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Cómo fomentar la cultura emprendedora

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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
En los últimos años, el modelo de crecimiento económico ha entrado en crisis. Los expertos coinciden en señalar que la sociedad productiva debe evolucionar hacia un modelo más moderno, acorde a las nuevas necesidades y a las actuales claves de la competitividad. En este marco, el Círculo de Empresarios destaca la necesidad de fomentar la actitud y las condiciones que impulsen el espíritu emprendedor y la creación de iniciativas productivas.

La cultura emprendedora
consiste en identificar las oportunidades y reunir los recursos suficientes para transformarlas en una empresa1. Pero no sólo se trata de tener una idea, la emprendeduría supone una actitud: desarrollar capacidades para el cambio, experimentar, ser flexible y abierto y sobre todo, arriesgarse.

Desde Educaweb siempre hemos apostado por los emprendedores, llevando a cabo proyectos, iniciativas y acciones y también fomentando la difusión de propuestas innovadoras. De hecho, en la edición 2011 de los Premios Educaweb de Orientación Académica y Profesional hemos querido brindar la oportunidad a las personas menores de 35 años de mostrar sus proyectos de orientación no realizados. Además, en el monográfico 230 sobre Cultura Emprendedora se pueden encontrar las claves para emprender y llevar a cabo la propia idea de negocio.

Los emprendedores en España ¿Nos cuesta llevar a cabo nuestras ideas?

El espíritu emprendedor de los ciudadanos, especialmente en situaciones económicas complicadas, es uno de los elementos clave para la mejora de la competitividad de la economía. Según el Círculo de Empresarios, muchas de las economías que son consideradas como las más sólidas del mundo son también países con un gran dinamismo emprendedor. Este dinamismo no se caracteriza sólo por la apertura y cierre de empresas, sino también por la creación e introducción en el mercado de productos y servicios innovadores.

En cambio, en España, tal y como muestra David Pérez Ruiz, Técnico del Área de Investigación y Proyectos de UGT-CEC, el espíritu emprendedor es sensiblemente más reducido en comparación con los países de la Unión Europea. El porcentaje de la población que está creando o tiene intención de crear una empresa no supera el 5,4% según el Informe Anual del Observatorio Global Entrepreneurship Monitor (GEM) sobre Actividad Emprendedora 2009. Tal y como muestra este documento, el potencial emprendedor ha sufrido una disminución del 2% en comparación a la situación previa a la crisis, cuando nos encontrábamos en cifras cercanas al 7%.

De hecho, según datos del Eurobarómetro que recoge Círculo de Empresarios, España se sitúa a la cola de Europa en las clasificaciones elaboradas con indicadores sintéticos de actividad y clima emprendedor. Estos indicadores valoran aspectos como la tasa total de emprendedores sobre población, la dinámica emprendedora, el clima emprendedor y el perfil emprendedor.

Así pues, ¿a qué es debida esta situación? Existen varias causas, pero el Círculo de Empresarios destaca las dificultades para llevar a cabo la propia idea como uno de los principales elementos desmotivadores para los emprendedores. Las dificultades financieras, administrativas y reguladoras para iniciar un negocio, la imagen social del empresario, la propia actitud ante el fracaso… son condicionantes que frenan el desarrollo de la cultura emprendedora.

Estos datos coinciden con las opiniones recopiladas por el Observatorio Socioeconómico de Segovia, que muestra que las principales dificultades que tienen los empresarios segovianos a la hora de impulsar sus negocios son la ausencia de apoyos económicos, las políticas fiscales imperantes y la burocracia legal y administrativa. Y el problema es que tienen razón: según datos del Instituto de Estudios Financieros, España es el país de la Unión Europea en el que más se tarda desde el momento que se inician los trámites para crear un negocio, hasta su apertura: 47 días. Mientras que en Francia y Estonia es necesario invertir 7 días y en Hungría y Bélgica se constituye un negocio en 4 días.

Analizando esta situación, surgen más dudas: ¿Existe poco espíritu emprendedor por parte de los ciudadanos o poca capacidad del mercado laboral para favorecer la creación de empresas, proyectos e iniciativas innovadoras?

¿El emprendedor nace o se hace?


Como hemos visto, el espíritu emprendedor se considera uno de los cimientos sobre los que se construyen la competitividad y la prosperidad económica de cualquier nación. La cultura emprendedora está estrechamente ligada a la iniciativa y la acción. Un emprendedor es capaz de innovar, adaptarse a su entorno, tiene ganas de hacer cosas nuevas y de hacerlas de forma diferente. Entonces, ¿se trata de características y competencias que pueden aprenderse o son innatas?

Para Alfons Cornella, consultor y presidente de Infonomia, hay un componente nato, que es la no aversión al riesgo, las ganas de atreverse, de probar lo nuevo. Pero también se aprende y en este sentido, el contexto es imprescindible. Un entorno con familiares emprendedores normaliza y facilita la autoocupación y un entorno que no reconoce el valor de emprender dificulta llevar a cabo las propias ideas.

Las actitudes básicas son imprescindibles: curiosidad, motivación, aversión al riesgo… pero también es cierto que hay maneras de potenciar y desarrollar las ganas de aprender y de hacer algo nuevo.

¿Cómo fomentar la cultura emprendedora?

Las variables que fomentan la cultura emprendedora entre los ciudadanos son muchas. Según Trinidad García Figueroa, maestra de Educación Infantil, se puede promover el espíritu emprendedor en la escuela. De hecho, sería necesario considerar la cultura emprendedora no sólo como una asignatura concreta sino como una metodología de enseñanza desde una perspectiva transversal.

Para lograrlo, en primer lugar, es necesario solucionar las carencias que la educación cuenta hoy en día: falta de valores culturales del espíritu emprendedor; desconocimiento de las oportunidades del emprendimiento y falta del desarrollo de habilidades empresariales. Después se debería favorecer un cambio en la metodología didáctica: pasar del estilo tradicional al estilo emprendedor, entendido este último como más énfasis en la práctica, proponer objetivos negociados, el alumno como centro del proceso de aprendizaje, evaluación como mecanismo de mejora, etc.

En cuanto a los adultos y a nivel personal, en primer lugar hay que perder el miedo a arriesgarse. Si se tiene una idea de negocio, se pueden hacer cursos de capacitación, leer y documentarse, asistir a conferencias, conectarse con personas otros emprendedores que nos ayuden y nos muestren su forma de trabajar, especializarse, e incluso buscar ayuda profesional en viveros, cámaras de comercio, administración pública, etc.

El éxito empresarial no es una cuestión de azar ni de casualidad sino de autoconfianza, ingenio, observación, estudio y preparación, trabajo, realismo y valor. Por ello, es importante planificar, organizar, examinar y conocer el mercado, la economía y nuestras propias capacidades.

Notas al pie:

1.- Definición cultura emprendedora extraída de la página: http://www.emprendeinnova.org/observatorio/?menu=9





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