles deberían ser los requisitos para acceder a la profesión docente? ¿Resulta útil el Máster de profesorado? En el monográfico sobre acceso a la profesión docente, los expertos consultados analizan todas estas cuestiones.
Acceder a la profesión docente
Actualmente, si nos fijamos en la formación requerida para ser maestro de Infantil o Primaria, es necesario tener el título de Grado en Educación Infantil o Grado en Educación Primaria o disponer del título de Maestro de cualquiera de las especialidades. Si lo que se busca es trabajar como profesor de ESO, FP o Bachillerato, hay que contar con un título de Grado, Doctor, Licenciado, Ingeniero o Arquitecto y cursar el Máster de Profesor de Secundaria.
En otras ocasiones, se ha debatido sobre la idoneidad de la formación impartida en estas titulaciones universitarias y su adaptabilidad a las necesidades reales del ejercicio de la profesión, por eso, en este monográfico hemos preguntado si son necesarios unos criterios más estrictos para poder cursar, por ejemplo, magisterio.
En este sentido, algunos expertos se muestran críticos con el acceso a estas titulaciones, especialmente si nos comparamos con los requisitos de los países que logran mejores puntuaciones en los informes PISA. Para Miguel Ángel Gallo, Presidente del Consejo Escolar de La Rioja, una de las principales cuestiones a resolver es la vocación de los docentes. Según sus propias palabras, aunque existe un sector de profesionales de la enseñanza que son vocacionales – tanto a niveles de las enseñanzas obligatorias como posteriores – es significativo el grado en que dicha opción docente se ve sólo como un medio de aseguramiento de unos ingresos económicos.
La estrategia para atraer talento hacia la profesión docente y lograr más motivación es compleja. Miguel Ángel Gallo apunta que es necesario "disponer de los suficientes atractivos para que realmente los mejores profesionales, dentro de los aspirantes vocacionales, accedan a la docencia". Por su parte, Mª Carmen Vega Moreno, del Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle, considera que lo ideal sería que el acceso a las Facultades de Educación se regulase de manera específica por las propias facultades, de forma que fueran ellas y sólo ellas las que marcasen los requisitos que deben tener los estudiantes que quieran acceder, priorizando la motivación y el interés en ejercer esta profesión, no como una necesidad de encontrar un trabajo.
¿Y qué pasa con el profesorado en activo? Resulta evidente que los docentes no presentan características homogéneas, ni en cuanto a la motivación y expectativas, ni en formación obtenida, tampoco en las metodologías utilizadas en el aula, ni en su autoconcepto, estilos de enseñanza… a veces, ni siquiera podemos hablar de rasgos comunes entre gestión de centros, la atención a la diversidad, recursos… En este contexto, Ana Iglesias Álvarez, directora pedagógica de Adams, opina que aunque es muy diversa la situación psicológica y material de los docentes, es indispensable revalorizar su estatuto, la sociedad ha de reconocer al maestro y dotarle de la autoridad necesaria y de los adecuados medios de trabajo, para poder atraer hacia esta profesión a personas con una gran vocación por educar.
En cambio, Miguel Ángel Gallo, destaca la importancia de la evaluación: Pero, a diferencia de otros procesos éste debiera comenzar en sus primeros estadios, seguir durante el proceso de formación- selección y ser un elemento integrante de toda la vida profesional del docente. Así pues, podemos concluir que la formación inicial y continua debe ir acompañada de una evaluación permanente.
Volviendo al acceso a la profesión, Miguel Ángel Gallo considera absolutamente necesario impulsar unas prácticas para aquellos profesionales que, aún siendo especialistas en un área concreta, deben aprender a ser profesores. Su apuesta se centra en planificar de forma exhaustiva la tutela por parte de profesores ya experimentados y de valía contrastada. Además, propone una selección del profesorado en dos fases: una previa y otra post-prácticas; una selección y compensación de los tutores; una limitación en el acceso a las prácticas; una diferenciación clara de las prácticas según el profesorado destinatario…
Ser un profesor competente
Por último, queremos destacar brevemente que el docente, como cualquier profesional, debe dominar un paquete multifuncional y transferible de conocimientos, destrezas y actitudes, necesario para su desempeño profesional y su realización y desarrollo personal. ¿Cuáles son estas competencias? ¿Deben incluirse en los currículums de formación del profesorado, para establecer los procedimientos de acceso y para determinar la política de reconocimiento, apoyo y valoración del profesorado?
Fernando Arreaza Beberide, en una ponencia impartida durante la Escuela de Verano de 2006 en el Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias, considera que la formación del profesorado debe tener una estructura común independientemente de la etapa, contemplando aspectos generales de la educación; el papel del profesor; el desarrollo del alumnado; el modelo de escuela inclusiva, las teorías del aprendizaje y de organización de centros; los conceptos básicos de evaluación o los planteamientos generales de formación permanente, innovación e investigación.
Ana Mª Aguirre Ocaña. Profesora del Departamento de Psicopedagogía, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), va un paso más allá y considera que el grado de Magisterio y el postgrado deberían tener en cuenta aspectos como la aplicación metodológica, las TIC en el aula, la inteligencia emocional, la formación en "megadestrezas", la formación en resolución de conflictos, la formación en desarrollo del talento y la creatividad, cuestiones de género, etc.
Por supuesto, la formación académica y continua han de dar respuesta a estas necesidades, pues se trata de competencias que deberán aplicar los docentes durante su actividad profesional.
Webgrafía:
http://www.lascompetenciasbasicas.es/index.php/opinion/47-articulos/98-ser-profesor-hoy.html
