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La salud de las profesiones de la salud

Editorial

Las mejoras estrictamente salariales, la conciliación de la vida laboral y familiar, una mayor autonomía de gestión y de planificación, la derivación de tareas burocráticas y de tareas asistenciales a otros colectivos especializados y la información adecuada sobre acreditación de las competencias de sus compañeros provenientes de otro país son algunas de las recetas de un colectivo que, a pesar de todo, es optimista y sigue al pie del cañón.


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Enric Renau. Editor
Los profesionales de la salud tradicionalmente nacieron de las vocaciones y la tradición familiar. Las nuevas cohortes de profesionales de la medicina e enfermería, siguen siendo altamente vocacionales, aunque incorporan un componente estratégico más reflexivo que las anteriores ante la consolidación de un sistema público y privado de salud que ha configurado un colectivo de empleados estables y relativamente bien remunerados y ante la consolidación de la salud como un gran yacimiento laboral.

Aunque hay muchas críticas, el colectivo de profesionales de la salud se muestra satisfecho de su decisión de haber elegido este tipo de estudios. La componente asistencial, a veces los horarios intempestivos, el riesgo que implica todo acto médico, ya forman parte de la mochila del sector.

Lo que no habían, quizás, previsto médicos y personal de enfermería -hombres y mujeres- es el incremento de presión asistencial que se ha producido en parte por una falta de profesionales, en parte por un incremento de la demanda, en parte por el tipo de gestión gerencial por objetivos que obliga un servicio público que representa la mitad de los presupuestos que pagamos con nuestros impuestos. La planificación tampoco debe haber sido muy afinada, porque, algunos elementos del problema ya eran previsibles.
Tampoco es de recibo que el sistema de salud se mantenga gracias al papel de los que, en teoría, están en fase de formación especializada. Bueno es que los MIR y los enfermeros y enfermeras se incorporen en los hospitales y clínicas en su etapa de de adquisición de competencias profesionales. Malo que sin ellos el sistema entraría en crisis.

Las mejoras estrictamente salariales, la conciliación de la vida laboral y familiar, una mayor autonomía de gestión y de planificación, la derivación de tareas burocráticas y de tareas asistenciales a otros colectivos especializados y la información adecuada sobre acreditación de las competencias de sus compañeros provenientes de otro país que han homologado títulos, son algunas de las recetas de un colectivo que, a pesar de todo, es optimista y sigue al pie del cañón.

Enric Renau
Editor

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