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"El aprendizaje-servicio une el éxito escolar con el compromiso social de niños, niñas y jóvenes, de manera que éstos tengan la oportunidad, por lo menos una vez en su proceso educativo, de actuar como ciudadanos"

Entrevista


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Entrevista a Roser Batlle. Licenciada en Pedagogía por la Universitat de Barcelona y miembro de la Asociación Ashoka Emprendedores Sociales, para desarrollar el proyecto de difusión del aprendizaje-servicio en España
¿En qué consiste el aprendizaje-servicio (APS)?

El aprendizaje-servicio es una manera de aprender haciendo un servicio a los demás. No es una metodología sofisticada y compleja, sino una práctica bastante sencilla, que todos los buenos maestros, las buenas escuelas y las buenas entidades sociales han practicado alguna vez, frecuentemente sin darle este nombre. Por tanto, no es un invento, sino un descubrimiento.

Vamos a poner un ejemplo:
  • Si los chicos y chicas colaboran reforestando un bosque quemado después de un incendio, están haciendo un servicio a la comunidad.
  • Si lo que hacen es investigar las características del bosque mediterráneo y las causas del incendio y sacan conclusiones, entonces están haciendo un buen aprendizaje práctico.
  • Pero si los chicos y chicas contribuyen a reforestar el bosque quemado al mismo tiempo que descubren sus características, investigan las causas del incendio y sacan conclusiones... entonces están haciendo un aprendizaje-servicio.
Para ser más exactos, una definición completa sería la elaborada por el Centre Promotor d'Aprenentatge Servei:

El aprendizaje-servicio es una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto bien articulado, en el cual los participantes aprenden a la vez que trabajan sobre necesidades reales del entorno con la intención de mejorarlo.


En el APS se funden intencionalidad pedagógica e intencionalidad solidaria, por tanto, es un proyecto educativo con utilidad social.

Une el éxito escolar con el compromiso social de niños, niñas y jóvenes, de manera que éstos tengan la oportunidad, por lo menos una vez en su proceso educativo, de actuar como ciudadanos, haciendo un servicio a los demás y aprendiendo de esta experiencia.

¿Cuándo y dónde surgió este concepto? ¿Cuándo aparece en España?

La primera vez que se utilizó el nombre Service-Learning (aprendizaje-servicio) para describir prácticas solidarias asociadas a aprendizajes concretos fue en Estados Unidos en los años 60. Pero antes de elaborar teóricamente el concepto, ya se habían estado desarrollando muchísimas experiencias no sólo en Estados Unidos, sino también en otros países, como relata María Nieves Tapia, una de las más reconocidas expertas internacionales, en Aprendizaje y servicio solidario (2006).

Lo que ocurre es que se trataba de experiencias sobre todo de servicio a la comunidad (community service), enfocado como un retorno moral que los estudiantes, especialmente los universitarios, debían a la sociedad a cambio de lo que la ésta estaba apostando por ellos.

En cualquier caso, como dice la definición catalana y el resto de las más de 200 definiciones que se manejan en el mundo, el valor educativo del aprendizaje-servicio reside precisamente en la combinatoria de estos dos elementos, puesto que cada uno refuerza al otro: el aprendizaje aporta calidad al servicio y el servicio otorga sentido y responsabilidad social al aprendizaje.

En España se empieza a hablar de aprendizaje-servicio en el 2004. En el año 2005 se creó el Centre Promotor Aprenentatge Servei en Cataluña; en el año 2008 se formalizó la Fundación Zerbikas en el País Vasco; en el 2009 el Grupo Promotor APS de Madrid y en el 2010 ya hay 9 CCAA con algún núcleo impulsor de aprendizaje-servicio en su territorio, en diferentes niveles de consolidación: Cataluña, País Vasco, Comunidad de Madrid, Galicia, Castilla-La Mancha, Andalucía, Valencia, Cantabria y Aragón.

Estos núcleos territoriales intentan reunir un colectivo plural de diversos sectores educativos y sociales: profesorado, entidades sociales, universidades, administraciones públicas, sector privado, a fin de compartir y difundir conocimientos y experiencias, bajo la premisa de que el aprendizaje-servicio es patrimonio de todos.

Además, recientemente se formó el colectivo APS (U), que agrupa profesorado universitario interesado e implicado en desarrollar aprendizaje-servicio de manera específica en este nivel educativo.

El pasado 3 de noviembre se constituyó la red española que reúne estos grupos impulsores, una red ligera y horizontal inspirada en la convicción de que el APS es patrimonio de todos, que es posible y deseable compartir y construir conocimiento juntos.

El concepto se extiende rápidamente porque en definitiva las prácticas solidarias en los centros educativos están bastante arraigadas, y evolucionarlas hacia proyectos de aprendizaje-servicio representa, frecuentemente, cualificarlas y amplificarlas, sistematizando, reforzando y evaluando los aprendizajes que se adquieren con ellas. Es emocionante y no es difícil.

¿Qué conocimientos, competencias y valores promueve el aprendizaje-servicio (APS)?


Tomando como referente conocido y flexible, los 4 pilares de la educación del siglo XXI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir; podríamos constatar que el aprendizaje-servicio permite promoverlos todos:
  • Aprendizajes cognitivos relativos a conocimientos de retos o problemas sociales; de las asociaciones y personas comprometidas en impulsar soluciones; así como la visión más ajustada y realista del mundo en que vivimos.
  • Aprendizajes procedimentales y de habilidades en la realización y gestión de proyectos; en las destrezas y competencias específicas del servicio que se desarrolla; y en el despliegue de las aficiones y capacidades personales puestas al servicio e los demás.
  • Aprendizaje de actitudes y valores de autonomía personal, interiorización de los valores humanos a través de su práctica, conciencia crítica y capacidad de compromiso.
  • Aprendizaje de la convivencia en el desarrollo del trabajo en equipo; de las actitudes y hábitos prosociales y las habilidades comunicativas.
Existen actualmente muchas investigaciones sobre los resultados del aprendizaje-servicio en el rendimiento y la personalidad de los estudiantes. En este sentido, es destacable la aportación del profesor Andrew Furco, de la Universidad de Minnesota: El impacto educacional del aprendizaje-servicio: ¿Qué sabemos a partir de la investigación? (2004), en este estudio muestra cómo se registran mejoras en todos los ámbitos.

¿Qué temáticas tratan las acciones de APS (medio ambiente, exclusión social, etc.)?

Vamos a poner algunos ejemplos más:
  • En el proyecto Cibermánagers(1), chicos y chicas de secundaria imparten sesiones de prevención de riesgos (ciberbulling, pederastia, vulneración de la intimidad...) a través de internet, dirigidas a niños y niñas de primaria. Naturalmente, para poder orientar a los niños y niñas, los adolescentes deben sensibilizarse y formarse primero en estos riegos.
  • En el proyecto Sin levantar la mano(2), chicos y chicas de Bachillerato, en el marco de la asignatura de Medios Audiovisuales, realizan reportajes de vídeo para la televisión local sobre las entidades sociales de la ciudad, con la finalidad de colaborar en la difusión de estas asociaciones entre la población.
  • En el proyecto Ocupados en construir(3), chicos y chicas de secundaria diseñan y construyen un albergue juvenil dirigido al conjunto de la sociedad. De esta manera aprenden a participar, a trabajar en equipo, tomar decisiones, ejercitar destrezas técnicas y esperar resultados a largo plazo.
Como es evidente, cualquier necesidad social puede ser objeto de un proyecto de aprendizaje-servicio. Los proyectos más frecuentes son de:
  • Apoyo a la formación: enseñar conocimientos y habilidades a otras personas. Por ejemplo: refuerzo escolar, clases de lengua para recién llegados, formación compensatoria de la brecha digital...
  • Ayuda próxima: Ayudar a personas del entorno que tienen dificultades. Por ejemplo: personas en riesgo de exclusión, personas inmigradas, personas con discapacidades físicas o psíquicas, personas que se sienten solas...
  • Relaciones intergeneracionales: Organizar actividades conjuntamente con personas mayores. Por ejemplo, recuperación de la historia local, impulso de proyectos conjuntos entre estas y jóvenes...
  • Medio ambiente: Colaborar en la preservación del medio ambiente. Por ejemplo, recuperación de zonas amenazadas o deterioradas, reciclaje, ahorro energético, cuidado de la fauna del territorio...
  • Dinamización cultural: organizar actividades cívicas o culturales para todos. Por ejemplo, actividades interculturales, campañas cívicas, dinamización de fiestas populares, movilizaciones y reivindicaciones populares...
  • Patrimonio cultural: colaborar en la conservación y difusión del patrimonio arquitectónico, histórico, artístico. Por ejemplo, apadrinar monumentos, diseño y trazado de rutas turísticas...
  • Solidaridad y cooperación: participar en campañas de sensibilización o de captación de fondos. Por ejemplo, en defensa de los Derechos Humanos, para causas humanitarias...
  • Salud: promover la salud y la prevención de riesgos. Por ejemplo: difusión de estilos de vida saludables, prevención de adicciones, campañas de donación de sangre...
  • Medios de comunicación: Sensibilizar a la población a través de los medios. Por ejemplo, hacer revistas, programas de radio, de televisión, registrar vídeos, etc. para difundir en el entorno un problema o una causa social.
¿A qué edad recomienda que se introduzcan estas actividades?

En Argentina, uno de los países con una práctica más sólida y de mayor calidad en aprendizaje-servicio, se desarrollan proyectos incluso en el Parvulario.

También en nuestro país existen muchas prácticas de aprendizaje-servicio protagonizadas por niños y niñas pequeños. Por ejemplo, actuaciones en el medio ambiente, colaborando en reforestar un parque, conservarlo o difundirlo. O prácticas en que los mayores de la escuela se preparan, en su clase de Lengua, para contar cuentos a los más pequeños, reforzando así sus propios hábitos de lectura, concentración y expresión oral.

Los niños y niñas pequeños ya pueden actuar como ciudadanos contribuyendo con una pequeña acción solidaria a mejorar alguna cosa del entorno, aprendiendo con esta experiencia.

Creo que es importante empezar con pequeños y concretos proyectos en edades tempranas, para experimentar cuanto antes la alegría de provocar cambios, de mejorar las cosas, al tiempo que aumenta la autoestima y la relación positiva y responsable con el entorno.

El aprendizaje servicio está bastante extendido en escuelas, institutos, centros de educación no formal… ¿Cuál es la situación en la universidad? ¿Cree que debería potenciarse más?

En junio del 2010 el ICE de la Universidad de Barcelona acogió con gran éxito un encuentro de profesores universitarios de diferentes universidades españolas. Ciertamente, en nuestro país el aprendizaje-servicio empezó a prender en la escuela Primaria y Secundaria, pero las Universidades se han sumado con gran entusiasmo.

Claro que debería potenciarse más, porque la exigencia europea del desarrollo de competencias en la universidad implica cambios metodológicos importantes, y el aprendizaje-servicio puede ser una herramienta muy útil, ya que proporciona contextos reales donde ejercitar las competencia. Es recomendable el libro de Miquel Martínez Aprendizaje-servicio y responsabilidad social de las universidades (2008), dónde argumenta el valor de esta metodología en el ámbito de la educación superior. No en vano en algunos países, como por ejemplo en México, es necesario realizar este tipo de proyectos para acceder a la titulación universitaria.

A partir de su experiencia, ¿Cuál es la respuesta de estos jóvenes ante este tipo de actividades? ¿Considera que se motivan más si vinculan los aprendizajes a un servicio útil para otras personas?


Como ha demostrado Andrew Furco en sus investigaciones, la mejora más espectacular de los chicos y chicas que practican aprendizaje-servicio reside en el área del desarrollo personal: motivación, autoestima, empoderamiento, compromiso...

Aunque todavía no disponemos en nuestro país de una investigación acabada, la experiencia que tenemos coincide con estos resultados. Los chicos y chicas están más motivados cuando encuentran sentido a lo que estudian. Y si lo que aprenden revierte en beneficio de los demás, el significado de los aprendizajes se vuelve más evidente y potente.

Es especialmente interesante lo que ocurre con chicos y chicas que tienen dificultades sociales, conductas disruptivas o problemas de inhibición y mala relación con los demás. Muy frecuentemente los proyectos de aprendizaje-servicio los atrapan y se transforman. Se vuelven más responsables. Es impresionante oírles cuando reflexionan sobre lo que les ha aportado la experiencia: todos relatan cambios positivos en sí mismos, todos expresan satisfacción por el hecho de haber sido útiles a los demás.

¿Quién debe implicarse y en qué medida en el APS, los ayuntamientos, los centros, las instituciones privadas, ONGs…?

Un proyecto de aprendizaje-servicio es un lugar de encuentro de los agentes educativos y sociales de un territorio. Es una experiencia que a todos interesa, porque todos ganan con ella.

Porque si bien el aprendizaje-servicio es una metodología educativa, una herramienta pedagógica, se puede valorar también desde otras miradas. El aprendizaje-servicio es también una herramienta de desarrollo comunitario, de cohesión social, un proyecto integral de educación para la ciudadanía y de fortalecimiento de la comunidad.

El APS fortalece la comunidad porque aumenta el reconocimiento de los demás, y la creación de confianza y seguridad entre la población, compartiendo valores y normas imprescindibles en el trabajo en red. Las iniciativas que mejoran el entorno proporcionan experiencia de inclusión a los participantes, aportando cohesión social.

Con experiencias de aprendizaje-servicio se incrementa, pues, el capital social, creando un efecto multiplicador: el aumento de capital social fortalece y multiplica las redes entre los agentes sociales y estas redes, fortalecidas, producen a su vez más capital social.

Por tanto, conviene que en estos proyectos se impliquen todos los agentes. Como dice Alberto Croce, educador popular y también experto argentino en aprendizaje-servicio, no sólo debemos colaborar porque sólos no podríamos, sino que deberíamos colaborar porque queremos trabajar juntos.

Una experiencia exitosa de aprendizaje-servicio nacida bajo el auspicio de una entidad social y compartida actualmente con muchos centros educativos formales y no formales, es la que promueve el Banco de Sangre y de Tejidos de Cataluña. Esta entidad impulsa, desde hace tres años, un proyecto de aprendizaje-servicio con la población menor de edad, en el ámbito escolar y también en las organizaciones de tiempo libre infantil y juvenil. A través de este proyecto, niños y adolescentes -que no pueden donar por ser menores- aprenden conocimientos sobre la sangre y la problemática de la donación y diseñan y llevan a cabo una campaña de donación en la comunidad.

¿Qué relación existe entre APS y la asignatura de Educación para la Ciudadanía?


La asignatura representa un espacio idóneo para experimentar proyectos de aprendizaje-servicio, en particular aquellos que representan una transformación de una práctica solidaria que el centro ya desarrolla, en una práctica dónde los aprendizajes se vertebraban fácilmente al temario de Ciudadanía: Civismo, Derechos Humanos, Objetivos del Milenio, Pobreza...

Ciertamente esta asignatura es un buen espacio para el APS, pero también lo es la clase de Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Biología, Expresión Musical, Inglés... En este momento se desarrollan proyectos APS en muchas materias y no sólo la de EPC.

¿Existen algunos ejemplos de buenas prácticas en el ámbito del APS a nivel europeo? ¿Y a nivel mundial?

En Europa el concepto no está muy extendido todavía. Hay iniciativas de aprendizaje-servicio conceptualizadas como tales en Holanda, Reino Unido, Alemania, Suiza y Rumanía, que yo sepa.

El caso de Holanda es muy interesante: A día de hoy, un 97% de escuelas desarrollan prácticas de servicio a la comunidad. A partir de septiembre del 2010 los estudiantes de secundaria deben realizar entre 48 y 72 horas de aprendizaje-servicio, obligatoriamente en entidades no lucrativas y de voluntariado(4), en el momento que el instituto decida. El gobierno tiró adelante esta normativa motivado por el descenso del voluntariado en la sociedad holandesa (en particular entre los inmigrantes), la necesidad de fortalecer las actitudes cívicas y de responsabilidad de los ciudadanos y la necesidad de innovar en metodologías educativas.

Por otro lado, creo que Argentina es uno de los países más potentes y veteranos en políticas educativas de aprendizaje-servicio, del cual podemos aprender mucho. En octubre del 2009 se calculaba que 1.900.000 estudiantes argentinos y más de 15.000 centros educativos de todos los niveles practicaban el aprendizaje-servicio. Se ha convertido en una experiencia prestigiosa generadora de una gran creatividad, y esto ha sido tremendamente útil para un país que ha atravesado una de las crisis económicas y sociales más profundas.

Actualmente, la Ley de Educación Nacional de Argentina incluye explícitamente la propuesta del aprendizaje-servicio, y la coloca también como práctica obligatoria en el currículum de la Educación Secundaria.(5)

Notas al pie:

1.- www.cibermanagers.com
2.- http://apsmataro.blogspot.com
3.- www.injucam.org
4.- Civic Interships in the Netherlands, en www.movisie.nl.
5.- Resolución CFE Nº17/07 en www.me.gov.ar/edusol.
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