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La evaluación para la mejora profesional

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Paloma Llaquet de Entrambasaguas, Subdirectora de Infantil y Primaria; María José Miranda Rodríguez, Subdirectora de Secundaria y Bachillerato; Coral Regí Rodríguez, Directora de la Escola Virolai (Barcelona)
El elemento clave para avanzar hacia la excelencia -entendida como la consecución de la mejor educación para todos y cada uno de nuestros alumnos- es asegurar un equipo de educadores que, partiendo de una buena formación inicial y un perfil vocacional, participen y se impliquen en una dinámica de mejora continua tanto a nivel individual como de equipo. De todos los instrumentos de evaluación y contraste, la evaluación profesional representa uno de los más efectivos para avanzar en la mejora de los procesos docentes y educativos, puesto que los profesores son el elemento determinante y la mejora de cada cual, implica la mejora del conjunto.

En la Escuela Virolai, un centro concertado de Barcelona, hace más de ocho años que hemos establecido un proceso de valoración de la tarea profesional y de nuestras competencias prioritarias en el que participan todos los profesionales del centro-profesores y PAS- y paralelamente, un proceso de valoración de las competencias directivas para el equipo directivo -dirección, subdirecciones, coordinadores y jefes de departamentos didácticos -.

En ambos casos se combina un proceso de evaluación 360º realizado por un sistema informático, junto con la observación en el aula de sus mejores prácticas educativas y de los materiales que han elaborado y con entrevistas trimestrales con cada profesional, en las cuales se definen y se valoran los objetivos de mejora y de formación profesional, y sus expectativas de futuro en el centro.

El proceso de evaluación 360º garantiza una visión completa del desempeño profesional y de sus competencias profesionales en la medida en que aporta información desde varias perspectivas: compañeros, subordinados y directivos. Esta mirada multiangular contribuye, a su vez, a la eliminación de posibles prejuicios o visiones sesgadas. La elección de los grupos de evaluadores será, pues, un elemento clave para dotar al proceso de significación y validez.

Sorprende la reticencia que tenemos los profesionales de la educación para aplicarnos los instrumentos de contraste y valoración para evaluar nuestra tarea profesional, y en cambio estamos plenamente convencidos que es necesario hacerlo de forma habitual para valorar y evaluar el progreso de nuestros alumnos. Para dar este paso, es necesario abandonar el modelo de evaluación finalista y enjuiciadora y trabajar para comprender la evaluación como una oportunidad para la mejora y el desarrollo profesional, a través de la retroalimentación y la recogida de información.

En nuestra experiencia, la incorporación de estos instrumentos se ha conseguido respetando tres premisas fundamentales:
  • Respeto a las normas éticas de aplicación de los instrumentos consensuadas por todo el Claustro.
  • Valoración y priorización de los instrumentos de evaluación para asegurar su utilidad real en la consecución de nuestro objetivo como Institución: ofrecer la mejor educación a nuestros alumnos de acuerdo con nuestro Proyecto Educativo.
  • Ejemplaridad e implicación del equipo directivo.
Uno de los aspectos importantes es la participación y la implicación de todos los equipos en la propuesta y diseño de los instrumentos de evaluación y contraste, especialmente los que afectan directamente a la valoración de la labor profesional de los educadores. Se tienen que percibir, desde su diseño, como elementos que desde la confidencialidad, la valoración y el respeto nos ayudará a ser mejores profesionales y por lo tanto a avanzar en un modelo educativo de calidad.

Las fases del Proceso de Evaluación Profesional son:

Evaluación 360º de los profesionales: Tal como hemos comentado, los equipos de ciclo han elaborado, de forma consensuada, unos ítems de valoración de las diferentes tareas realizadas por el profesor en los ámbitos relativos al Proyecto Educativo, relaciones con la Comunidad Educativa, ámbito docente, ámbito educativo y tareas tutoriales, además de las competencias claves de los profesionales de nuestro Centro. Las competencias consideradas prioritarias para todos los educadores son: afecto y cordialidad en el trato, ejemplaridad, trabajo en equipo, mejora continuada y esfuerzo por la calidad y compromiso con el Proyecto Educativo.

Estos ítems son valorados, con una puntuación del 1 al 4, por cinco personas del Claustro vinculadas al profesor como compañeros de curso, de departamento didáctico y también por miembros del equipo directivo. La valoración de los compañeros se contrasta con su autoevaluación.

Evaluación 360º de competencias directivas: El sistema de valoración es el mismo y en este caso los ítems se han consensuado partiendo de la definición y relación de competencias directivas establecidas por el Profesor Teixidó de Girona y el Profesor del Campo del País Vasco.

Observación de la práctica profesional: En los últimos tres cursos se ha incorporado la observación de la práctica profesional. Se pide a cada profesor que escoja la experiencia docente o educativa de la que se siente más satisfecho ese curso y el evaluador- un responsable directo- realiza la observación en el aula o, en su defecto, de los materiales didácticos diseñados. Los resultados del proceso de evaluación se incorporan también a la valoración global del profesional. Hay que remarcar que la entrada en las aulas, por distintos motivos, es habitual en nuestro colegio: observación de experiencias innovadoras por parte de profesionales de otros centros, registros y grabaciones para medios de comunicación y programas educativos, tutorización de alumnos de formación inicial del profesorado, sesiones de puertas abiertas, trabajo compartido de dos profesores en un aula y muchos otros. Queremos destacar, de forma especial, la experiencia APEI que realizamos junto con otros tres centros de Barcelona. La evaluación profesional entre iguales está basada en una experiencia realizada en Gotteborg -Suecia- donde, a partir de una demanda del profesor o entidad observada, profesores de otros centros, niveles y áreas realizan una evaluación basada en la observación en el aula con la intención de consensuar aspectos de mejora a partir de la valoración positiva de la práctica docente.

Entrevista de valoración: Además de las necesarias entrevistas de seguimiento que se realizan en los dos primeros trimestres, que servirán para evaluar el progreso en la consecución de los objetivos y áreas de mejora marcados el curso anterior, a final de curso se realiza una entrevista personal entre el evaluado y un miembro del equipo directivo, en que se comentan los resultados de la evaluación 360º. Se hace una valoración de los objetivos de mejora personal planteados en su Proyecto, de la formación realizada durante el curso, de la observación en el aula y de sus expectativas profesionales. En la entrevista se establecen conjuntamente los ámbitos de mejora y de formación del próximo curso. En el caso de los directivos, se valora el grado de logro de las competencias directivas y se establecen también pautas de mejora para el siguiente curso.

Es muy importante asegurar que el evaluador genera un clima de confianza y valoración que posibilita el diálogo abierto y la reflexión, a la vez que felicita los logros y estimula y asesora para la consecución de los objetivos de mejora.

Proyecto de Profesor: La dinámica establecida parte de la definición del Proyecto Educativo Anual -Plan Anual- concretado por parte de la Junta Educativa, a partir de todos los datos recogidos en la valoración del curso anterior y otros elementos de contraste. Este Proyecto Educativo Anual se trabaja por parte de los equipos de ciclo y de área en las jornadas iniciales de curso y es validado por el Claustro. A partir de estos objetivos anuales, cada miembro del Claustro establece su Proyecto personal de mejora, donde se definen los objetivos que cada cual -en función de sus responsabilidades- se propone, teniendo como referente las conclusiones de la entrevista de valoración del curso anterior. Estos proyectos son por definición muy concretos, no más de diez objetivos, con una extensión máxima de una hoja y con objetivos evaluables.

Entrevistas de seguimiento: Durante el curso se realizan dos o tres entrevistas -siguiendo un guión muy concreto- de cada profesional con su responsable inmediato para valorar la marcha del logro de los objetivos y también la tarea ordinaria que realiza; estableciéndose finalmente  líneas de mejora. En las entrevistas del segundo trimestre, también se recogen las opiniones de todos los profesionales sobre la marcha del centro (aspectos positivos y aspectos a mejorar).

Definición del Plan de Formación de centro: En este proceso se establecen planes de mejora y evaluación individualizados para cada profesional de la escuela, pero también los resultados del proceso de evaluación profesional conjuntamente con otros elementos de contraste -resultados de pruebas de competencias, informaciones de prospectiva y contraste con otros centros educativos, etc- nos aportan informaciones para establecer el Plan de Formación de Centro.

Revisión anual del instrumento de valoración: Tal como hemos comentado anteriormente, cada curso, y antes de iniciar el proceso de evaluación, son revisados y actualizados los ítems de valoración y se valora globalmente el funcionamiento de todo el proceso (metaevaluación). Estas valoraciones nos han hecho mejorar mucho la sistemática del proceso, que desde hace unos cursos se realiza de forma telemática facilitando su aplicación y mejorando la confidencialidad.

Valoración y Conclusiones:

A lo largo de estos años hemos avanzado en la aplicación de éstas y otras herramientas de mejora. Pero lo que realmente ha sido importante, es la incorporación a nuestra cultura de centro de la idea de la evaluación como una herramienta que nos da información para mejorar y avanzar en el proceso de ofrecer la mejor educación para todos y cada uno de nuestros alumnos.

Este proceso de evaluación profesional, conjuntamente con otros indicadores, nos ayuda a determinar los ámbitos de formación y a establecer los criterios de priorización para establecer el Plan de Formación que concreta las líneas prioritarias de formación individual, de centro o específica de etapas y áreas, en función de los objetivos que nos proponemos.

La escuela y los profesionales de la educación, que utilizamos la evaluación como una herramienta clave del proceso de enseñanza-aprendizaje, tenemos que ser ejemplares al aplicar a nuestra tarea profesional una evaluación que nos aporte información para mejorar.
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