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Web 2.0. Un paso más en la evolución hacia el aprendizaje permanente

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Pedro Díaz Simal. Director del Grupo de Investigación e-learning en Ingeniería de la Universidad de Cantabria
Los cursos virtuales tienen su punto fuerte en su capacidad de lanzar un cúmulo de oportunidades de aprendizaje aprovechando mecanismos que, si bien son tradicionales, han sido poco desarrollados en los sistemas convencionales. Sin embargo no cabe duda de que estos mecanismos han sido esencialmente los protagonistas de nuestro sistema cultural desde siempre, la capacidad de aprender e innovar, de crear redes de trabajo colaborativas, en el ámbito empresarial o científico ha estado detrás de la difusión y explotación del conocimiento desde siempre. Los sistemas de intercambio epistolar entre científicos, las publicaciones y congresos científicos, las alianzas empresariales, el trabajo en equipo…, no tendrían explicación si no considerásemos el mundo del intercambio y colaboración intelectual entre personas. No obstante la proliferación de simulaciones (second life, contactos...) basadas en emular la interacción personal vía web, permiten concebir la duda de si no estaremos creando un gigantesco sistema irreal de carácter sumamente adictivo para a continuación darle carta de naturaleza acordando una suerte de tabú sobre su veracidad. Merece la pena por tanto pararse a pensar sobre su impacto y viabilidad.

La difusión de redes de colaboración tipo Web 2.0 sin duda va a suponer un gran cambio en nuestro mundo y por tanto en nuestros mecanismos de aprendizaje, la socialización se desarrolla en nuestros tiempos por unos canales nuevos donde se busca, se interactúa, y donde reside el conocimiento, por tanto podremos mantener un sistema de aprendizaje convencional basado en contenidos, y sin duda lo haremos (sea en soporte virtual o en modelo presencial) pero sin duda estamos asistiendo a un desplazamiento de la experiencia de interacción (y de aprendizaje) hacia entornos colaborativos de otro tipo.

Existen tres cuestiones clave a debatir, por un lado sobre la naturaleza del producto, por otro lado sobre la evolución del proceso y finalmente sobre su capacidad de ofrecer resultados.

Respecto al primero ¿Podremos seguir llamando curso a un entorno donde el profesor no es el que sabe, tal vez ni siquiera haya "profesor”?, ¿Donde la combinación de intereses de los alumnos elige y condiciona el camino que siguen?, ¿Donde los alumnos no tienen conciencia de ser tales?, ¿podremos facturar por este concepto?. A mi entender la respuesta a todas las cuestiones es sí, pero a través de un mecanismo cooperativo o corporativo donde la organización del sistema educativo-formativo sea horizontal, asociaciones profesionales, cuerpos funcionariales, asociaciones científicas…tendrán como extensión natural los distintos instrumentos, que derivarán de lo que hoy conocemos como Blogs, Wiki, RSS…

Aunque sea difícil ver la estructura del negocio para el proveedor formativo, será necesario repensarse el modelo didáctico, la función docente, el papel del sistema como acreditador del aprendizaje etc..y por qué no, la financiación. Es ese sentido los alumnos tendrán otro papel, oiremos cantos de sirena hablando del fin del estudio, y los avispados descubrirán que tienen ahora muchos mas usuarios, pero que no demandarán formación, sino que aprenderán en un marco que es además adictivo. No es en realidad nada que no hayamos visto antes.

La segunda cuestión que habremos de resolver tiene que ver con la traslación a usos "serios” de las redes sociales de intercambio que conocemos, incorporar los hábitos, prácticas y actitudes propios de entornos donde los outsiders intercambian fotos y experiencias de todo tipo de forma casi-anónima, a un modelo donde los profesionales pongan en común sus dudas y traten de sacar adelante proyectos cooperativos es algo mas que meramente lanzar un portal y esperar que surja espontáneamente la riqueza. La experiencia demuestra que estos esquemas son los resultados inesperados de cursos virtuales mas convencionales que crean redes sociales que se soportan en las infraestructuras web y derivan a intercambios profesionales. Experiencias como la wikipedia son sugerentes, pero una lectura prudente nos invita a recordar el cúmulo de comunidades inactivas que pululan por la red. De nuevo nos encontraremos con la vieja pregunta, ¿qué hemos de dar a un sujeto para que se involucre en un proyecto de colaboración en la red que proporcione apoyo a necesidades específicas y canalice su interacción, ¿son esos incentivos los mismos que los que nos invitan a formar parte de redes sociales?, ¿será suficiente con incentivos asimétricos (de suma no nula) para derivar a relaciones simétricas de intercambio y colaboración leal? ¿Habremos resuelto al fin la paradoja del prisionero?. Desde mi punto de vista hay pruebas de que un núcleo básico de colaboradores entusiastas desinteresados es suficiente para lanzar el proyecto, pero dudo que existan con generalidad en lo que hoy llamamos sistema educativo. Ese será uno de los requisitos fundamentales. Otro requisito para la colaboración leal será la veracidad y verificabilidad de los sujetos que actúan. Si se cumplen estas exigencias (transparencia de personas, lealtad y confianza, masa crítica y adecuación a intereses reales) la experiencia puede triunfar, en otro caso puede quedar en otro magnífico intento.

Finalmente como tercera cuestión se plantea el problema de hasta donde podemos depositar nuestra confianza en estos métodos didácticos que configuran el paradigma emergente conectivista. Hemos de resolver la pregunta de cómo se aprende, y ello no ha recibido en realidad respuestas tan distintas a lo largo de la historia, desde luego no es oyendo y reproduciendo discursos ajenos, pero todos lo hemos hecho y nos ha ayudado mucho, desde luego no es en el laboratorio donde se aprenden ciencias experimentales, pero si prescindimos de él corremos el riesgo de perder el contacto con la realidad objeto de estudio…..

La experiencia nos demuestra que el sujeto que aprende crea categorías en las que enmarcar la realidad, construye modelos explicativos y finalmente los aplica a su realidad, los valida frente a ella y reinicia el proceso tratando de reconstruirlo y adaptarlo a las incoherencias que observa. La web2. , los cursos virtuales la ESO y la Enciclopedia Espasa ocupan su lugar en este esquema. La cuestión es que por un lado el sujeto del que hablamos es en esencia un sujeto colectivo, (la medicina, la ingeniería…) cuyo avance se consolida en el proceso evolutivo de nuestra sociedad, y por otro se ve obligado a aprender de forma continuada, no hay periodos de estudio frente a periodos de trabajo, se aprende al trabajar y se aprende siempre (¿acaso no decimos que la vida es el mejor curso?). Visto así ¿puede la web 2.0 generar hitos formales que continúen el avance del conocimiento, y faciliten su aprendizaje y validación en ausencia de nodos directores? o suponen una dispersión de los esfuerzos que no nos permite avanzar porque ya no existen direcciones cartesianas hacia las que ir. ¿Está el sujeto dispuesto a incorporar estas rutinas de trabajo-aprendizaje? Y mas aún ¿tiene el sujeto individual incentivos a seguir lealmente este camino o nos encontraremos con otra colección de oportunistas desleales?

Sin embargo, creo que para comprender el problema hemos de preguntarnos mas bien qué lugar ocupa en el gigantesco sistema de gestión del conocimiento que llamamos civilización un esquema como éste. Planteado así, creo que la función de la web 2.0 será mas bien la de ser en primer lugar un paso mas (sumamente enriquecedor) en el entorno de aplicación, crítica y valoración colectiva del conocimiento existente, y en ello habrán de centrarse los modelos de cursos virtuales futuros que quieran centrarse en los modelos web 2.0. Su tarea será estimular la crítica y la colaboración a ciegas y sus resultados habrán de ser una actitud crítica y activa hacia el aprendizaje, con lo cual los instrumentos docentes incorporarán herramientas que hoy en dia no consideramos docentes.

Por otro lado, habrá que dar cabida en nuestros cursos a un escenario simétrico del actual, no es el profesor el que genera contenidos, sino el alumno el que trata de ensamblar un discurso coherente en continuo intercambio con los compañeros, siendo la función del profesor la de tratar de estructurar la colaboración para que llegue a buen puerto. No es nada nuevo, Sócrates ya empezó algo parecido, solo que ahora somos muchos a la vez. Si abordamos este programa de docencia la experiencia puede funcionar aunque será interesante comprobar si la estructura de contenidos difiere de la convencional. Pero en todo caso, no será con los alumnos que hoy tenemos, ni por actitud, ni por compromiso ni por su situación en el ciclo formativo-profesional.

Conclusión, no estamos ante un nuevo modelo sino ante un paso más en nuestros modelos, que convivirá con los anteriores y nos enseñará a desarrollar algunas líneas que ya conocíamos pero que no explotábamos, que demolerá algunos prejuicios dejando conceptos sin contenido, que será fructífero haciendo lo que hace bien y para aquellos que estén en disposición de recibirlo y que requerirá mantener lo existente en aquello que hemos hecho bien hasta ahora destinado a aquellos usuarios que esperan ese producto. Por tanto desarrollará el sistema de aprendizaje en su conjunto, ampliará sus horizontes y facilitará otra faceta del aprendizaje que eventualmente estará mas cerca del usuario del aprendizaje.
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