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Trabajar el emprendedurismo como competencia

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Joan Domingo Peña Profesor de Control Industrial y Automatización de la Escola Universitària d'Enginyeria Tècnica Industrial de Barcelona. Universitat Politècnica de Catalunya
Actualmente la empleabilidad está sujeta a los avatares de la economía y, para cuando las nieblas se disipen, a medio o largo plazo, es imprescindible tener una población preparada para poder crear riqueza y empleo más allá del modelo convencional basado en el trabajo por cuenta ajena. Para ello es fundamental establecer, dentro de los actuales sistemas de enseñanza, elementos que permitan crear en los estudiantes la conciencia de que son capaces de autoemplearse, ser emprendedores, o de emplearse por cuenta ajena, ya no como un instrumento laboral, sino como un capital humano que aporte valor a los proyectos empresariales o de servicios. Es muy importante poner el foco de la enseñanza en aspectos que prioricen el entrenamiento de esta competencia, porque si se consigue que los estudiantes tengan esta orientación, quede como quede el futuro escenario laboral, que será sin duda distinto al que se ha vivido a lo largo del siglo XX, tengan la posibilidad de desarrollar su futuro en sociedad.

La emprendeduría tiene diferentes formas de abordarse; la más evidente es, quizás, la creación de una empresa por parte de una o más personas que creen en su futuro profesional dedicado a algo que les motiva. A menudo, detrás de esta iniciativa existe una idea de producto o de servicio que es la que hace de motor de todo lo que hay que hacer para pasar de dicha idea a una empresa, entendida como algo que permite trabajar en aquello que a uno le gusta y, a la vez, encontrar una forma de generar recursos económicos. Otra forma de abordar la emprendeduría es saberse capacitado para alguna actividad profesional y poner dicha capacidad al servicio de los demás, aportando valor a algo que ya existe.

Las personas que en el futuro vayan a ser emprendedores lo serán porque tienen una idea o bien creen que sus competencias, tanto específicas (de tipo profesional y técnico) como genéricas (dominio de idiomas, formación continuada,  trabajo en equipo, implicación en proyectos comunes, etc.) pueden ser del interés de alguien que les pueda contratar.

No obstante, para que una persona alcance la convicción de que tiene capacidades, habilidades y conocimientos que le permitan ser emprendedor por cuenta propia o ajena, y creer en sí mismo como alguien que aportará valor, es preciso que haya adquirido y sometido a prueba sus competencias. Por ello es clave que a lo largo de su etapa formativa disponga, por una parte, de elementos que le permitan conocer los fundamentos de las competencias inherentes a los estudios que realiza y, por otra, que tenga oportunidades para desarrollarlas y entrenarlas.

Las competencias (y la emprendeduría sin duda lo es) deben tratarse con el mayor esmero puesto que es frecuente cuidar mucho las de tipo específico, que son las determinadas por los temarios de las asignaturas, y descuidar las de tipo genérico; no obstante, el conocimiento es algo sometido a la obsolescencia puesto que cambia muy rápidamente y lo que ayer era lo último, hoy se ve sustituido por nuevas aportaciones que lo convierten y lo matizan, hasta el extremo que aprender a aprender es una competencia capital que parte de la base de dicha mutabilidad. En cambio, la competencia genérica es muy inmutable en el tiempo y, por lo tanto, va a ser una destreza útil a lo largo de toda la vida de una persona (como lo es el aprender a aprender).

Una forma de desarrollar la competencia emprendedora de los estudiantes es mediante proyectos que se puedan desarrollar en equipo. Las ventajas son muy interesantes puesto que se puede plantear desde los niveles educativos inferiores hasta los superiores, diferenciándose solamente en el contenido, alcance y naturaleza de la propuesta, y en la exigencia del proceso y del resultado. Adicionalmente, si se trata de desarrollar un proyecto, es preferible hacerlo en equipo puesto que ello va a llevar, además, a poder entrenar las competencias de trabajo en equipo y todo lo que ello comporta, se podrá segmentar el encargo global en encargos parciales que permitan a cada componente del equipo trabajar autónomamente, aprender a aprender, demostrar la valía individual, adquirir la conciencia de que el producto resultante del trabajo en equipo siempre supera al producto individual, tratar con la diversidadsocial y cultural, el respeto a los demás, la negociación, etc.

El trabajo con proyectos permite a los estudiantes desplegar todo su potencial de aprendizaje y poner en evidencia aquello de que son capaces. No sólo les permite construir su conocimiento sino vestir alrededor del mismo un andamio de conciencia respecto de sus habilidades, capacidades, etc. Si los proyectos se suceden ya sea a lo largo de un curso o de diferentes cursos o, incluso, dando continuidad a proyectos educativos completos, hacen que el estudiante vaya adquiriendo de forma progresiva dicha conciencia y, al fin, de sus competencias en sentido amplio.

No es este el espacio para explicar la técnica del aprendizaje basado en proyector (PBL, Project BasedLearning) y, además, existe mucha literatura al respecto, pero nuestra experiencia de años organizando una parte de la docencia alrededor de los proyectos hace que los estudiantes se sepan más capaces y tengan una mayor conciencia emprendedora que, sin duda, les debe facilitar encontrar su camino entre las nieblas actuales y prepararlos para un futuro que solamente va a depender de ellos mismos.
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