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Vivir las tradiciones

Editorial

Más allá del merecido descanso vacacional se pueden aprovechar estas fiestas para recuperar una parte mayor o menor de la propia identidad, aprender de las tradiciones, disfrutando de su sentido social y hasta lúdico pero también incorporando algunos de los valores que se desprenden de ellas y que, han configurado la cultura en la que vivimos.


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Enric Renau. Editor
La Semana Santa es percibida para muchos como un breve periodo vacacional después del trimestre más intenso y largo del año. La falta de fiestas intermedias nos hace esperar estas fechas con deleite. Más incluso que en otros períodos de un curso organizado de forma poco racional, combinatoria de tradiciones cristianas y de celebraciones institucionales.

La Semana Santa existe, pues, por la tradición judeo-cristiana que acoge, de buen grado, a devotos, a creyentes no practicantes y a agnósticos, ateos y a fieles de otras religiones.

Por lo tanto, más allá del merecido descanso vacacional se pueden aprovechar estas fiestas para recuperar una parte mayor o menor de la propia identidad, aprender de las tradiciones, disfrutando de su sentido social y hasta lúdico pero también incorporando algunos de los valores que se desprenden de ellas y que, en buena medida, han configurado la cultura en la que vivimos.

Para los que tenemos hijos, celebraciones como la bendición de las palmas, el rito de la pasión de Jueves Santo, el huevo o "mona de pascua” ponen a prueba nuestra formación religiosa, nuestra coherencia y nuestra capacidad de transmitir nuestros valores, sean católicos, musulmanes o agnósticos.

Para nuestros hijos, estos momentos pueden ser interpretados como un acto más de consumo en el tiempo de ocio o, por lo contrario, pueden ser vividos en comunidad, con la familia, amigos y los conciudadanos, compartiendo con ellos lo poco que recordamos de los orígenes de estas tradiciones.

Creo que, en general, las personas cada vez más buscamos la autenticidad de las cosas. Lo que comemos. Lo que visitamos como turistas. Lo que disfrutamos cuando vamos al teatro o al cine.

Las tradiciones propias son auténticas, aunque algunas tienden a prostituirse. No obstante, más allá de importar ritos o costumbres foráneas, aprendamos más de las nuestras y disfrutemos de ellas plenamente.

Enric Renau
Editor

editor@educaweb.com
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