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Formación continua y TIC aplicadas a la docencia

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Juan Francisco Mesa Sanz. Director del Centro de Estudios de Doctorado y Postgrado de la Universidad de Alicante
Mi viejo profesor de griego en secundaria realizaba una curiosa operación en la pizarra: la tenía dividida imaginariamente de modo que cada fenómeno gramatical, cada explicación literaria, los análisis del texto, etc. ocupaban siempre la misma posición. Años más tarde, abandonado el instituto, y casi culminando mis estudios universitarios me confesó que había tenido que abandonar esa práctica; su motivo: en un mundo dominado por lo visual –el insistía en el papel nocivo de la televisión– esa técnica ya no ayudaba a los alumnos a memorizar, porque no causaba ningún elemento ‘sorpresa’, ninguna motivación… no propiciaba, por tanto, el aprendizaje.

¿Por qué he traído a colación esta anécdota? Don Serafín Agud, docente vocacional e incansable, nos estudiaba para localizar los métodos por medio de los que sintiéramos curiosidad o con los que nuestra memoria fijara mejor los conocimientos y habilidades que debíamos adquirir: "la cabeza sirve para algo más que el cuerpo termine en punta o llevar sombrero", nos espetaba. En ese nivel se sitúa el uso de las TIC en muchas ocasiones en tanto que herramienta educativa; y en ello reside su principal peligro.

Y es que, si la aplicación de nuevas tecnologías no responde a un diseño consciente acorde con el objetivo de aprendizaje de la materia que se trata de transmitir, el resultado es equivalente, salvando las distancias, a una película que emplea los últimos recursos tecnológicos que la industria del cine pone a su disposición, pero que carece de argumento; simple juego floral o de artificio, mas vacío como cáscara de nuez.

Debe, en consecuencia, aplicarse una seria reflexión de los instrumentos pedagógicos que han de ponerse en juego en la tarea docente para que no pueda producirse la paradoja de que, por ejemplo, se aprenda informática en la clase de latín, sin aprender latín. Así pues, las TIC aplicadas a la educación se pueden clasificar en tres niveles al servicio del objetivo último de aprendizaje de una materia: (i) las TIC como herramienta de comunicación y conocimiento general; (ii) las TIC en relación con la materia o como objetivo en sí mismas; y (iii) las TIC como herramienta de captación, motivación o emotividad.

El segundo tipo es el que ha de quedar incorporado al currículo de todas y cada una de las materias, sobre todo si la conclusión es que son un objetivo en sí mismas. El primero responde al cambio en los sistemas de relación de nuestros alumnos, de las TIC como medio de comunicación interpersonal y de información; se trata, en suma, de un conocimiento transversal, que recorre a todas las materias y donde, de no prestarse la adecuada atención, puede abrirse un abismo comunicativo entre el docente y los discentes: ¿cómo hacerse respetar en la actualidad, si ni tan siquiera se conoce un atisbo de lo que supone para nuestros alumnos el mundo de las redes sociales, por ejemplo? Por último, hemos reservado un apartado para el efectismo en el convecimiento de que la clase es también un acto de persuasión, de una llamada a la inteligencia emocional de nuestros alumnos que, por esta vía pueden mejorar su empatía por la materia y, como resultado, en su conocimiento.

Llegamos, finalmente, a los cambios profundos a los que se refieren las conclusiones de las jornadas ITWorldEdu de 2010. La aplicación adecuada de las TIC en la enseñanza requiere en el nivel transversal al que nos hemos referido de profundos cambios organizativos en los centros docentes y de auténticas planificaciones transversales. Y, sobre todo, formación, formación permanente y actualizada de los docentes en TIC y en su propia materia para todos los niveles. Hubo un tiempo en que, obtenido su título, un profesional ejercía del mismo modo hasta que abandonaba su puesto de trabajo; hoy es imposible, el buen profesional, el docente en este caso, debe seguir aprendiendo a lo largo de toda su vida profesional: Lifelong Learning, aprendizaje a lo largo de la vida; estamos hablando de Espacio Europeo de Educación Superior. Ese papel se ha reservado a las universidades que, por medio de sus estudios propios e incluso a demanda de los docentes, disponemos de la capacidad y los recursos humanos para atender esas necesidades de formación continua. Articularlo, conseguir buenos y privilegiados cauces de comunicación y modular adecuadamente la oferta son los retos y las claves del éxito futuro.
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