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Educación y adopción en un mundo abierto y flexible

Artículo de opinión

  • 07/07/2014

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Mª Ángeles Mejías Martín; Susana Simón Paúl, psicólogas y miembros del Equipo Psicológico de las Escuelas Infantiles Projardin (Madrid)
Adopciones en la Escuela Infantil
 
Como psicólogas que trabajamos en el campo de la Educación Infantil, sabemos que es ésta una etapa extraordinariamente sensible.
 
Lo es tanto por las peculiaridades de estas edades tempranas, como por el tipo de relación que se establece con los padres y las madres, que comienzan su experiencia de paternidad/maternidad y que contactan, por primera vez, con los centros educativos.
 
Al plantearnos escribir acerca de la adaptación de los niños/as adoptados al mundo escolar, no podemos evitar pensar, en primer lugar, en el reto adaptativo al que se enfrentan las familias, que deben acomodarse a su nueva situación.
 
En nuestras escuelas infantiles, compartimos muy de cerca esta vivencia familiar, así como los "inicios escolares" de aquellos niños/as adoptados a edades tempranas: ¡es todo un mundo de diversidad!
 
Nuestra casuística es amplia y gira en torno a diversas variables, que conviene conocer y tener en cuenta en el ámbito de la escuela:
 
Niños/as adoptados de diversas nacionalidades, en distintas circunstancias, a edades diferentes, con o sin problemas físicos y/o evolutivos de diversa índole, en familias con y sin hijos/as, en pareja o monoparentales, etc.
 
Nuestra experiencia como "psicólogas y enlaces" entre docentes y familias
 
A través de los años y de la experiencia, nos hemos dado cuenta de que las cuestiones que nos planteamos desde el ámbito escolar hacia los alumnos/as adoptados, no se alejan a priori demasiado de las de cualquier otro niño/a. Al menos, no en cuanto al factor "adopción", si bien es cierto que en algunos casos hay problemática asociada que debe de tenerse en cuenta y tratarse como tal.
 
De cualquier alumno/a, y de cualquier circunstancia familiar, nos parece fundamental tener cierta información. Ésta será decisiva en el caso de encontrar dificultades, tanto de adaptación como de desarrollo del niño/a:
  • información prenatal, perinatal y postnatal
  • relaciones de apego
  • experiencias sociales (con adultos, con iguales, etc.) del niño/a
  • rutinas y hábitos desarrollados hasta el momento (alimentación, sueño, aseo, normas, convivencia,…)
  • desarrollo psicomotor, lingüístico, comunicativo,…
  • temperamento
  • posibles dificultades del desarrollo actuales
  • informe médico
  • etc.
Los resultados que obtenemos de este primer screening, en numerosas ocasiones, no difieren tanto de la información recogida de niños/as criados en su propia familia biológica (en otros casos, lo más destacable es la "falta de información" respecto a alguno de estos puntos).
 
Nuestra experiencia nos transmite la idea de que el término "adopción", a pesar de las peculiaridades que supone en el ámbito afectivo familiar, no conlleva necesariamente una dificultad concreta en el ámbito escolar.
 
Sin embargo, el papel que tenemos los profesionales que trabajamos con edades tempranas respecto a la orientación, el apoyo y la psicoeducación de las familias de esos niños/as, es un papel fundamental.
 
Nuestra forma de entender la diversidad, de respetar, de transmitir apoyo y guiar las dificultades de los primeros años a los padres/madres de estos niños/as, determinan en muchas ocasiones el estilo de crianza, de relación y de maduración futuras.
 
Mundo, niños y familias sin barreras ni fronteras
  • Lucas sufre las consecuencias del "síndrome alcohólico fetal". En la escuela, las manifestaciones que observamos son: cierto retraso mental, habilidades motrices acordes a una edad cronológica inferior, muchas intolerancias alimenticias, ciertas dificultades de integración de normas y convivencia con iguales, etc.
Su madre biológica era alcohólica, con riesgo de exclusión social y lo entregó en adopción al nacer. El reto al que nos enfrentábamos en la escuela ¿era el de integrar a un niño/a adoptado o el tratamiento hacia sus síntomas y dificultades debidas al síndrome?
  • Kubak, de procedencia africana, comenzó en nuestra escuela con 2 años, edad con la que fue adoptado por una familia española que ya tenía otro hijo biológico. Kubak era inquieto y no hablaba castellano, pero al cabo de pocas semanas, consiguió desarrollar hábitos y habilidades en todos sus ámbitos de desarrollo. Sin embargo su adaptación fue más complicada en el ámbito familiar que en el escolar: los padres tenían unas expectativas, normas y conductas respecto a Kubak que se distanciaban mucho de las que ejercieron con su otro hijo biológico. De alguna manera, le "veían" de forma diferente y extraordinariamente "especial".
  • Mara y Sara son pareja y su hija biológica se llama Luna (fue Mara la que desarrolló la gestación). Cuando la niña cumplió 4 años, ampliaron su familia adoptando a un niño ruso de 2 años, Iván, un niño sano y con un desarrollo evolutivo normal ¿Para nosotros en la escuela, el caso de Iván supone un reto superior o diferente al del resto de alumnos/as? ¿Y el de Luna?
  • Yin fue adoptada por una familia española que pronto le trajo a la escuela infantil. El principal problema que nos planteaba su caso, es que se desconocía totalmente su fecha de nacimiento, tal sólo sus manifestaciones podían ubicarnos hacia una edad madurativa aproximada. Al principio, su comportamiento era muy esquivo y retraído; no parecía comprender nuestros mensajes y nuestras conductas. Pasados unos pocos meses, Yin desarrolló una extraordinaria capacidad de comunicación, de integración de conocimientos y habilidades de todo tipo. Nuestra observación sistemática, una actitud abierta y comprensiva y una actuación respetuosa hacia Yin fueron las claves para su adaptación a su "nuevo mundo", escolar y familiar.
Nada nos debe sorprender
 
Ahora, más que nunca, nos encontramos en un mundo con muchas menos limitaciones, con nuevas formas y posibilidades de acción, de desplazamiento, de actuación,… Hasta lo más lejano, está a nuestro alcance.
 
Así son también las nuevas formas de familia y de integración en diferentes lugares, culturas y circunstancias. Estamos dejando atrás el concepto de "aldea" en cuanto a territorio cerrado, y poco a poco presenciamos la realidad de la "aldea global".
 
Las familias y las escuelas de hoy en día son cada vez más abiertas en todas las formas y posibilidades.
 
Muchos niños/as, independientemente del lugar y las circunstancias en las que hayan nacido, dejarán su ciudad, su país, su continente, por motivos laborales o inquietudes de otra índole.
 
Uno puede estar más ligado a una persona que vive en las antípodas que a otro que vive en la misma calle. Somos personas que compartimos más por pertenecer a la misma especie, que por ser de una raza, estado o cultura. Por ello, ¿hay que preocuparse especialmente por cómo se va a adaptar un niño/a adoptado al colegio? Especialmente los niños/as nos muestran, de forma natural, un rasgo que debemos trabajar los adultos (familias, profesionales,…): la adaptabilidad.
 
Muchas de las preocupaciones que nos planteamos con este tipo de niños/as están en la mente del adulto, en sus vivencias, en sus limitaciones educacionales, en sus inseguridades,.... Tendemos a "ver problemas clásicos" y a aportar "soluciones antiguas".
 
Creer que tenemos que "aprender a adaptarnos a los cambios" debe de ser prioritario a la hora de elaborar el currículo educativo. Si queremos educar adecuadamente a los niños desde la escuela, éste debe de ser un objetivo fundamental.
 
Niños/as con otra cultura, lenguaje y formas de comportarse están cada día más presentes en nuestra realidad educativa y social. ¿Quién dice que los niños/as adoptados tienen que "adaptarse"? O expresado de otro modo: ¿A qué tienen que adaptarse exactamente los niños/as que han sido adoptados y cuáles son los  porqués de esas adaptaciones?
 
De nuevo, nuestra experiencia en las escuelas, nos sitúa ante una necesidad y una orientación nueva muy concreta: la escuela deben ofrecer apertura y adaptación a toda la enorme diversidad que acogen sus aulas. Esa adaptabilidad, es la que dirigirá un nuevo camino educativo, con nuevas metodologías y nuevas formas de entender la educación.
 
Tanto en el ámbito familiar como en el escolar tenemos la obligación de dar a estos niños/as una nueva perspectiva de flexibilidad, apertura y heterogeneidad. Sólo así, podremos educar y preparar de la mejor forma posible para el futuro.
 
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