Se tiende a pensar que el cambio de residencia por estudios o trabajo es un problema. Obviamente, a todo el mundo le gustaría tener el instituto, la universidad o el empleo a diez minutos de casa.En algunos países, durante años, se han hecho políticas para acercar los centros de estudio a las áreas urbanas. En España, por ejemplo, se han creado universidades en prácticamente todas las capitales de provincia y en las conurbaciones con más de 100.000 habitantes. Cada pueblo, barrio ha tenido su instituto. También los municipios que se preciaban necesitaban tener su propio polígono industrial, en los 70-80s, y su parque tecnológico o científico en los 90's y inicios del siglo XXI.
Esta apuesta no ha sido en vano, no ha sido mala "per se". Pero la crisis y la globalización la han puesto en entredicho. No es sostenible ni competitivo que cada territorio tenga de todo. Como sucede entre las familias y las empresas, los territorios tendrán que escoger su opción de desarrollo económico y los centros de formación su especialización académica y de investigación.
Hay situaciones absurdas de superposición de inversiones universitarias o de política industrial o simplemente inmobiliaria, que no voy a citar, pero que el contexto de déficit público actual ha evidenciado que no eran sostenibles.
Por eso, tenemos que animar a nuestros estudiantes, trabajadores y población desempleada, para que aprovechen las oportunidades ante el espacio europeo de educación y el mercado único que representa la Unión Europea. Y las oportunidades del resto del mundo que no está en crisis.
¿Que sentido tiene que tengamos un 20% de paro mientras en determinados países de Europa se requiera personal cualificado y no cualificado?
Pensando en el joven que tiene una carrera profesional que desarrollar, ¿No es mejor darle las herramientas de formación (idiomas, por ejemplo), información y orientación, programas de estímulo (Erasmus, Erasmuns Mundus, Youth on the move, etc,) para estudiar o trabajar fuera de su ciudad natal durante un tiempo que resignarle a aceptar los tiempos difíciles en términos de empleo?
El hecho que distintos estudios indiquen que la mayoría de aquellos que buscan empleo están dispuestos a cambiar residencia señala como la gente –especialmente la que tiene entre 24 y 35 años- ya no está dispuesta a quedarse quieta.
Esta actitud favorable a la movilidad no significa que no prefieran trabajar cerca de la familia o de los amigos. Simplemente insinúa que hay una predisposición a probar un nuevo entorno para especializarse académicamente o encontrar una empresa que valore las competencias que uno tiene. Encontrar compañeros de otras partes del mundo interesados en las mismas materias científicas o académicas tiene su atractivo. Conocer nuevos entornos laborales punteros o simplemente distintos puede ser una buena experiencia.
Con la prueba, cada uno ya valorará si la fuerza del arraigo es superior a la probatura de nuevas aventura profesionales o, simplemente, vitales.
