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El reto de lograr una educación de calidad

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José Luis Martínez Rubio. Director del departamento de Educación y Desarrollo Profesional de la Universidad Europea de Madrid
En el ámbito educativo, ofrecer una educación de calidad supone conseguir que las personas que reciben las acciones formativas ("clientes") vean satisfechas sus expectativas tanto implícitas como explícitas. Ahora bien, dependiendo del ciclo educativo en el que nos encontremos, los clientes de este servicio, que denominamos "educación", no sólo son los receptores de la propia formación sino que están involucrados otros agentes como padres/familiares, administraciones locales, autonómicas y estatales, agencias de calidad, etc. que también quieren ver satisfechos sus intereses y resueltas sus preocupaciones. De este modo, garantizar una educación de calidad se vuelve una meta compleja que debe implicar aspectos relacionados con el profesorado, las instalaciones, los recursos materiales, los servicios adicionales y, cómo no, el propio programa formativo.

El estudiante, al iniciar su proceso formativo, inicia un camino en el que logrará, no sólo la adquisición de unos conocimientos regulados en el plan de estudios correspondiente sino que además, adquirirá una serie de competencias que, en definitiva, serán lo que le conferirán habilidades para afrontar los retos en el futuro. Por este motivo, una educación de calidad es aquella que permitirá a los estudiantes adquirir eficazmente los conocimientos y competencias asociadas al programa formativo.

El profesorado, pieza clave del sistema, está en constante relación con el estudiante y es el mecanismo de trasmisión de los conocimientos y de las habilidades a los estudiantes. Entre los aspectos que mayor impacto tienen en lograr una educación de calidad se encuentra la propia relación que se establece entre el profesor y el estudiante. Otros aspectos como el dominio de la materia por parte del profesor, los materiales proporcionados, los procedimientos de evaluación, la claridad en sus explicaciones, etc. aunque importantes, no son aspectos determinantes para lograr una elevada percepción de calidad por parte de los estudiantes. Es la buena relación entre estudiante y profesor la que determinará que un estudiante esté satisfecho o no con las acciones formativas recibidas. El profesor que se interese por las inquietudes de sus estudiantes, les proporcione feed-back sobre su proceso de aprendizaje, les oriente en el establecimiento de metas y objetivos formativos, incida en el empleo de situaciones de aprendizaje cooperativo,  trabaje las emociones, entre otras, facilitará la percepción de una educación de calidad.

Los recursos materiales e instalaciones, aunque pueden ser consideraros aspectos complementarios, son muy importantes a la hora de lograr una educación de calidad. Por ejemplo, los estudiantes necesitan el apoyo de aulas que permitan la adquisición de conocimientos y competencias formuladas. Aulas con los condicionantes físicos adecuados (dimensiones, sonoridad, temperatura,  etc.) y con los materiales de apoyo apropiados (ordenador, pizarra digital, mesas y sillas movibles, wifi, etc.) facilitarán el proceso de enseñanza-aprendizaje en los estudiantes. El cambio de paradigma del aula tradicional a los escenarios virtuales también incide de forma significativa al abordar estos aspectos. El estudiante, en muchas ocasiones, recibirá la acción formativa desde su propia casa donde el vínculo con el profesor se establecerá a través de un sistema de hardware (ordenadores, tablets, smartphones, etc.) y de aplicaciones software (navegadores de internet, plataformas virtuales, blogs, wikis, buscadores, etc.). Otro buen ejemplo son las Bibliotecas. Un buena biblioteca, presencial y/o virtual, proporcionará a los estudiantes los recursos bibliográficos necesarios para el correcto desarrollo del programa formativo.

Los servicios adicionales, que los centros educativos ponen a disposición de los estudiantes, supondrán un plus al estudiante que incidirán en la calidad de la educación en cuanto se vean satisfechas algunas de sus necesidades complementarias. En este sentido, servicios como el de restauración (cafeterías y restaurantes), reprografía (fotocopias), seguridad, etc. no están directamente relacionados con las acción formativa pero representan un factor diferenciador que apoyan la calidad percibida por el estudiante.

Por último, los resultados de las acciones formativas tanto resultados de rendimiento  (nº de alumnos matriculados, nº de aprobados/suspensos, etc.) como resultados de percepción (satisfacción con el profesorado, satisfacción con el centro educativo, etc.) serán la medida en la que se basarán los juicios sobre la calidad educativa. Es decir, la administración (ministerio de educación y las correspondientes consejerías) y las agencias de calidad tomarán estos datos (indicadores) y los utilizarán para realizar juicios de valor sobre la calidad de la educación.

En este sentido, cabe destacar que existen diferentes acreditaciones y certificaciones nacionales y extranjeras que avalan determinados estándares de calidad dependiendo del modelo elegido. Si quisiésemos acreditar los propios procesos educativos podríamos recurrir a la Norma UNE-EN-ISO 9001, si nos referimos al sistema de gestión de los centros educativos recurriríamos al Modelo EFQM (European Foundation Quality Management), si buscamos garantizar la calidad de los servicios prestados utilizaríamos estándares tipo Qualicert, si pretendemos evaluar la calidad del propio programa formativo recurriríamos a agencias nacionales (ANECA, ACAP, etc.) o internacionales (AACSB, AMBA, EQUIS, ABET, NLNAC, ABA, etc.).

En definitiva, existen varios aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de valorar el concepto de calidad educativa y priorizar uno u otro dependerá de nuestro punto de vista, de nuestro enfoque.
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