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La profesionalización de la orientación académica y profesional: una propuesta contrahegemónica

Artículo de opinión

  • 22/05/2019

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Héctor Magaña Vargas, Doctor en Pedagogía y director de la Revista mexicana de orientación educativa (México)
Es un acierto incluir como uno de los temas centrales de este monográfico la orientación académica y profesional, así como la profesionalización y formación de los orientadores y las orientadoras. En este artículo abordo la temática a partir de las necesidades generadas por los jóvenes en este contexto de posmodernidad. Me interesa presentar algunos puntos centrales donde postulo mi perspectiva de la orientación y propongo algunos ejes de análisis para el debate de las ideas.
 
La orientación educativa, académica y profesional se antagoniza entre la exclusión y la incertidumbre y es el momento de ofrecer propuestas alternativas a los modelos hegemónicos que han dominado la praxis de la orientación en México y América Latina. Debemos rescatar los aportes de nuestros intelectuales, y construir opciones viables de y hacia nuestra realidad cotidiana. Es el momento de alimentarnos de la filosofía latinoamericana, la psicología latinoamericana y de los aportes de nuestros intelectuales, los históricos y los contemporáneos, que han generado obras significativas en orientación. Es el momento de su lectura, análisis y crítica, para, de esta manera proponer nuestra visión latinoamericana de orientación.
 
Mi concepción de la orientación obedece a reflexiones realizadas a lo largo de más de 25 años de trabajo en esta área del saber de las ciencias de la educación y principalmente en la formación de orientadores a nivel nacional e internacional. Considero que la orientación, en sus diversas acepciones (educativa, académica o vocacional, y profesional), es una construcción discursiva y retórica, toda vez que, en todo momento, el orientador y la orientadora elaboran un discurso que pretende influir en el imaginario del futuro de los jóvenes estudiantes.
 
Este discurso orientador se ve reflejado en el contexto histórico, social, político y cultural en el que nos desenvolvemos y que tiene un impacto dentro y fuera de la escuela o de los espacios formalmente constituidos como centros educativos. Entonces, la praxis de la orientación se convierte en un diálogo entre el profesional de la orientación y el orientado. Es un encuentro de múltiples posibilidades, de la misma manera que en este proceso el sujeto se construye y deconstruye sistemáticamente.
 
"Es necesario mantenerse actualizado como profesional de la orientación. Esto significa estar al tanto y participar en los eventos académicos de nuestra área del conocimiento, congresos nacionales e internacionales, foros y demás eventos académicos".
 
A continuación, presento algunas tesis que permiten abordar cómo debe ser la formación de los y las orientadoras.
 
Se incluyen ideas que van desde la actualización profesional por medio de diplomados y estudios de posgrado, hasta la construcción de un proceso identitario vinculado al ejercicio de una profesión denominada orientación educativa. Propongo iniciar con el debate de quiénes somos y cuál es nuestro papel en los sistemas educativos en los que nos desarrollamos.
 
  • Proceso identitario. La identidad concebida como algo inacabado, complejo, siempre cambiante y debe ser vista como un devenir constante entre la vida cotidiana y la vida profesional.
     
  • Vocación ontológica. Es la posibilidad de constitución como sujetos en falta, incompletos y que hemos constituido una praxis profesional vinculada a la construcción de nuestra vocación como orientadores.
     
  • Ética profesional. Toda acción orientadora debiera estar guiada por una ética profesional.
     
  • Actualización profesional. Es necesario mantenerse actualizado como profesional de la orientación. Esto significa estar al tanto y participar en los eventos académicos de nuestra área del conocimiento, congresos nacionales e internacionales, foros y demás eventos académicos, de la misma manera que implica la lectura y el análisis de las publicaciones periódicas de la orientación educativa y vocacional.
     
  • Asumir una postura teórica-epistémica. Definir un enfoque y perspectiva bajo la cual se guía la acción orientadora(praxis) como una forma de aplicar, integrar la teoría y la posibilidad de integrar varias perspectivas bajo una vigilancia epistemológica (ecléctica o sincrética).
     
  • Alfabetización digital. Conocer los sistemas expertos en orientación, redes sociales, manejo de la internet, aplicaciones educativas, TIC.
     
  • Manejo de las técnicas e instrumentos. Saber manejar los inventarios, los test de orientación, cuestionarios, estandarizados y creados exprofeso.
     
  • Cultura disciplinaria. Hablar, pensar, actuar, soñar, leer y escribir como profesionales de la orientación.
     
  • Producción y difusión del conocimiento. Generar conocimiento y difundirlo tiene que ver con la escritura, publicación y difusión de los principales hallazgos de lo estudiado. Desarrollar la investigación y crear colegios, grupos y colectivos diversos para conocer más sobre nuestra disciplina y en la medida que se fortalezcan estos grupos de trabajo, contribuir al mejoramiento de la orientación. Estas redes de investigadores tendrán que ser locales, nacionales e internacionales para generar conocimiento transdisciplinario.
     
  • Emoción-afectos. Sin afecto y amor no es posible desarrollar la identidad profesional. Mi propuesta está centrada en superar el dualismo cartesiano donde se separa la mente y la emoción. La razón y la emoción sustentan todo proceso educativo y por ende es uno de los principales elementos del proceso enseñanza y aprendizaje. Impactar al cerebro emocionante como lo proponen en el rizoma de la racionalidad[1]
 
[1] Reygadas, P. y Shanker, S. (2008). El rizoma de la racionalidad el sustrato emocional del lenguaje. México: Grupo editorial Cenzontle.
 
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