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La dirección de un centro educativo: claves para una gestión de tareas complejas

Artículo de opinión

  • 10/11/2016

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Dario Assante, Director de IED Madrid
Sin duda dirigir un centro escolar es una actividad compleja porque obliga a enfrentarse a múltiples tareas y responsabilidades de naturaleza muy diversa, que van desde las del ámbito más propiamente pedagógico a las que están vinculadas al management de una empresa y a la gestión del capital humano.

Hoy en día seguramente lo más difícil es llegar a combinar, con el debido equilibrio, las exigencias educativas con la importancia de cuadrar recursos y personas dentro de una estructura que tanto pública como privada tiene que funcionar de forma eficiente. Y es justo este equilibrio lo que más quebraderos de cabeza suele dar a los directores de centros escolares: la excelencia académica se sustenta por altos estándares organizativos que, a menudo, son difíciles de conseguir.

Entre las competencias que ayudan a desempeñar estas funciones está la capacidad de definir las estrategias principales que marquen de forma clara el camino hacia donde tiene que dirigirse un centro educativo. Tener siempre bien claros cuáles son los objetivos, tanto los pedagógicos como las metodologías didácticas que se van a seguir, es imprescindible para que cada decisión esté razonada y justificada, y así todo el equipo pueda compartirla.

Esta premisa va a reforzar el liderazgo del director del centro: una condición que es clave en toda la organización de equipos, sobre todo cuando está en juego una misión tan sensible ligada a aspectos éticos como es la formación de personas. Un buen director sabe transmitir a todo el equipo los valores de la institución que dirige porque la enseñanza no se circunscribe al aula sino que es la suma de actitudes, comportamientos y buenas prácticas que los alumnos absorben desde el momento en el que cruzan el umbral de la escuela.  

La formación necesaria para poder enfrentarse a retos tan ambiciosos y nobles puede ser diversa pero debe incluir sin falta un componente de management, tanto en los programas clásicos de cursos tipo MBA como en aquellos que se centran en la gestión estratégica y en la capacidad de resolver problemas y conflictos de forma disruptiva y eficaz. Siguiendo el segundo enfoque, en el IED Madrid hemos creado el Master of Strategic Design Labs en el que formamos a profesionales para que puedan transformar sus ideas en oportunidades de negocio considerando los clientes, el mercado, la comunicación, las tecnologías de la información y la sostenibilidad.

Además, es fundamental e imprescindible, a mi manera de ver, el paso previo por la enseñanza. Todo director debe haber impartido clase en algún momento de su vida: solo así tendrá la sensibilidad y la conciencia de lo que pide el alumnado, de lo que significa tener las condiciones óptimas para la transmisión del conocimiento, tanto materiales como organizativas. Esta experiencia permitirá una verdadera empatía con sus futuros colaboradores, entendiendo sus problemáticas, exigencias e idiosincrasias, estableciendo un lenguaje común que facilitará el dialogo y el liderazgo.

En el centro que dirijo, el IED Madrid, tengo la suerte de haber vivido todas estas etapas, empezando como docente para luego ser coordinador y, finalmente, jefe de estudios y director. Suerte por conocer de cerca la formación; suerte por trabajar con perfiles muy diversos desde el comienzo y desde la base; suerte por participar en la evolución de la escuela y poder ser influyente en cada decisión importante de la gestión.

Por este motivo, recomiendo que el recorrido personal y profesional de cada director esté siempre vinculado con el saber hacer de pedagogo, un requisito al que sucesivamente será más fácil sumar las otras competencias claves que hemos destacado en este breve texto.
 
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