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Algunas consideraciones sobre el papel del tutor online en la enseñanza de idiomas a través de Internet

Artículo de opinión

Son muchas las ventajas de la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a la enseñanza, y también son muchas las cautelas que suscita; entre estas últimas, el fenómeno probablemente más preocupante es el de la inundación de información a la que se ven expuestos los estudiantes que optan por esta forma de aprendizaje.


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Susana Diez de la Cortina Montemayor. Directora académica de AulaDiez español online, S.L.
El aluvión de datos puede tener un efecto contraproducente precisamente por lo excesivo del mismo, que dificulta seriamente la asimilación de la información; pero es que además no todas las informaciones que circulan por la red están suficientemente contrastadas o resultan adecuadas didáctica o pedagógicamente.

Ahora bien, contrariamente a lo que parece ocurrir con otras materias, este hecho no se puede considerar, en principio, como un aspecto negativo para la adquisición de una lengua extranjera, ya que es obvio que una mayor exposición o contacto con el idioma meta beneficia su aprendizaje. Sin embargo, también es cierto que el grado de éxito depende, y mucho, de que ese proceso de aprendizaje esté guiado, es decir, no sólo inciden en él positivamente los aspectos cuantitativos (la cantidad de input recibido), sino también los cualitativos: buenos materiales didácticos unidos a tutorías de calidad.

La figura del tutor online surge modelada por las características del nuevo medio docente, un medio que favorece el autoaprendizaje pero también la interacción, que permite al estudiante gestionar sus estudios y al profesor hacer un seguimiento continuo y altamente personalizado de sus alumnos, que facilita todo tipo de comunicaciones síncronas y asíncronas; los ambientes virtuales de enseñanza y aprendizaje, en fin, han supuesto una gran revolución en la educación a distancia y unas mejoras sustanciales en la educación presencial tradicional, y no, como en algún momento se vaticinó, la desaparición del rol del docente.

Antes bien, lo que ha ocurrido es que, tras un primer periodo de fetichismo telemático, la importancia del papel del docente ha sido de nuevo vindicada con fuerza, si bien ese papel está sufriendo ciertos reajustes que, por otra parte, eran de esperar, y que no han hecho más que comenzar.

Por el momento podemos hablar ya, en la enseñanza de idiomas mediada por las TIC, de un proceso de diferenciación efectiva de los roles docentes que está dando lugar a distintas figuras: el profesor responsable de la materia o asignatura, el profesor-autor de los materiales didácticos y el profesor-tutor. Aunque a veces estas funciones son realizadas por una misma persona, el tutor normalmente no es el autor de los materiales didácticos ni el responsable del diseño curricular de la materia que debe impartir. De hecho, en realidad su función poco tiene que ver con esto último, y no imparte los cursos en el sentido habitual del término, sino que actúa como orientador dentro de ellos. Su capacidad de intervención en los contenidos didácticos es mínima, ya que funciona como intermediario entre estos y el estudiante, y por eso mismo su posición resulta más cercana al alumno que la del autor, el gestor, el administrador o el observador docente. El tutor se convierte así en el referente personal más directo para el alumno, en su punto de apoyo más real y por ende más firme dentro del ambiente virtual de aprendizaje. Al tutor, incluso, se le suelen hacer llegar observaciones o comentarios sobre los cursos o materiales didácticos sin ambages, ya que no se le considera el responsable directo de los mismos; la independencia que se le presupone permite que el estudiante pueda establecer con él una relación de confianza e incluso de complicidad que resulta sumamente rentable para el proceso de enseñanza y aprendizaje. Esa confianza posibilita una retroalimentación de características tales que confiere un gran dinamismo al proceso educativo y favorece una permanente adaptación de los recursos docentes a las necesidades de los alumnos. Es la figura del tutor, por lo tanto, la que dinamiza un sistema de enseñanza que, de otro modo, sería monolítico y estático pese a todos los recursos multimedia que se pusieran en juego.

El tutor online no es solo un profesor conocedor de la materia que enseña, se espera de él que conozca también los recursos disponibles en la red y que actúe como orientador y organizador de itinerarios didácticos en Internet; debe ser un usuario avanzado de informática, y se le requieren habilidades de dinamizador de grupos y motivador de estudiantes, de asesor y de conocedor de los principios pedagógicos... ¿Un auténtico portento? ¿O un buen profesor que trabaja en un nuevo medio, en resumidas cuentas?

Creemos que la figura del tutor online es esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje por medio de las TIC. Un buen educador, con la formación adecuada para desenvolverse en esta nueva modalidad de enseñanza, será capaz de ponerse en el lugar de sus alumnos, podrá prever y anticiparse a los inconvenientes o a las dificultades con las que estos puedan enfrentarse, acompañándoles y orientándoles para así cumplir con el cometido principal -y etimológico- de su trabajo: guiar, conducir, educar.
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