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Las profesiones de la salud: entre la vocación y la gestión

Editorial

La medicina y la enfermería tienen profesionales vocacionales, con un alto grado de compromiso y formación inicial, que, desgraciadamente, se ven afectados por el gigantismo de las organizaciones en las que trabajan y por los costes asociados a las necesidades de salud de la población. La gestión de los centros de salud pesa cada día más en el trabajo de los profesionales.

  • 20/04/2009

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Enric Renau. Editor
Las profesiones de la salud tienen unas características propias que las hacen atractivas desde el punto de vista de quien está en una etapa de elección de su futuro profesional.

Son percibidas como profesiones que previenen o resuelven problemas concretos, es decir, las enfermedades de las personas, sean leves o más complejas. La actividad desarrollada profesionalmente, normalmente tiene que ver con la formación recibida, gracias a los procesos de especialización.

Quien tiene una cierta vocación asistencial tiene espacio para satisfacer su inquietud, no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo, particularmente el menos desarrollado. Quien tiene un interés más técnico, también encuentra sus oportunidades, pues, con los avances tecnológicos, existen especialidades que requieren unas competencias que, en algunos casos, se parecen más a la ingeniería mecánica que no al mundo de la salud. En el sector de la salud, hay también recorrido para los interesados en la investigación científica, con importantes esfuerzos públicos y privados a medio plazo. También se encuentran profesionales más vinculados al mundo farmacéutico desde la perspectiva más comercial y, no quiero olvidarme, los gestores de la salud pública y privada, es decir los centros hospitalarios y las administraciones públicas competentes en materia de salud pública y la organización de las organizaciones de salud.

Precisamente, el hecho que la salud sea tan relevante en términos de equidad social, estados del bienestar y de coste, ha comportado que la gestión eficiente sea imprescindible, y, por lo tanto, los centros hospitalarios se han organizado como las industrias, estandarizando los procesos de "producción” y evaluando la calidad, los costes y los tiempos.

Lo que lógicamente debería ser una garantía de buena gestión y productividad -en general lo es- acaba también, generando situaciones incómodas para los profesionales de la salud. El "Taylorismo” de la salud (organización científica del trabajo de médicos/as y enfermeros/as) acaba repercutiendo en situaciones de estrés, desmotivación y falta de estímulo por parte de aquellos profesionales que no han podido o sabido optar a responsabilidades más creativas, diversificadas o innovadoras.

Es un proceso de industrialización o funcionarización que tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes. Cada vez hay más mujeres entre los profesionales de la salud, proceso que se ha denominado feminización.

Unas profesiones vocacionales, con un alto grado de compromiso y formación inicial, que, desgraciadamente, se ven afectadas por el gigantismo de las organizaciones en las que trabajan y por los costes asociados a las necesidades de salud. La gestión de los centros de salud pesa cada día más en el trabajo de los profesionales de la medicina y la enfermería.

Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com





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