En los últimos quince años, la cifra de alumnos ha estado disminuyendo, pero por primera vez, este curso ha habido 53.017 alumnos más, gracias a la incorporación de alumnado extranjero y a la recuperación de la natalidad en España desde 1999.En cambio, quizás alguien se sorprenderá de saber que la cifra de docentes se ha incrementado en la educación pública no universitaria un 18,7%, mientras que la de alumnos disminuía un 13%. 2.116 profesores universitarios se habrán incorporado a la plantilla de las Universidades públicas, a pesar de que continúa el descenso de alumnos por cuarto año consecutivo.
Por otro lado, el gasto público y de las familias ha aumentado hasta más de 42.800 millones de euros, pero su peso respecto al PIB ha ido retrocediendo de forma paulatina desde hace 10 años. Sorprende que en un País que quiere adentrarse en la sociedad del conocimiento, el gasto en educación crezca menos que el del resto de la economía.
Un gasto público gestionado prácticamente al 100% por las comunidades autónomas, que se reparte entre la educación infantil, especial y primaria (31,6%), la educación secundaria obligatoria, Bachillerato y ciclos formativos (31,3%) y la educación universitaria (21,5%).
Para no marear más con cifras a nuestros amables lectores, les remito al Informe "Datos Básicos de la Educación en España en el curso 2004-05 editado por la Comisión de Estadística de la Conferencia Sectorial de Educación del Estado y las Comunidades Autónomas.
No obstante, si que quería señalar que probablemente, algunos de estos datos explican el profundo cambio que se está produciendo en el sistema educativo español y, pero por otro lado, no resuelven el porqué crece, al mismo tiempo, el fracaso escolar hasta el 38% de los alumnos y no el 27% mencionado oficialmente hasta ahora que abandonan el sistema escolar sin ningún título.
Es posible que la solución para superar este mayúsculo 38% de fracasos, verdadero embrión de la desigualdad social, no se supere con más profesores-funcionarios, sino, como señala Alvaro Marchesi, con una mayor autonomía de los centros para conseguir un mejor apoyo por parte de profesores contratados específicamente para mejorar el refuerzo escolar, trabajar personalizadamente en las aulas y después del horario escolar, ayudar en los deberes con los "malos alumnos” . También las políticas de prevención (intervención complementaria, por ejemplo, en las destrezas en lectura y cálculo a quien ya tiene 8 años)
Hay mucho por hacer. Mayores presupuestos ayudarían, por supuesto. Pero la magnitud del reto es tan importante y la incertidumbre sobre lo que se debe hacer tan evidente, que vale la pena que, entre todos, dediquemos tiempo a pensar, investigar, ensayar nuevas propuestas y ponerlas en práctica, para la mejora de la calidad de la educación en general y la reducción de los desequilibrios educativos como algo indispensable para favorecer la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos del futuro.
