La primera de ellas quiere remarcar la amplitud de los ámbitos donde la orientación académica y profesional puede ayudar. Desde todos los niveles educativos (prevención en primaria, impulso de secundaria, bachillerato y ciclos formativos, consolidación y extensión de la orientación en la universidad para reducir el abandono y ampliación al mundo laboral con la orientación a lo largo de la vida). Trabajando, con especial atención, los aspectos de la diversidad y la atención a los inmigrantes, pero prestando el servicio de apoyo a toda la comunidad educativa (alumnos, familias, docentes).
Otra idea fuerte del Encuentro es la rentabilidad a corto y medio plazo de invertir en orientación. Rentabilidad a nivel personal, porque permite reducir el riesgo y optimizar las potencialidades individuales en un contexto complejo, rentabilidad a nivel de familias, porque previene las cosas y ordena la información y las ideas. Rentabilidad en los centros, porque mejora la satisfacción de sus alumnos y les facilita un itinerario coherente y compartido. Rentabilidad a la administración porque puede ayudar a minimizar el abandono escolar y universitario y a gestionar y coordinar mejor los aspectos psicopedagógicos, académicos, de salud y sociales.
Para ello es bueno ir institucionalizando la figura del orientador, situándolo como pivote central de lo que acabamos de comentar y los Departamentos de Orientación como recurso propio y permanente en los centros y en las comunidades autónomas. La formación universitaria del orientador, su acceso a una plaza profesional, su carrera profesional y su formación permanente también han sido objeto de debate y de propuestas, como se puede leer en el resumen adjunto.
Ello implica inversión económica, despliegue normativo y estrategia de sensibilización a todas las partes implicadas.
Enric Renau
Editor
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