Parece claro que las universidades no tienen una incidencia relevante en un incremento de la natalidad. Tampoco lo tendrán en la incorporación de los hijos de inmigrantes a sus aulas. Pero sí es cierto que los datos sociológicos deberían hacernos pensar. Y, aunque ya sea tarde, deberían habernos llevado a anticiparnos. Porque, ciertamente, el descenso del mercado objetivo se conocía hace casi dos décadas. Los niños nacen con cero años, y tardan exactamente 18, ni más ni menos, en tener 18 años…Sin embargo, por motivos que todos conocemos y que consideraríamos "políticamente incorrecto” cuestionar, hemos seguido abriendo en nuestro país centros universitarios. Ante la afirmación de que cualquier núcleo de población relevante tiene derecho a una enseñanza de calidad superior lo más completa posible no hay político que se resista. Son votos para hoy. Y déficit para mañana.
Ocurre que en muy poco tiempo el esfuerzo por mantener numerosos centros universitarios ya no es políticamente rentable, y nos preguntamos ¿qué hacemos ahora?
En mi opinión lo primero que deberíamos saber, antes de poder opinar o decidir, es cuánto nos cuesta a los españoles el sistema universitario. Como suele decirse, el saber no ocupa lugar, aunque sí tiempo. Pero si fuera verdad, por ejemplo, que lo que les cuesta a los ciudadanos de una pequeña capital de provincia cada plaza de Medicina en su Universidad es mucho más de lo que les costaría pagar una beca a esos paisanos para que estudiasen Medicina en los USA, estancia y viajes incluidos, no pasaría nada porque nos atreviéramos a saberlo. El lema de la época ilustrada, del Siglo de las Luces, no era otro que ése: Sapere Aude! ¡Atrévete a Saber!
No estoy diciendo que lo más importante de nuestro sistema universitario sea su financiación, organización, racionalización o nada por el estilo. Simplemente estoy sugiriendo que sin datos fiables cualquier opinión es aventurada, cualquier defensa suena a demagógica, cualquier sugerencia se considera inoportuna, y cualquier crítica se interpreta como una agresión.
Estamos haciendo mucho por mejorar la calidad de nuestra docencia e investigación, por acercar la Universidad a la Sociedad y al Mercado laboral. Y seguro que podríamos hacer mucho más. Pero mientras los problemas de nuestro sistema universitario se resuelvan con una manifestación, con una amenaza de huelga, o con la velada indicación de que usted verá cuántos votos le cuesta, tendremos lo que tenemos. Que no es poco. Mientras no nos atrevamos a saber nos seguirán faltando luces…
