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La orientación laboral sigue en la prehistoria

Editorial

Animo a los decisores públicos y a los agentes privados de aquí a que se fijen en países de la Unión Europea que nos llevan cuarenta años de ventaja en políticas activas de ocupación y entre ellas, las dedicadas a la orientación, que utilicen sus herramientas tecnológicas y equiparen sus presupuestos. Se gastan mucho más en orientación laboral y mucho menos en pagar el desempleo. Ponen más interés en animar, asesorar e informar a las personas que no en pagarles un subsidio.


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Enric Renau. Editor
Tenemos un país desorientado y en crisis. Volvemos a las tasas de desempleo del 20% como en los inicios de los años 90 del siglo pasado y ni la legislación ni las políticas públicas de orientación laboral han sido eficientes o simplemente, no han existido.

La ficción del crecimiento económico basado en la construcción, el turismo y la restauración y la poca sensibilidad hacia la economía productiva y la innovación no nos han hecho crecer en calidad del empleo como lo han hecho otros países. Y, en parte, porque la orientación laboral sigue en la prehistoria.

Se han contratado centenares de orientadores laborales en los servicios autonómicos y municipales y se han creado páginas web que aportan información de una forma más o menos ordenada. Se han formado a los profesionales públicos de la orientación, pero falla la base, la información actualizada, personalizada y útil. Y el Ministerio aún está decidiendo a qué se dedica o cómo gasta sus recursos, en lugar de traspasarlos a las comunidades autónomas.

Hace falta una información estructurada, con apoyo de base tecnológica y por Internet, que vincule las herramientas de autoconocimiento de los usuarios (personalidad, intereses, valores) con las necesidades del mercado laboral y las ofertas de empleo y de formación. Unas herramientas que, de una vez, utilicen las competencias como punto de encuentro entre las dos partes.

Una información sobre el mercado laboral, los yacimientos de empleo y las nuevas ocupaciones que esté al día y que no sólo incluya los datos de los servicios públicos sino también de los intermediarios privados y, por supuesto de las empresas.

Una información sobre la oferta formativa que no sea parcial sino integrada.

Los orientadores, además, deberían pasar un tiempo de prácticas en los departamentos de recursos humanos y formación de las empresas pequeñas, medianas y grandes, para comprender sus verdaderas necesidades y su lenguaje. Y sus responsables, aportarles herramientas de gestión y de información que faciliten su duro trabajo.

Hay países en la Unión Europea que nos llevan cuarenta años de ventaja en políticas activas de ocupación y entre ellas, las dedicadas a la orientación.

Animo a los decisores públicos y a los agentes privados de aquí a que se fijen en ellos, en sus herramientas tecnológicas, en sus presupuestos. Se gastan mucho más en orientación laboral y mucho menos en pagar el desempleo. Ponen más interés en animar, asesorar e informar a las personas que no en pagarles un subsidio.

Enric Renau
Editor

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