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Artículo de opinión

  • 26/10/2017

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Joaquín Danvila y Víctor Núñez, Director comercial y de Marketing del grupo CEF/UDIMA y profesor de periodismo en la Universidad a Distancia de Madrid

Los profesionales del mundo educativo y formativo se encuentran actualmente en un estado de situación novedoso, influidos de manera importante por el entorno digital en que vivimos, por un alumno cada día más exigente y por la necesidad de adaptarse con propuestas de valor a un mercado en continuo movimiento.

Y es que, en la formación, hemos vivido históricamente una situación donde la excelencia académica, el rigor y la calidad del servicio y la satisfacción del alumno, han sido los elementos clave de aquellos centros que persiguen, como diferencial competitivo, una experiencia de cliente que les permita, al fin y al cabo, ser los elegidos frente a sus competidores.

Pese a todo, la realidad del día a día de un centro educativo obliga a una necesidad permanente de que cursos, programas, calendarios...estén bien organizados, no haya descuadres, todo funcione y el alumno, de aulas presenciales y virtuales, pueda beneficiarse de una organización impecable.

El alumno demanda una buena organización, una calidad docente excelente, un trato correcto y la percepción permanente de que su elección ha sido la mejor para formarse o para elegir el centro educativo. La enorme proliferación de ofertas variadas y la mejora notable y permanente de la calidad han hecho que el alumno quiera, cada vez más, sentirse permanentemente reforzado en la decisión que le condujo a elegir un centro.

Todo esto es ya más que suficiente para que los profesionales responsables de instituciones educativas sean conscientes de que ya no solo hay que velar por la calidad de su servicio, además hay que saber comunicarla, demostrar nuestro buen hacer y hacerse notar de manera continua entre sus usuarios actuales y potenciales. No se trata sólo de hacerlo bien, sino que se trata, adicionalmente, de aprovechar acciones de marketing para hacer consciente al alumno, de manera permanente, de que su elección ha sido la correcta.

Ante esta situación, surge la necesidad de aprovechar las capacidades que, a día de hoy, nos brinda el Marketing educativo, un marketing que nos va a permitir utilizarlo como vehículo de imagen y comunicación que nos ayude a reforzar, interna y externamente, las bases para una buena reputación, ya que, en el entorno educativo y formativo, la primera toma de contacto, junto a la reputación son, sin duda, elementos diferenciales entre las propuestas existentes en el mercado.

Pero, si bien a través del Marketing educativo sabemos que la reputación hay que lograrla, hacerla ver entre el usuario y comunicarla debidamente a medio y largo plazo, también debemos entender que la primera toma de contacto entre potencial cliente y centro educativo es clave para su decisión final de matriculación.

En el entorno educativo, al igual que en la docencia y el mundo académico, el impacto exclusivamente en el corto plazo apenas existe, ya que un error o un buen servicio genera una reputación, negativa o positiva respectivamente, que nos perseguirá durante el largo plazo. Sin embargo, entre dos centros de prestigio y gran reputación, una diferencia en la primera toma de contacto sí puede ser determinante en su toma de decisión.

En este sentido, existen determinados momentos especialmente sensibles para la captación de alumnos y que se han convertido en auténticos momentos de la verdad para muchos centros. Uno de los más importantes, en la actualidad, son las Jornadas de Puertas Abiertas (JPA). Cada vez son más centros los que deciden recurrir a este tipo de eventos, desde centros universitarios y de posgrado, pasando por colegios e, incluso escuelas infantiles. Las JPA son un buen momento para que las familias o futuros alumnos conozcan de primera mano un centro educativo y mostrar lo mejor de sí mismos. Normalmente se plantean como una jornada festiva en la que los centros tratan de engalanarse para que las familias vean no solo sus instalaciones, sino también, los distintos recursos y metodologías utilizadas por el centro, pero, sobre todo, para que conozcan de primera mano a las personas que hacen posible el proyecto educativo. Es ahí donde debe ponerse el acento, pues son las personas el verdadero eje que mueve el marketing educativo y la base de su éxito.

El reto para todos los centros, especialmente para los que pertenecen al mundo online, es que la experiencia sea tan intensa e impactante como en los centros del mundo físico. El uso de vídeo streaming, incluso de la realidad virtual y aumentada, abren un universo impresionante de posibilidades para mostrar nuestra oferta de una forma tan atractiva y elocuente como si las hiciéramos presencialmente. De hecho, ya existen centros que ya retrasmiten sus JPA físicas en vídeo a través de sencillas plataformas como Periscope o Facebook Live.

Uno de los elementos a tener en cuenta en unas JPA y que puede ser de gran utilidad para este momento y para muchas más acciones de marketing educativo, son los antiguos alumnos, los mejores embajadores de marca. Nada más creíble a la hora de propagar nuestro prestigio, nuestra imagen...,  y convertirse en los mejores prescriptores que podemos tener que quien ya pasó por allí y da testimonio del papel que jugó el centro en su formación. En este sentido, conviene contar con los antiguos alumnos más brillantes y que más se identifiquen con nuestro proyecto.

Y es que, para concluir, el Marketing educativo debe empezar por el producto, dar formación o educación de calidad, con un buen servicio al alumnado, pero siempre debería trabajar de manera muy especial con los eventos y momentos en los que conseguimos atraer a nuestros potenciales clientes recordando que solo se puede causar una vez una buena primera impresión.
 
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