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Universidad: flexibilizar para competir

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Ramon-Jordi Moles i Plaza, Ex Secretario General del Departament d'Universitats, Recerca i Societat de la Informació de la Generalitat de Catalunya y Profesor de Derecho Administrativo de la Universitat Autònoma de Barcelona
Las universidades españolas (como el resto de las europeas) asisten a cambios de orden demográfico y socioeconómico que conducen a escenarios novedosos. Disminución del número de estudiantes de un lado y por otro aumento simultáneo de la demanda de servicios de educación continua a lo largo de la vida; coexistencia de sistemas de financiación pública y privada de la educación superior; la construcción del espacio europeo de educación superior en paralelo a la construcción del espacio común económico europeo o la progresiva adaptación de las titulaciones al mercado laboral, son algunos de los fenómenos que acompañan el devenir de la educación superior europea en tiempos recientes. Las universidades españolas compiten hoy en un entorno mundial de alta flexibilidad, lejos de proteccionismos centralistas de corte medieval.

La universidad del presente debe flexibilizar su actividad docente, investigadora y de transferencia de tecnología si quiere competir en el futuro inmediato con perspectivas de éxito en el entorno global.

Flexibilizar la actividad docente implica en el caso español dotarse de mucha mayor autonomía para promover titulaciones adaptadas a las necesidades del entorno inmediato de cada una de ellas que les permitan desarrollar su llamada "tercera misión”, esto es, contribuir al desarrollo económico de su área de influencia más próxima. Implica también eliminar las trabas centralizadoras oficialistas que aún hoy presiden la oferta de títulos de nuestras universidades. Implica dotar a nuestras universidades de libertad real, sin límites, para contratar a los mejores profesores con independencia de si son o no funcionarios de cuerpos estatales.

Flexibilizar significa también poder exigir a nuestras universidades mayor responsabilidad por su gestión presupuestaria y un incremento de su eficiencia y eficacia. Esto último pasa también por una mayor diversificación de las fuentes de financiación de nuestras universidades, con una mayor implicación de los agentes económicos y sociales en la misma.

Flexibilizar la actividad investigadora significa facilitar la actividad investigadora de nuestras universidades mediante una financiación estable en el tiempo, con objetivos definidos, que prime los factores de calidad, que permita el trasvase de recursos humanos y de resultados universidad-empresa. La actividad investigadora debe poder disponer de recursos suficientes y priorizados con independencia de los vaivenes políticos.

Flexibilizar la actividad de transferencia de tecnología significa estabilizar la carrera investigadora de nuestros jóvenes y no tan jóvenes investigadores, significa convencer a nuestros universitarios e investigadores de que hay que incrementar el volumen de patentes generados por nuestras universidades, que no es posible priorizar sólo la publicación de resultados con el efímero afán de mejorar levemente un currículo académico para optar a una leve mejora retributiva. Es preciso espolear la mentalidad empresarial de nuestros investigadores e inversores para asumir los riesgos del mercado y generar empresa, retornando a la sociedad lo que ésta invirtió en su sistema de investigación. Todo ello en un marco tributario y de gestión administrativa que fomente de manera decidida esta actividad.

Flexibilizar es hoy abandonar nuestro aislamiento secular para confluir con Europa en la sociedad del conocimiento.
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