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La educación diferente de los alumnos de altas capacidades

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Onofre R. Contreras Jordán. Catedrático de la Universidad de Castilla La Mancha y director del Máster en "Formación del Profesorado para Alumnos de Altas Capacidades"
Los alumnos con altas capacidades intelectuales son considerados como alumnos con necesidades educativas de apoyo específico por la propia legislación. Constituyen una gran diversidad y sin embargo tradicionalmente han sido olvidados por un sistema, al que también ellos podrían enriquecer.

Existe un profundo desconocimiento, que genera dificultades en el desarrollo en sus potencialidades, asignándole al sistema educativo características más reactivas que proactivas, pues en muchas ocasiones se ponen en marcha medidas educativas cuando se detecta a un alumno con altas capacidades y lo que podría parecer una obviedad, se convierte en una realidad dolorosa y es que si el alumno no es detectado, y seguidamente diagnosticado, no dispondrá de las necesarias oportunidades y medios para responder eficazmente a sus necesidades.

Diversas estimaciones muestran que la gran mayoría de estos alumnos no han recibido nunca ningún tipo de diagnóstico de sus capacidades. Los que sí han sido diagnosticados la gran mayoría muestran un bajo rendimiento, y un porcentaje significativo termina sufriendo fracaso escolar.

Sin las herramientas adecuadas y una atención integral y de calidad, el alumno no podrá desarrollar plenamente sus capacidades, pues aunque se preste especial atención a la identificación temprana, si no existe la formación adecuada de los profesores, siempre habrá una cierta cantidad de talentos que se pierdan puesto que estos se desarrollan cuando son estimulados adecuadamente. De modo que la superdotación resulta ser una capacidad potencial que dará sus frutos si se producen las condiciones educacionales y sociales adecuadas.

Esta breve visión acerca de las altas capacidades en nuestro país, nos hacen ver que existen más que suficientes motivos para cambiar la forma de pensar y de hacer pedagogía respecto a los alumnos con altas capacidades, para considerar la necesidad de ofrecer respuestas educativas realmente adaptadas a la propia diversidad que existe entre este grupo de alumnos, ya que son muchos los estudios que demuestran que las personas con altas capacidades piensan de una forma diferente a la mayor parte de la población, su cerebro procesa la información y aprende de una manera diferente a la de otras personas, de modo que es preciso prestar más atención a los diferentes procesos de aprendizaje de cada alumno con la adecuada gestión de las emociones en el aula, puesto que la  investigación científica ha ido avanzando hasta llegar nuevas aportaciones en las que se comprueba la interrelación permanente del sistema cognitivo con los procesos emocionales y motivacionales.

Las altas capacidades no aseguran por sí mismas el éxito académico. Igualmente existen alumnos con habilidades innatas que no llegan a cristalizar por falta de oportunidades, de práctica o de motivación. Evitar que esto siga siendo así es una responsabilidad que comparten las familias, los colegios y la sociedad en general.

Parece por tanto necesario ofrecer respuestas educativas que atiendan de una forma realmente efectiva a estos alumnos, ya que sin el apoyo institucional y educativo, las potencialidades de miles de alumnoscon altas capacidades pueden perderse, lo que nos lleva a otra realidad y es que en los centros escolares no suele existir una preparación específica para los docentes, además las familias suelen encontrarse en una situación de inseguridad pues a veces no encuentran la ayuda necesaria para canalizar el potencial de sus hijos, convirtiéndose en muchas ocasiones, la escuela, en un freno.

Por otro lado, existen niños de altas capacidades que han pasado por el sistema educativo sin haber recibido ninguna atención diferenciada, probable indicio de que el propio sistema carece de recursos para detectar a niños con altas capacidades, derivar a la familia al oportuno diagnóstico, y después personalizar su currículum. Como respuestas educativas, se habla de adaptaciones curriculares de ampliación, aceleración, programas de contexto enriquecido, enriquecimiento extra-escolar, considerados insuficientes, ya que por ellos pasan una mínima parte de los alumnos con altas capacidades, etc.

Para que el sistema educativo alcance unos niveles de calidad adecuados, además de participar de la mejora continua y saber adaptarse a las demandas del entorno, se debe igualmente procurar los medios para la formación integral del alumno y buscar el apoyo, compromiso y corresponsabilidad de la "comunidad educativa".

Pero la calidad de la enseñanza depende también de la calidad de sus profesores. El profesorado debe adaptarse al centro y también a los alumnos, convirtiéndose en factores de éxito, de modo que es preciso hablar de la formación de los docentes en la adquisición de la competencia en el diseño de currículos integrados, flexibles y polivalentes, que garanticen el conocimiento básico y global del mundo natural, social, matemático, etc.

En el caso de las altas capacidades, el profesor debe conocer las potencialidades de cada alumno, sin descuidar los aspectos de socialización, madurez y equilibrio personal. Debe personalizar los intereses de los alumnos y vincular estos intereses con la utilidad del conocimiento, estimulando la confianza en ellos mismos y en sus capacidades, lo que permitiría ofrecer a los alumnos una ayuda más eficaz en la construcción de su compromiso vital, con proyección de futuro, valorando la necesidad de esfuerzo, el trabajo, la perseverancia y el afán de superación.

Puesto que la educación debe ser entendida como un proceso en el que además de los contenidos, es necesario potenciar el crecimiento personal, el interés por el aprendizaje en sí mismo y los valores que permitirán que los alumnos se desarrollen de forma integral.

Por tanto, estos alumnos necesitan profesores que se interesen por ellos y por su particular manera de acceder al conocimiento, comprometiéndose a buscar y fomentar las diferencias, respetando las aptitudes y potencialidades de todos y cada uno de los alumnos, preocupándose por el proceso de aprendizaje y no solo por el producto final, tratando de obtener respuestas creativas por parte de los alumnos.

El profesor debe poseer importantes dosis de flexibilidad, rompiendo si es necesario el ritmo fijo del currículo, debe fomentar la responsabilidad e iniciativa de los alumnos en la toma de decisiones, la motivación por el aprendizaje mediante retos y propuestas que sean estimulantes para los alumnos, evitar la repetición de aquellos contenidos que el alumno ya domina, debe fomentar igualmente un ritmo de aprendizaje rápido y dinámico, potenciando el acceso al conocimiento a través de las áreas de interés del alumno.

La diversidad del alumnado, los cambios continuos de las circunstancias que rodean las relaciones sociales del alumno, dentro y fuera de ámbito escolar y el propio proceso madurativo del alumnado imponen métodos abiertos de enseñanza-aprendizaje.Son muchas las fuentes de información que, a lo largo hace ya muchos años, insisten en que los alumnos con altas capacidades necesitan currículos diferenciados y métodos de enseñanza adaptados. Sin embargo hoy seguimos quejándonos de que el sistema educativo mantiene un bajo nivel de exigencia en la instrucción, un ritmo de aprendizaje lento, donde el alumno tiene escasas oportunidades para realizar tareas a un nivel de profundidad y complejidad proporcional a sus habilidades.

Las diferencias entre, por un lado, el estilo de aprendizaje y las propias necesidades de los alumnos, y, por otro lado, el currículo y la instrucción proporcionada por el sistema educativo, pueden contribuir a un escaso nivel de motivación y bajo logro.

A pesar de todo ello, el sistema educativo español, en todos los niveles de la enseñanza obligatoria, parece haber adoptado una actitud pasiva en cuanto al tratamiento diferencial de los alumnos con altas capacidades intelectuales, pese a que la investigación más rigurosa demuestra continuamente los impactos positivos de un posicionamiento educativo de dicha naturaleza. Por ello, resulta imprescindible mejorar la formación y eficacia del profesorado para facilitar no sólo una eficaz detección, seguida de un buen diagnóstico, sino también una eficaz intervención educativa, ofreciendo suficientes oportunidades para que los alumnos puedan desarrollar sus capacidades y habilidades de forma eficaz.

La paradoja de que algunos alumnos con altas capacidades puedan presentar también fracaso escolar, dificultades de adaptación, desmotivación y baja autoestima, puede tener una solución si ofrecemos a los alumnos la posibilidad de funcionar al nivel de sus propias potencialidades

Desde este punto de vista es preciso crear propuestas concretas y eficaces, que corrijan el déficit en la formación del profesorado que se observa y facilitar la formación de aquellos que posteriormente habrán de ocuparse de la educación de los alumnos con especial talento. Es en este contexto donde aparecen proposiciones como la de la Universidad de Castilla La Mancha.

Esta universidad desarrollará el Máster en "Formación del profesorado para alumnos de Altas Capacidades", que pretende llenar el vacío formativo existente en la formación del profesorado para atender los retos de la educación de los más dotados.
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