No es el primer estudio que lo señala. Según una encuesta encargada por la Fundación BBVA, los universitarios españoles tienen valores que actualmente defiende la izquierda ideológica, pero actitudes conservadoras. Al menos desde los parámetros tradicionales de análisis que son los míos. El estudio "Juventud universitaria española”, realizado a partir de 3.000 entrevistas a estudiantes de segundo ciclo y últimos cursos de las distintas universidades públicas y privadas de España nos presenta unos universitarios mayoritariamente no religiosos, pero que se casan por la iglesia y asisten cómodamente a bautizos, bodas y entierros según la convención católica.
Respetan las parejas que conviven juntas sin casarse y las familias monoparentales, aceptan el matrimonio homosexual y su adopción de niños, la eutanasia, el aborto, pero no se emancipan hasta más de los treinta años y lo hacen con su pareja, para poder hacer frente a la hipoteca de una vivienda de propiedad.
Ven la inmigración positiva pero más del 40% critica la globalización porqué produce un mundo dominado por la cultura occidental. La cercanía del centro académico sigue siendo el primer criterio a la hora de elegir una facultad, por encima del prestigio o la calidad del centro.
Por lo que acontece a sus estudios y carrera profesional, la mitad piensa buscar un trabajo una vez finalizado su graduado superior, pero más de un 30% piensa seguir estudiando, más de un 10% viajar o trabajar en el extranjero. El sector más preferido por los universitarios para trabajar es la administración pública (25,7%), más el 11,1% de educadores vocacionales (pagados por el Estado). Las empresas son preferidas por el 30,7% y la investigación un 11%. Sólo un 12,1% tienen vocación de emprendedores.
No es de extrañar, pues, con estos datos, que la Universidad y las ONG sean las instituciones en las que más confían, y las empresas multinacionales y la iglesia católica las que más suspenden.
No soy quien para juzgar a nadie, aunque mi actividad como profesor universitario asociado me permite confirmar esa tendencia al progresismo oral complementado con un conservadurismo comportamental de nuestras futuras élites políticas, empresariales y culturales.
¿No tiene eso un nombre?
Enric Renau
Editor
