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La imagen del centro educativo desde la perspectiva de los directivos

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  • 12/03/2012

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Joaquín Gairín Sallán; Aleix Barrera Corominas; Marita Navarro Casanovas.Miembros del Equip de Desenvolupament Organitzacional - EDO - UAB (Universitat Autònoma de Barcelona)
Proyectar una buena imagen es un tema de preocupación creciente para los Equipos Directivos, si consideramos que de ella depende la elección del centro que hagan las familias y, en consecuencia, la presencia de alumnado en las aulas. Asimismo, se vincula a su capacidad para atraer el talento de buenos docentes y a la carta de presentación de los egresados cuando desean solicitar plaza para acceder a determinadas universidades o cuando buscan un trabajo.

Pero ¿qué es exactamente la imagen del centro educativo? Para algunos, representa lo visible de la institución, como puedan ser el edificio, las pistas deportivas, las aulas de informática, etc…; para otros, se convierte en algo que va más allá de lo visible, reflejando la cultura del centro,  la ideología de su profesorado o la línea pedagógica existente. En definitiva, se vincula la imagen con la comunicación de aquello que el centro educativo realiza y proyecta al exterior.

La presente aportación proporciona la visión que los directivos de la Comuna de Coyhaique (Chile) tienen sobre la imagen de un centro educativo público. Sus aportaciones y valoraciones son el resultado del grupo de Creación y Gestión del Conocimiento (CGC, en adelante) que realizaron sobre el mismo tema a través de la plataforma Accelera (http://accelera.uab.cat). Participaron 28 directivos (directores y jefes técnicos) implicados en el ‘Proyecto de apoyo y fortalecimiento educacional en gestión directiva y competencias profesionales’, financiado por la AECID y para el período 2008 a 2011.

El proceso de debate realizado se estructuró de acuerdo a la metodología Accelera (Gairín y Rodríguez-Gómez, 2012) y permitió identificar, por un lado, los factores que caracterizan la imagen de la institución y, por el otro, concretar las prácticas que deseablemente puede desarrollar el Equipo directivo y el Claustro para mejorar la imagen institucional. También consideró las barreras propias de los centros docentes y  de su entorno inmediato, que pueden dificultar o entorpecer la proyección de la imagen institucional deseada por los directivos u otros interesados. El esquema básico de trabajo queda reflejado en el siguiente cuadro 1.

Cuadro 1. Cuestiones debatidas por el grupo de CGC Colectivo

Pregunta de referencia Objeto de análisis Herramientas Temporalización
¿Qué entendemos y que caracteriza la imagen institucional? Debatir el concepto y características Foro 1 al 15 de noviembre
¿Qué aspectos identifican una institución con buena imagen? Identificar buenas y malas prácticas  respecto a la imagen institucional Foro, aportaciones y referencias 17 al 27 de noviembre
¿Qué dificulta la existencia de una buena imagen institucional? Listar resistencias a la presencia de una imagen institucional deseable Foro, Chat, aportaciones y referencias 28 de noviembre al 10 de diciembre
¿Qué acciones se pueden programar para mejorar la imagen institucional? Proponer pautas concretas para la intervención Foro, Wiki, aportaciones y referencias 11 al 20 de diciembre
Los directivos participantes identifican el concepto de imagen institucional con la comunicación al exterior de todo aquello que sucede en el seno de la organización. Dejan así de lado, en este caso, los aspectos estructurales más visibles de la institución educativa, como puedan ser el edificio, la informatización de las aulas, la existencia de pistas deportivas u otras evidencias. Diferencian entre la imagen estática, que refleja lo que la institución es, o quiere ser, sin translucir los acontecimientos del día a día, y la imagen dinámica, referida más bien a las percepciones cambiantes (resultado de los acontecimientos que continuamente suceden) que proyecta y perciben sus usuarios sin menoscabo de las señas de identidad del centro y de su cultura organizativa.

Según los participantes, la imagen institucional debe ser coherente entre lo que se proyecta y lo que sucede en la institución, reflejando de forma fiel la realidad. Las instituciones deben planificar, al respecto, acciones que les permitan hacer visible la imagen de su centro, proveyendo espacios destinados a transmitir al exterior lo que sucede en el interior. El objetivo final no es tanto el crear únicamente una imagen estética del centro como el conseguir que la imagen transmitida comunique con fidelidad la forma cómo se educa en el centro. Bajo este punto de vista, se consideran los siguientes aspectos para la creación de una buena imagen:
  • Crear mecanismos de comunicación entre los miembros de la institución.
  • Cumplir con los objetivos marcados y hacerlos explícitos.
  • Ofrecer una imagen positiva de reflexión crítica y trabajo colectivo de los docentes.
  • Evidenciar el compromiso de los profesionales con la propia institución y con la educación en todos sus niveles (institucional, municipal, regional y nacional).
  • Considerar las mejoras como parte del camino hacia la excelencia y evidenciar los progresos conseguidos.
Asumiendo el acuerdo de que la imagen debe transmitir fielmente lo que sucede en la institución, se plantea la cuestión de las posibles actuaciones cuando la imagen transmitida no es la deseable. Se considera, en estos casos, que ocultar lo que sucede en el interior de la organización no permite avanzar al centro ni a sus profesionales. Así, la primera actuación se vincula con la identificación del proceso a seguir, estableciendo lo que se espera de nuestra institución y concretando los compromisos primero personales y después con el entorno institucional.

Finalmente, la cuestión planteada sobre los factores que pueden actuar como barreras o resistencias para la transmisión de una buena imagen, permite identificar tres dimensiones que se concretan a continuación:

a) Externos a la Institución:
  • No recoger y estudiar las valoraciones externas.
  • Miedo al juicio externo que imposibilite la reflexión.
  • Poca confianza en la cultura que podría proporcionar más beneficios que los actualmente existentes.
  • Sentirse amenazados y con poca capacidad para competir con otras realidades como, por ejemplo, la actividad de las escuelas privadas.
b) Internos a la institución:
  • Información y comunicación incorrecta.
  • Mostrar desconfianza entre los miembros ante las iniciativas propuestas.
  • Ocultar los fracasos.
  • No destacar el trabajo de los estudiantes y los resultados del quehacer diario.
  • Falta de autoevaluación y reflexión.
  • Darse tiempo para construir la calidad y llegar a la mejora.
c) Miembros de los establecimientos:
  • Falta de sentido de pertinencia.
  • Actitudes poco comprometidas de los docentes.
  • Contar con todos para aunar esfuerzos.
  • Insuficiente  toma de conciencia de los miembros de la organización
  • Dificultades para incluir los docentes en la reflexión.
  • Ayudar a cada uno de los miembros a reconocer los logros y los fracasos.
  • Utilización de la autoevaluación como instrumento de mejora.
Las resistencias mencionadas de forma independiente no debe obviar la consideración de que interactúan entre sí en momentos determinados. Reconocemos, por tanto, una cierta simplificación de la realidad, aunque nos ayude a programar y sistematizar intervenciones; también, la necesidad de vincular a los equipos docentes, los estudiantes y las familias en la transmisión de una buena imagen institucional. La principal misión de los directivos en este contexto es la eliminación de barreras, convirtiendo los déficits detectados en oportunidades de mejora.

En definitiva, no debería asustarnos la elaboración de planes de comunicación corporativa, que consideren los factores propios de todo proceso comunicativo (emisor, receptor, canal, mensaje, codificación, etc.) y garanticen la máxima coherencia entre lo que se ve y percibe externamente de las organizaciones y su cultura y planteamientos institucionales. La comunicación deseable no puede limitarse a un mismo canal, un mismo código y a los mismos receptores año tras año, sino que debe evolucionar junto con la institución, la sociedad que le rodea y la mejora de los medios. Es necesario, por tanto, que los centros educativos revisen periódicamente sus típicas y habituales estrategias de comunicación (jornada de puertas abiertas, trípticos, web institucional, etc...), al mismo tiempo que exploran otras vías como puedan ser las redes sociales, la apertura de nuevas actividades a la sociedad o la colaboración con entidades del entorno, que favorezcan una mayor permeabilidad hacia el exterior de lo que sucede en el seno de la organización.

Referencias:

Gairín, J. y Rodríguez-Gómez, D. (2012). El modelo Accelera de creación y gestión del conocimiento en el ámbito educativo. En Revista de Educación Vol. 357 (Pp. 133)
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