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Educación en el tiempo libre

Editorial

En un contexto de pesimismo opulento, consumista y pasivo, creo, sinceramente, que podemos ser optimistas sobre nuestra sociedad. Nos digan lo que nos digan, hay mucha gente con ganas de vivir, convivir y dar a los otros, sin pedir nada a cambio. Personas con valores que parece que no estén de moda pero que son vigentes, que aman la naturaleza y a su país. Y que se lo pasan bien.


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Enric Renau. Editor
El verano es un período idóneo para encontrarse con la naturaleza, convivir entre compañeros y compartir experiencias y disfrutar de forma plena y educativa un período del tiempo libre no ocupado ni en los estudios ni en la actividad profesional.

La actividad de educación en el tiempo libre de verano en la naturaleza -campamentos, colonias, campos de trabajo- combina a la perfección estos elementos: naturaleza, convivencia y tiempo libre.

Con un altísimo porcentaje de voluntariado, es decir, sin remuneración económica ninguna, a pesar de la intensa dedicación que representa, miles de jóvenes, de ambos sexos, en plano de igualdad de responsabilidades y tareas, aprovechan una parte de sus vacaciones, dedicados a niños y niñas que los observan como ejemplo a seguir.

Un monumento se tendría que hacer a estos jóvenes. Porqué no se trata sólo de quince días. Meses antes, ha tocado encontrar un lugar adecuado para el campamento y reservarlo, planificar las excursiones y actividades, realizar un presupuesto y comunicarlo a las familias.

Después, montar y desmontar un campamento. Preparar la cocina y pensar los menús. Durante la actividad específica, deben levantarse los primeros y son los últimos en ir a dormir. No hay tiempo para el relax. Desayuno, comida, merienda y cena. Actividad lúdica de mañana y de tarde. Juegos de noche. Canciones con sentido y valores. Gymkhanas, bañarse en el río, subir un pico o realizar una travesía de 3 o 4 días.

Es un no parar. Pero, a su vez, una grandísima experiencia vital, donde los niños se hacen mayores y los monitores… también.

Tormentas, accidentes, miedos nocturnos, se superan. Los mosquitos pican menos. El agua del frío, no está tan fresca como parece. Las incomodidades no se perciben como en la ciudad.

En un contexto de pesimismo opulento, consumista y pasivo, creo, sinceramente, que podemos ser optimistas sobre nuestra sociedad. Nos digan lo que nos digan, hay mucha gente con ganas de vivir, convivir y dar a los otros, sin pedir nada a cambio. Personas con valores que parece que no estén de moda pero que son más vigentes que nunca y que aman la naturaleza y a su país.

Y que se lo pasan bien.

PD.: Dedicado a los jóvenes escoltas que, año tras año, han servido de ejemplo a mis dos hijos, y, dedicado, también, a todos los padres y madres que sé que comparten mis palabras. Con ellos hemos convivido este fin de semana.

Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com





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