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La Diputació de Barcelona al servicio de las familias

Artículo de opinión

  • 09/02/2015

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Sara Maroto, Laura Abillar, Tècniques de la Gerència de Serveis d?Educació de la Diputació de Barcelona
Hace ya tiempo que en el mundo educativo tenemos clara que la educación tiene lugar mucho más allá de la escuela, siendo la familia uno de los principales agentes implicados en ella.
 
También hablamos del entorno, aquel territorio específico en el que tienen lugar los procesos educativos y que tiene una influencia directa sobre su desarrollo.
 
Des de la Diputació de Barcelona, concretamente des de la Gerència de Serveis d'Educació, como administración territorial, ofrecemos un servicio de asesoramiento a los ayuntamientos en materia de educación. Nos movemos en el marco de la corresponsabilidad, y son conceptos claves la equidad, el éxito educativo y la capitalización de agentes y recursos del territorio.
 
La función educativa de las familias es uno de los ejes de actuación. Enmarcado en el programa de "Acompanyament a l'escolaritat i millora de l'èxit educatiu", trabajamos sobre diversos proyectos que tienen como objetivo dotar de estrategias y herramientas a las familias para el desarrollo exitoso y satisfactorio de su función educativa.
 
Se busca la corresponsabilidad de la comunidad educativa en el territorio bajo el liderazgo continuo del Ayuntamiento. Esto requiere la cohesión entre los ejes escuela – familia – territorio.
 
Uno de los agentes de la comunidad educativa son las AMPA, las asociaciones de madres y padres, que entre otras funciones ofrecen, tanto a las familias como al alumnado, actividades y/o acciones educativas más allá del horario lectivo y muchas de las veces en coordinación con el centro educativo y el entorno comunitario.
 
¿A qué retos se enfrentan las AMPA actualmente?
 
Podríamos recoger en tres grandes bloques los retos actuales de las AMPA: la gestión de la propia asociación, la gestión de servicios, y la participación en el centro educativo.
 
En lo que se refiere a la gestión de la propia asociación, encontramos retos tan importantes y actuales como la reciente aprobación de la Ley sobre el Impuesto de Sociedades, que obliga a todas las entidades a presentarlo, independientemente de su actividad y volumen. Se ven obligadas a trabajar la fiscalidad de una forma más concreta. Les obliga a llevar en orden la contabilidad de doble entrada para poder complementar el impuesto de sociedades.
 
Con estas nuevas obligaciones y responsabilidades civiles subsidiarias, el relevo y la permanencia en las juntas resultan más complicados. Porque las Juntas de AMPA son otro de los elementos complejos de gestión. Identificar bien sus objetivos y tareas, su organización interna, la comunicación con la propia asociación, entre otros, son algunos de los elementos que generan esta dificultad.  Es interesante destacar la importancia de las sesiones de formación para la dinamización de estos órganos que ofrecen algunas federaciones y coordinadoras de asociaciones de madres y padres.
 
En otro nivel se sitúa la gestión de actividades y servicios que realizan este tipo de asociaciones: horas de acogida por las mañanas y las tardes (en algunos casos), servicio de comedor, socialización de libros, formación y extraescolares, serían las principales actividades. Pero hay que añadir otras, que se han visto agravadas por estos años de crisis, como la creación de fondos solidarios en los que las familias, de forma voluntaria, dan apoyo económico a otras familias que no pueden asumir los gastos que supone formar parte de las AMPA.
 
Las dificultades que se pueden generar en cuanto a la gestión de servicios, vendrían a ser, por ejemplo sobre el comedor: catering o cocina propia? contratación directa o indirecta? menú ecológico o no ecológico, entre otros. Un complejo entramado de posibilidades en el que las AMPA, la mayor de las veces con el apoyo de los profesionales del comedor, hacen grandes esfuerzos para llegar a acuerdos que permitan un menú satisfactorio para la gran mayoría de las familias.
 
Y las extraescolares: en qué espacios y horarios, qué precios para garantizar la equidad, qué ámbitos de actividad…
 
Todo confluye en una interesante, aunque quizá demasiadas veces solitaria, implicación de las familias en la educación. Y hay que sumar la crisis, los recortes, los cambios normativos... Y decimos solitaria porque las AMPA no dejan de ser asociaciones que nacen de la necesidad, formadas por personas que generalmente no se conocen. Todo esto supone, sin duda, riqueza y una práctica extraordinaria de los valores de ciudadanía y comunidad. Pero requiere también el apoyo de las distintas administraciones.
 
Por último hablaríamos de la participación: en qué ámbitos? La Fundació Jaume Bofill, en su publicación número 44 de informes breves, que recoge las conclusiones del proyecto "Famílies amb veu" en el cual la Diputació de Barcelona participó activamente; confirma, efectivamente, que  las AMPA desarrollan las tareas anteriormente descritas. Sin embargo, gran parte de ellas desearía intervenir en otros aspectos vinculados al ámbito pedagógico, como la programación anual de centro1.
 
La participación en el ámbito pedagógico nos parece uno de los retos más importantes de las AMPA. En momentos en que conceptos como trabajo colaborativo, código abierto o conocimiento compartido fluyen por las diferentes redes, parece lógico pensar que este tipo de relación podría darse entre el centro educativo y la familia y las administraciones correspondientes. Hablamos de colaboración para el desarrollo de las actividades del centro, de llevar a cabo la corresponsabilidad en la práctica educativa, de apostar de forma conjunta por nuevos valores educativos, y sobretodo estamos hablando de compromiso mutuo.
 
Parece complicada la participación de las familias en la programación anual y aún más en el proyecto pedagógico del centro. Sin embargo la corresponsabilidad no se puede dar bajo un marco de relaciones unidireccionales. ¿Corresponde esto a las familias o al centro educativo? La respuesta en el marco de la participación educativa es clara: corresponde a todos los agentes implicados en la educación, pues el valor de lo educativo es social y cultural, y esto es patrimonio de toda la comunidad. Hablamos, pues, de la educación como bien común.
 
Otro reto que cabría añadir es el de aumentar la participación de las familias en las AMPA de los centros educativos de secundaria. No confundamos mayor autonomía en la vida personal de nuestras hijas e hijos, con la desaparición de la necesidad de seguir actuando para y con la comunidad educativa.
 
¿De qué forma pueden contribuir los centros educativos a una mayor participación real y efectiva de las familias?
 
Las familias participan de forma individual y colectiva en los centros. Individual a través de las reuniones de tutoría, la asistencia a las reuniones de clase y/o ciclo, y el apoyo y seguimiento de sus hijas e hijos en el desarrollo de tareas escolares, cuando las haya, en casa.
 
En lo que se refiere a la participación colectiva, una de las principales vías de participación de las familias en los centros educativos es mediante la representación en los consejos escolares de centro (CEC). La participación en los CEC, más allá de cambios normativos, supone una ventana abierta a la opinión de las familias y es resultado de un proceso de práctica democrática. Es importante el papel que aquí tienen las administraciones en cuanto a convocar y animar a las familias a participar en este proceso, especialmente en secundaria.
 
La comunicación, clara y abierta, es otro de los elementos importantes. La tecnología actual permite que el centro educativo comunique todo, des del proyecto pedagógico hasta las fotografías del carnaval. Pero la innovación que supone el uso de estas tecnologías no debería contribuir a mantener y/o aumentar la unidireccionalidad en la comunicación, sino ser una herramienta facilitadora de conocimiento compartido: todo el mundo puede aportar y todo es digno de ser tenido en cuenta.
 
El centro puede y debe contar con las familias. Madres y padres aportan conocimientos, apoyo a distintas áreas (lectura, ciencia, tecnologías…), dinamizan talleres, etc. Debería ser normal contar con esa colaboración, aceptando también sugerencias por parte de las familias. No sólo pedir ayuda cuando nos faltan recursos como escuela, sino saber recoger aportaciones y propuestas.
 
También las administraciones debemos facilitar el trabajo en red para compartir conocimientos o recursos, como la formación. Debemos informar, comunicar, crear y dinamizar espacios participativos. En este sentido, des de la Diputació de Barcelona, se llevan a cabo proyectos de trabajo en el ámbito municipal sobre la función educativa de las familias, como los "Espais de Debat Educatiu". También se facilitan recursos (conferencias, representaciones teatrales, talleres) para que los ayuntamientos los pongan a disposición de las familias a través del "Catàleg d'activitats de suport a la funció educativa de les famílies". En un formato mas abierto y generalista, impulsa un programa de televisión i radio para las cadenas locales en Cataluña "Famílies i Escola" con el objetivo de sensibilizar sobre la importancia de la implicación de las familias en la educación.
 
¿Es necesaria una mayor participación de las familias en la escuela?
 
Sin duda la respuesta a esta pregunta es sí. ¿Por qué? Pues básicamente porque aporta calidad en cuanto a funcionamiento, conocimientos, recursos. etc.
 
También aporta coherencia educativa: diferentes agentes y espacios en los que se comparten lenguajes y valores, se diseñan acciones conjuntas y se llevan a cabo actuaciones de interés general.
Y sobre todo se avanza en el concepto de comunidad educativa y en la máxima de "para educar es necesaria toda la tribu".
 
Notas al pie:

 
1.- Abellán, C.; Alcantud, A.; Comas, M. (directora); Escapa, S.; Més que un gra de sorra. Les Associacions de Mares i Pares d'Alumnes (AMPA) a Catalunya. Informes breus 44 – Famílies amb veu; Fundació Jaume Bofill, 2013.
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