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Información y orientación en materia de formación y empleo: asignatura pendiente

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Elías Amor Bravo, Presidente de la Asociación Española para el Fomento de las Políticas Activas de Empleo y las Cualificaciones (AFEMCUAL)
El artículo 4 de la Ley Orgánica 5/2002 de 19 de junio, de las Cualificaciones y la formación profesional, al hablar de los instrumentos y acciones del Sistema Nacional de Cualificaciones, señala que la información y la orientación en materia de formación profesional y empleo es uno de ellos, situándolo al mismo nivel que el Catálogo de cualificaciones, el procedimiento de evaluación, reconocimiento y acreditación de la competencia y la evaluación y mejora continua del Sistema. Posteriormente, en el Título III de la Ley hace referencia a los fines, la organización y los servicios de la información y orientación profesional. Destacar la plataforma informática integrada o el papel de los centros integrados como cuestiones de la máxima relevancia.
 
El Catálogo y el procedimiento de evaluación se han desarrollado por medio del ordenamiento jurídico en los últimos años. El seguimiento y evaluación de la calidad ha adquirido especial relevancia sobre todo con el proceso de revisión de la formación para el empleo. Sin embargo, el dispositivo de información y orientación del Título III de la Ley, a pesar de su relevancia incuestionable, permanece sin el preceptivo desarrollo reglamentario.
 
Esa desatención por parte de los poderes públicos a la regulación de un instrumento fundamental para garantizar el aprendizaje y la empleabilidad a lo largo de la vida, ¿puede atribuirse tal vez a la falta de interés, o al deseo de no interferir en los procedimientos existentes en la actualidad? Es una pregunta de difícil respuesta.
 
De lo que no cabe duda es que la información y orientación en materia de formación profesional y empleo continúa desarrollando procesos y metodologías similares a las existentes antes de la promulgación de la Ley 5/2002 y que los intentos por introducir cambios en el modelo no se han visto recompensados, al menos hasta la fecha.
 
En primer lugar, ambos continúan funcionando de espaldas. La formación profesional del sistema educativo dispone de instrumentos de información y orientación que rara vez coinciden con los que se despliegan en las entidades del subsistema de formación para el empleo. Los primeros se enfocan más hacia las oportunidades de aprendizaje, formación y desarrollo de los conocimientos técnicos y profesionales, en tanto que los segundos, se dirigen principalmente hacia el mercado laboral y las oportunidades de empleo. En muy pocas ocasiones se han cruzado instrumentos, métodos y fuentes de información. Urge abordar esta tarea.
 
En segundo lugar, la información y orientación no se ha situado aún en el centro del modelo de gestión de las políticas activas de empleo, que es su espacio natural. Tampoco se ha regulado el papel fundamental de los agentes económicos y sociales, de las administraciones y entidades públicas y privadas en el modelo. Otros programas han pasado a ocupar ese papel principal y restan relevancia a la actividad informadora y orientadora. En algunos casos, se ha potenciado esta función social vinculando los procesos de trabajo con otros instrumentos del Sistema, como las pruebas de evaluación, reconocimiento y acreditación de la competencia pero la realidad es que la actividad informadora y orientadora tiene sustancia propia y adquiere la máxima relevancia en todos los ámbitos de la formación y el empleo.
 
En tercer lugar, la falta de regulación ha impedido consolidar las carreras, la estabilidad y el reconocimiento profesional de los orientadores, especialistas de alto nivel de cualificación, que desarrollan sus tareas, muchas veces de forma simultánea con otras, académicas, laborales o formativas, sin que se avance en la necesaria especialización y centralidad de los servicios que se prestan en el conjunto de las políticas activas de empleo. Y mucho menos, sin que se haya realizado el reconocimiento necesario a la puesta en valor que estos servicios otorgan a las sociedades que luchan contra el desempleo.
 
Desde esta perspectiva, queda mucho por hacer. Este es un campo que favorece la acción coordinada multinivel y con la máxima participación de agentes sociales, públicos y privados. En la sociedad del conocimiento, en la que la información se procesa a gran velocidad y donde las oportunidades de aprendizaje y empleo cambian continuamente, la mirada atenta a la información y orientación profesional es fundamental. Conviene dedicarle la máxima atención cuanto antes.
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