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Aprendizaje-servicio, una práctica que favorece la implicación de la comunidad educativa

Artículo de opinión

Muchos centros educativos, instituciones, fundaciones, etc. han comprobado que el aprendizaje-servicio permite despertar una mayor sensibilización e implicación social entre el alumnado de diferentes niveles educativos


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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
El aprendizaje-servicio (APS) es una práctica educativa que favorece la implicación y participación de los jóvenes en acciones de voluntariado social. A través de la interacción con su entorno, el alumnado adquiere y pone en práctica conocimientos, competencias y valores democráticos y de voluntariado.

El uso de esta metodología y su conceptualización están de plena actualidad. Centros educativos, instituciones, fundaciones, etc. han comprobado que permite despertar una mayor sensibilización e implicación social entre el alumnado de diferentes niveles educativos.

Desde Educaweb hemos querido dedicar un monográfico al aprendizaje-servicio, ofreciendo a los lectores entrevistas, artículos y experiencias llevadas a cabo con éxito relacionadas con este tema.

¿Qué es el aprendizaje-servicio (APS)?


El aprendizaje-servicio es una acción educativa que combina la intencionalidad pedagógica y la intencionalidad solidaria, se trata de un proyecto educativo estructurado con utilidad social. El APS es un método apropiado para realizar en la educación formal y no formal, adaptable a todas las edades y aplicable a diferentes espacios y temporalidades.

Tal y como explica Roser Batlle en su entrevista, el aprendizaje-servicio es una forma de aprender haciendo un servicio a los demás. No es una metodología sofisticada y compleja, sino una práctica sencilla, que todos los buenos maestros, las buenas escuelas y las buenas entidades sociales han practicado alguna vez, frecuentemente sin darle este nombre.

Así pues, resulta evidente que el aprendizaje-servicio (APS), aunque es una práctica innovadora, no es un invento pedagógico nuevo. Existen experiencias y tradiciones educativas que aplican los principios del aprendizaje-servicio antes que existiera su definición. Los profesores de la Universitat de Barcelona, Josep M. Puig y Josep Palos(1), señalan las aportaciones de John Dewey como fundamentales para la gestación del APS. En concreto, se refieren al principio de "actividad asociada con proyección social" que completa el pensamiento pedagógico de Dewey y que se refiere a la necesidad de que la educación parta de la experiencia real de sus protagonistas, realizada cooperativamente con iguales y con adultos.

A partir de aquí, la primera vez que se utiliza el nombre Service-Learning (aprendizaje-servicio) para describir este tipo de prácticas fue en Estados Unidos en los años 60. En España, Roser Batlle apunta que no se empezó a hablar de aprendizaje-servicio hasta 2004, aunque la situación ha avanzado muy rápidamente. En el año 2005 se creó el Centre Promotor Aprenentatge Servei en Cataluña; en el año 2008 se formalizó la Fundación Zerbikas en el País Vasco; en el 2009 el Grupo Promotor APS de Madrid y en el 2010 ya hay 9 Comunidades Autónomas con algún núcleo impulsor de aprendizaje-servicio en su territorio.

Además, el pasado 3 de noviembre se constituyó en el encuentro de Portugalete la red española que reúne estos grupos impulsores.

¿Qué conocimientos, valores y aptitudes promueve el aprendizaje-servicio?


A los expertos que han colaborado en el monográfico 220 sobre aprendizaje-servicio les hemos planteado esta pregunta y todos coinciden en afirmar que, a nivel general, provoca efectos en el desarrollo personal, cambios en las instituciones o centros que los impulsan y sus dinámicas y mejoras en el entorno.

El APS incide directamente en el aprendizaje de contenidos y en la educación en valores. Ayuda al alumnado a adquirir conocimientos y procedimientos curriculares relacionados con el servicio, desarrolla destrezas académicas y profesionales y construye competencias(2).

Roser Batlle concreta un poco más y afirma que el aprendizaje-servicio promueve los 4 pilares de la educación del siglo XXI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir:
  • Aprendizajes cognitivos relativos a conocimientos de retos o problemas sociales; de las asociaciones y personas comprometidas en impulsar soluciones; así como la visión más ajustada y realista del mundo en que vivimos.
  • Aprendizajes procedimentales y de habilidades en la realización y gestión de proyectos; en las destrezas y competencias específicas del servicio que se desarrolla; y en el despliegue de las aficiones y capacidades personales puestas al servicio e los demás.
  • Aprendizaje de actitudes y valores de autonomía personal, interiorización de los valores.
  • Aprendizaje de la convivencia en el desarrollo del trabajo en equipo; de las actitudes y hábitos prosociales y las habilidades comunicativas.
Por su parte, Pere Farriol, presidente de la Federació d'Associacions de Mares i Pares d'Alumnes d'Ensenyament Secundari de Catalunya (FAPAES), destaca el valor añadido que supone para un centro realizar actividades de aprendizaje-servicio, especialmente si se tienen en cuenta los agentes principales de la educación: escuela, familia y sociedad.

Las ventajas del aprendizaje-servicio son evidentes y los centros educativos se implican, cada vez más, en realizar actividades de este tipo. Pero, para lograr que sean proyectos realmente transformadores y útiles, no una moda pasajera que realiza el profesorado con buena voluntad, es necesaria la implicación de las familias, las instituciones, los centros educativos y la sociedad en general.

Notas al pie:

1 y 2: Puig Rovira, Josep m.: Palos, Josep. (2006). Rasgos pedagógicos del aprendizaje servicio. En CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº357 roserbatlle.files.wordpress.com/2009/03/rasgos-pedagogicos.pdf

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