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Cambiar de estudios en la universidad

Editorial

La reflexión sobre lo que se estudia, por qué y dónde, que denominamos orientación académica, debe plantearse antes de entrar en la Universidad, también en los primeros años y durante todo el proceso de formación. Y no se está haciendo o se está organizando mal. No se trata sólo de sacar buenas notas, superar cursos y obtener un título, sino de saber por qué y para qué uno dedica unos años de su vida ya adulta a un proceso de formación profesional superior.


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Enric Renau. Editor
Los estudios universitarios y sus títulos correspondientes tienen una importancia relativa en el mercado laboral. Digo relativa porque depende de cada caso.

En algunas situaciones el título universitario es imprescindible para ejercer una profesión. No se puede ser médico, arquitecto o maestro sin el título correspondiente.

En otras situaciones, es distinto. Hay empresarios, periodistas o profesionales del turismo, por ejemplo que, sin título alguno han conseguido progresar laboralmente.

Sin embargo, pocos dudan que en los tiempos que corren disponer de la acreditación de un buen nivel de formación en un centro académico reconocido tenga su valor. Las estadísticas del desempleo y de salarios, así como de calidad del empleo, lo demuestran claramente.

Sin embargo, en los últimos años, las continuas reformas educativas y un cierto desmoronamiento del prestigio de la Universidad por su falta de autoexigencia, renovación y apertura a las necesidades empresariales han provocado que los estudiantes se tomen su paso por ella de forma más táctica.

Los estudiantes llegan a la Universidad mal orientados. A veces, ni tan sólo saben por qué continúan estudiando, o por qué se han matriculado en una carrera y no en otra. Primer error, propio y del sistema.

A los que perseveran y superan el primer año, tampoco se les informa y estimula a conocer bien las distintas alternativas dentro de los propios estudios y en el mercado laboral. Simplemente se les exige que superen unos exámenes y adquieran unos créditos que acumulados supondrán un título.

Una parte sustantiva de los estudiantes, actúan tácticamente y a corto plazo. Si con los dos o tres años ya tengo suficiente para encontrar un empleo digno, abandono. Si a medias de una carrera que no disfruto y con cierta facilidad me facilitan la convalidación de algunas asignaturas, me paso a otra, no pasa nada. Si estoy finalizando con penas y trabajo unos estudios que se están alargando demasiado y me aparece una oportunidad laboral, lo dejo y ya lo finalizaré más adelante. O no.

Toda esta reflexión sobre lo que se estudia, por qué y dónde, que nosotros denominamos orientación académica, debe plantearse antes de entrar en la Universidad, en los primeros años y durante todo el proceso de formación. Y no se está haciendo o se está planteando mal.

No se trata sólo de sacar buenas notas, superar cursos y obtener un título, sino de saber por qué y para qué uno dedica unos años de su vida ya adulta a un proceso de formación profesional superior.

Y la administración educativa debe proveer de medios para que los desorientados no tengan excusa para superar su despiste.

Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com





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