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Formación en ética profesional: qué debe hacer un buen profesional para serlo

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Lola Sánchez. Responsable de Calidad de Sanromán, Consultoría y Formación (Madrid)
Hoy en día, es necesario ser conscientes de que las definiciones de profesión y las que se refieren de modo directo a la ética profesional están completamente vinculadas.

La formación en Responsabilidad Social hace unos años respondía más a un modelo triangular donde Medioambiente, Empleados y Sociedad eran la base. Poco a poco se ha ido dando cabida a contenidos como ética y valores, respeto y derechos, comunicación y credibilidad, fidelidad a la marca y compromiso, que son completamente aceptados e interiorizados en todas las organizaciones.

Eso refleja que, cada vez con más intensidad, se está teniendo una especial sensibilidad y demanda social de ética y valores con respecto a los profesionales. Se considera necesario incorporar elementos éticos en su formación y en el ámbito de investigación científica y socio-cultural.

De hecho, en España, en las titulaciones universitarias y en las instituciones de educación superior se han ido introduciendo de manera paulatina asignaturas de ética y deontología profesional. Paralelamente en países de Europa Occidental, en los Estados Unidos de América y en Canadá se han ido multiplicando los comités éticos, principalmente en el ámbito científico.

Si buscamos información sobre postgrados relacionados con Responsabilidad Social Empresarial nos damos cuenta de que ya no hacen alusión únicamente y exclusivamente a esos tres ámbitos mencionados con anterioridad, sino que se incluyen conceptos asociados y ligados a RSC tales como: Dirección Estratégica y Dirección de Comunicación Interna, Marketing Social y Publicidad Responsable e Innovación Responsable y Atención a la diversidad.

La ética profesional y los valores son conceptos que o bien se aprenden durante la trayectoria profesional y el poso o sedimento que van dejando las organizaciones en las personas que las componen, o bien se empiezan a construir desde la universidad y los programas de postgrado. En este último caso se les está dando cabida focalizando el aprendizaje en los valores y ética profesional como campos interdisciplinarios.

Por todo ello la formación en ética y valores, cada vez más, responde a las necesidades de las organizaciones y debería ser transversal en todos los posgrados, aunque lo tradicional es que se haya puesto el acento desde el comienzo en el sector científico-experimental.

Todo apunta a que la nueva figura profesional es una persona con estudios superiores que deberá poseer o adquirir (a través de estudios de posgrado) una serie de competencias:
  • Capacidad para trabajar en equipos multidisciplinares.
  • Buena comunicación oral y escrita.
  • Habilidades de gestión de la información.
  • Habilidades interpersonales. Conectar con personas o entidades, ponerse en lugar de los demás, realizar críticas positivas sin dañar la relación con los demás.
  • Capacidad de análisis y síntesis.
Y una serie de enfoques basados en:
  • La integridad.
  • La excelencia de las personas.
  • El cumplimiento y compromiso ético.
  • Los valores de la compañía que orienten las acciones a emprender.
Se presupone que las personas que integran una organización son seres sociales guiados por intereses materiales pero sin olvidar nunca sus valores, ideales y compañeros.
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