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Artículo de opinión

  • 22/05/2019

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Filo Gómez Recio, Orientadora académica y profesional, y fundadora de InfoCadémica (Madrid)
Últimamente parece que va tomando la importancia que se merece la orientación académica y profesional. Se habla de profesionalizar esta figura, dando competencias e importancia a la labor de la orientación dentro de los centros académicos, tanto institutos como centros de Formación Profesional.
 
Esta misión, cuya importancia es fundamental para el correcto discurrir por la vida académica de nuestros jóvenes, no puede estar exclusivamente en mano de una persona. La orientación académica y profesional debe recaer en un equipo. Un equipo cuya labor sea exclusivamente la orientación, ya que de ello depende la reducción del fracaso académico, una correcta trayectoria laboral y menores tasas de desempleo. Considero que cualquier inversión que se realice al respecto será menor que los costes de la consecuencia de no llevar a cabo ese servicio al alumnado.
 
La orientación en los centros públicos fue entendida como una manera de distribución del alumnado, ya que no todos podían seguir las mismas vías académicas además de corregir los problemas adaptativos de los mismos. Pero con este trabajo se desdibuja la orientación académica como tal.
 
En mi experiencia en un centro público de la Comunidad de Madrid, he observado el poco tiempo y recursos con los que cuenta el Departamento de Orientación. Dedicadas normalmente a ayudar al alumnado con problemas adaptativos o curriculares y sin tiempo para nada más.
 
 
"La falta de recursos humanos o medios económicos para dotar del personal necesario al Departamento de Orientación de cada centro educativo es la principal traba para ofrecer este servicio tan necesario".
 
En la orientación del alumnado durante su paso, sobre todo, por el instituto debe haber un equipo que lleve a cabo las labores necesarias de orientación académica. Es de crucial importancia para el futuro laboral de nuestros jóvenes. La incertidumbre y las dudas en la elección de itinerarios, la mayoría de las veces se resuelve con el abandono de los estudios.
 
Mucho se facilitarían las cosas si se introdujera otra figura profesional en esta labor. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid forma todos los años a personas capacitadas para asesorar en los itinerarios académicos al alumnado y a sus familias, profesionales que se podrían dedicar, bajo la supervisión de la persona responsable del Departamento de Orientación a esta labor. Se trata del Informador Juvenil (en mi caso, Informadora).
 
La mayoría del alumnado necesita información para poder tomar decisiones tan importantes como la elección de itinerarios y posteriores estudios superiores. Necesitan saber la oferta formativa de su Comunidad o de otras Comunidades. La oferta de Ciclos Formativos, de Grados Universitarios, de estudios no reglados, así como el cambio de opciones si se equivocaron al elegir.
 
Estas funciones son competencia del Informador Juvenil, pero no es una figura que se encuentre en los centros académicos donde estaría en contacto con el alumnado y su familia, y podría resolver las dudas de estos. El Informador Juvenil está en ayuntamientos, lejos del contacto cercano que tendría en un instituto.
 
La falta de recursos humanos o medios económicos para dotar del personal necesario al Departamento de Orientación de cada centro educativo es la principal traba para ofrecer este servicio tan necesario. Todas las encuestas realizadas en el centro en el que he colaborado ponen de manifiesto la necesidad de un servicio de información, cercano y permanente, con el que poder contar desde 3º de la ESO. Necesidad que se incrementa en Bachillerato.
 
La solución pasa por preparar equipos especializados en itinerarios académicos y profesionales que se encarguen de transmitir la información necesaria al alumnado y sus familias, y que incentiven la implicación del profesorado, las empresas, las familias y, por supuesto, el alumnado, dotando a estos últimos de los recursos necesarios para aprender a tomar decisiones con confianza.
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