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Las familias con mayor nivel de estudios se implican poco en la educación de los hijos

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Educar a los hijos requiere tiempo y dedicación. Padres y madres con estudios universitarios y de alto nivel económico son los que menos se implican en la educación de sus hijos. Y en mayor medida, los hombres. Las mujeres, incluso las que trabajan, dedican más tiempo a educar a sus hijos. Estas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por dos profesoras de la Universidad del País Vasco con familias de distintos puntos del Estado español con hijos en escuelas públicas y privadas.


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Diario Vasco
Las investigadoras de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco en San Sebastián han elaborado el estudio a partir de encuestas a 3.700 padres y madres de centros escolares públicos y privados de Andalucía, Castilla León, Extremadura y País Vasco. El objetivo del estudio se ha centrado en analizar los problemas a los que se enfrentan padres y madres en la educación de sus hijos, teniendo en cuenta factores como la falta de tiempo, la desorientación en los valores o las influencias externas como la televisión.

El trabajo de investigación ha sido realizado por María José Ortiz e Itziar Etxebarria, profesoras del Departamento de Procesos Psicológicos Básicos y su Desarrollo, a partir de una beca concedida por el área de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Educación y Ciencia. El estudio ha tenido una duración de año y medio y se completará con una segunda entrega sobre cómo influye el modo de educar de los padres en el pensamiento y actuación moral de los hijos.

Madres educadoras

El trabajo versa sobre educación. "Educar es educar moralmente y eso requiere mucho tiempo, esfuerzo y estrés”, explica María José Ortiz. "La educación es una tarea costosa y sus efectos sólo se ven a largo plazo”. Con múltiples variables evaluadas, como el afecto, la dedicación, la intervención moral, los problemas en la pareja, el desacuerdo en la educación, la extracción social y los estudios, se han establecido cuatro grupos de madres y cuatro grupos de padres.

En lo que respecta a las mujeres, existe un grupo que funciona como ama de casa a la manera clásica y en él no estallan los problemas. Generalmente son mujeres con estudios primarios, nivel económico bajo, muy dedicadas a la familia y sin problemas de pareja.

Los tres grupos restantes tienen en común el hecho de que en ellos la mujer no se define sólo como madre, algo que sí ocurre en el sector anterior. Las situaciones son diversas. En uno de los grupos, la crianza no genera problemas de pareja. En otro, sí. Y existe una cuarta clasificación, la menos numerosa, caracterizada porque la mujer interviene menos en la educación de sus hijos. "Las mujeres con mayor nivel de estudios y mejor situadas económicamente se distribuyen en dos sectores. Uno que funciona bien. Y otro en el que da la sensación de que la crianza, el afecto y la dedicación a los hijos están menos valorados”.

Padres clásicos

Los padres también han sido clasificados en cuatro apartados. En uno se han agrupado a quienes mantienen un papel clásico. Son padres satisfechos con su familia, en la que la mujer cumple un rol tradicional y se ocupa de la casa y de los niños. Ellos intervienen en la educación de sus hijos de forma puntual. No hay dudas en el reparto de los papeles.

Por otro lado, existe un grupo importante caracterizado porque los padres se responsabilizan activamente de la educación de sus hijos. Y en él hay una mayor proporción de padres con formación profesional que de otros niveles educativos. Los dos grupos restantes, más numerosos que los anteriores, se caracterizan por la menor implicación de los padres en la educación de sus hijos. En uno de ellos estalla el conflicto de pareja y en el otro, no.

Los padres con estudios universitarios son mayoría en los grupos menos implicados en la crianza. "Es un efecto paradójico, porque a mayor nivel educativo debería haber mayor preocupación y mayor reflexión sobre la importancia de la educación”, afirma Itziar Etxebarria. "Ocurre que además de la presión laboral, se ha elevado el nivel social de expectativas y el acceso a mayores comodidades y goces”

La situación es comprometida. "O nos implicamos todos o vamos a tener verdaderos problemas de socialización de los hijos. No es cosa de la madre. No se puede educar a un hijo si no estás presente para reforzarle cuando lo hace bien o mostrarle que lo hace mal”. Apoyo legislativo a jornadas laborales más cortas para los padres y campañas educativas para una toma de conciencia sobre el valor de la educación de los niños son algunas soluciones que las psicólogas aportan para frenar estas tendencias.
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