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La Formación Continua desde la empresa

Editorial

Empresas, sindicatos y gobiernos deberían llegar a un acuerdo potente y estable con el compromiso de fomentar un marco laboral y normativo que premie a los empleados que apuesten por su formación continua aplicada dentro de la empresa y a las empresas que lo estimulen y acojan. El premio sería mayor competitividad empresarial, una carrera profesional para el trabajador y menos paro para el país.


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Enric Renau. Editor
Los indicadores de realización de formación continua en España son bajos y sitúan al Estado Español en la cola europea. La razón principal, a mi modo de ver, es la falta de inversión de las empresas.

La mayoría de los alumnos de cursos de formación continua (másters y postgrados, formación ocupacional y cursos de especialización) financian de su propio bolsillo su proceso de adquisición de competencias profesionales, pensando en su carrera profesional.

Por muchos esfuerzos gubernamentales y mucha palabrería de responsables políticos, sindicatos y patronales, la dura realidad es esa: Poca formación continua. Y además se forma más quien ya está formado y no se llega suficientemente a muchas capas de trabajadores sin estudios o con grandes carencias en las competencias básicas.

Digámoslo claro. La escasa tradición formativa y el modelo de crecimiento de estos últimos años han facilitado un sector productivo -especialmente la construcción, el comercio y la restauración- que no ha podido o querido valorar a sus trabajadores per se.

¿Por qué en determinados países como Alemania, a pesar de que la crisis ha provocado disminuciones drásticas de su PIB, no se han perdido muchos puestos de trabajo y en España llegamos ya al 20% de paro?

Pues porque el principal activo de muchas empresas de estos países es el conocimiento acumulado -las competencias- de sus trabajadores, sobre todo en sectores de alto valor añadido -industria punta, tecnología, servicios empresariales y personales especializados- .

El aprendizaje permanente realizado dentro de la empresa tiene un valor que el empresario no quiere desaprovechar, al contrario, de aquí donde la legislación laboral y la actitud empresarial facilita los ERES que afectan, por encima de todo, a los jóvenes futuros aprendices y a los trabajadores de mayor edad y, por lo tanto experiencia y preparación.

Empresas, sindicatos y gobiernos deberían llegar a un acuerdo potente y estable con un compromiso de fomentar un marco laboral y normativo que premie a los empleados que apuesten por su formación continua aplicada dentro de la empresa y a las empresas que lo estimulen y acojan.

El premio sería mayor competitividad empresarial, una carrera profesional para el trabajador y menos paro para el país.

Enric Renau Editor
editor@educaweb.com


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