Ayer día 9 de noviembre de 2010, Educaweb presentó los ganadores de los III Premios de Orientación Académica y Profesional en su categoría institucional e individual. Los proyectos han sido seleccionados de entre 56 propuestas presentadas, que tienen la característica de estar en funcionamiento. También hicimos una mención especial al Ayuntamiento de Sant Cugat, como institución que desde 1998 progresa en su dedicación a la orientación académica y profesional con nuestro apoyo permanente. Con motivo de la clausura del acto dediqué unas palabras a los asistentes en la que me permitía hacer una reflexión de la que quiero sintetizar algunas ideas.
Tenemos un país con una tasa de desempleo cercana al 20%, lo que es un grave problema. En Europa, la media está por debajo del 10%. Este paro está altamente correlacionado con un bajo nivel de formación, un 70% de los parados no tienen ni el nivel de la ESO finalizado.
En un país con un abandono escolar superior al 30% y donde la tasa de finalización de los estudios universitarios escogidos es del 40%, tenemos otro problema gordo.
¿Cómo podemos aceptar que el 23% de los jóvenes menores de 25 años no estudien ni trabajen?
¿Cómo podemos justificar que mientras tenemos el nivel de paro que tenemos, les empresas tecnológicas no puedan cubrir miles de puestos de trabajo por que no hay suficientes alumnos, especialmente mujeres, ni de FP ni universitarios, que quieran cursar estudios de informática, telecomunicaciones o electrónica?
Hay varias explicaciones para estos problemas. Pero sólo me centraré en una que nos afecta directamente: Hasta ahora no ha existido una política clara, coordinada y contundente de orientación académica y profesional.
La política de orientación, en los países que funciona, tiene un carácter planificador de los estudios post-obligatorios y un rol preventivo y estimulador de la formación con más potencialidad o necesidad a medio plazo.
La política de orientación lucha contra el abandono escolar aportando estrategias flexibles que combinen trabajo y formación a los alumnos de institutos y centros y encuentra itinerarios de formación continua, tanto para los que descarrilaron del mundo educativo como para los que desde las empresas se quieren reciclar.
No se trata de hacer una crítica concreta a quien gobierna actualmente, que se la merece, sino de hacer una reflexión en voz alta, una llamada a los nuevos gobiernos, del color que sean, para que sitúen la orientación académica y profesional en el lugar que se merece, para favorecer el éxito escolar y universitario y favorecer la (re)inserción laboral, especialmente de los jóvenes y las personas con menos formación.
Una política que aproveche el bagaje profesional de centenares de orientadores académicos o profesionales, la experiencia de entidades como las que han sido merecedoras de los Premios y el empuje, capacidad y visión estratégica de empresas como Educaweb.
Enric Renau
Editor
