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Formación a través de MOOC y la evolución de los modelos de aprendizaje

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Esther Álvarez, Directora Académica de IDE-CESEM; Fernando Vargas, Director del Área de Recursos Humanos de IDE-CESEM (Madrid)
El concepto en castellano de "Formación online" no transmite de un modo tan certero como su traducción al inglés, "e-Learning", el espíritu que hay detrás de la evolución que están teniendo los modelos de aprendizaje gracias al desarrollo de la tecnología. Los primeros cursos de formación que aparecieron en el mercado, lo hicieron bajo la etiqueta de Enseñanza Asistida por Ordenador. Eran cursos cerrados, que cada participante podía realizar de manera aislada e individual con sus propios medios y en el momento que pudiera. Las personas que podían acceder a esta formación era un número reducido, sólo aquéllas que hubieran comprado el soporte informático, que posteriormente se introducía en el PC u ordenador personal de aquel entonces. De ahí a los actuales MOOC (Massive Open Online Courses) o "cursos online abiertos y masivos", vemos que la evolución ha sido importante no sólo por el propio desarrollo tecnológico sino también y principalmente por el enfoque metodológico y didáctico subyacente.

Pero volviendo a la diferencia entre los conceptos en castellano e inglés,  es curioso como el término en nuestra lengua utiliza la palabra "Formación", en donde implícitamente parece que el protagonismo lo tiene el formador, que es quien tiene el conocimiento y quien lo traslada a los alumnos o participantes. Curiosamente, el termino elegido por el inglés es "learning" que significa "aprendizaje". En esta otra acepción, aparece implícito que el protagonista en el proceso es el "que aprende" y por tanto, que es éste quien debe adoptar un rol activo y responsable sobre su propio aprendizaje, en contraposición a los modelos donde el rol activo es el del formador y el que aprende se limita pasivamente a estar expuesto a los conocimientos del otro.  "Aprendizaje online" o  "Aprendizaje a través de la red" entonces, podría ser una traducción en castellano más certera y acertada.

Esta revolución del enfoque didáctico es la que subyace en la filosofía de los MOOC. Estos cursos ("course"), además de caracterizarse por ser abiertos ("open") y generalmente gratuitos, motivos éstos por los que suelen ser masivos ("massive") y además, por estar ubicados en la red ("on line"), se basan en modelos de aprendizaje colaborativo o conectivo, donde los participantes van agregando sus propios contenidos al curso, de modo que el conocimiento se elabora de un modo constructivista. Esto provoca un cambio radical en el modelo de relación entre profesor y alumnos, evolucionando de una relación jerárquica y dependiente, a una relación potenciadora como facilitador de aprendizajes y por tanto, absolutamente independiente y autónoma, generando una actitud de responsabilidad con el propio aprendizaje de aquellos que están aprendiendo. Los alumnos comparten su conocimiento y se convierten en generadores de contenido con el que se alimenta el propio curso. Esta es la base de las "comunidades de aprendizaje" que se crean entre personas con inquietudes similares y con afinidades compartidas, que establecen redes interconectadas sobre las que construir nuevos conocimientos. Las redes sociales y su evolución, favorecen el desarrollo y sostenimiento de este tipo de sistemas que se crean desde la motivación compartida por el aprendizaje y la actitud responsable por el autodesarrollo.

Ahora bien, siendo ésta la evolución metodología y filosófica que esconden los MOOC, también encontramos algunos otros que están más enfocados a la objetivación de los conocimientos adquiridos y donde la estructura de contenidos es mucho más rígida desde su origen y según el diseño del instructor o creador del propio curso. En este otro tipo de cursos, el formador sigue teniendo un mayor protagonismo y propone contenidos que ofrece del mismo modo a diferentes perfiles de interesados. Probablemente la recomendación de uno u otro enfoque se encuentre en dependencia del tipo de contenido y las necesidades concretas del participante.

La gran acogida que este tipo de cursos está teniendo, especialmente entre colectivos relacionados con ambientes universitarios, reside en la flexibilidad, la accesibilidad y la motivación al aprendizaje con la que el participante accede a este tipo de cursos por iniciativa propia y según sus propios intereses. Además de lo anterior, la metodología constructivista en la que el que aprende tiene un rol activo, favorece la adquisición de aprendizajes significativos.

La inteligencia social avanza rápidamente cada día de manera "redárquica", en base a la construcción y sostenimiento de redes de personas interconectadas por intereses comunes y afinidades, que comparten su conocimiento, poniéndolo a disposición de los demás de un modo confiable y esperando recibir a cambio más de lo mismo. Un ejemplo de esta inteligencia es el modo en el que elegimos una obra de teatro, un restaurante o un hotel por internet, no sin antes leer los comentarios de las experiencias de otras personas que contrataron ese mismo servicio anteriormente, otorgándole un porcentaje de credibilidad al comentario según lo que confiemos en ello.

Pero todavía hay terreno para avanzar y seguir evolucionando estas metodologías. El nivel de abandono es muy alto, tal vez porque el número de inscritos también lo es. No se produce una homogeneización de participantes previa que permita establecer redes no tan diversas. El hecho de ser gratuitos reduce el compromiso del contratante por terminar y genera una muy baja tolerancia a la frustración o a la desmotivación, abandonando el curso sin ningún tipo de penalización por ello. Esto favorece las altas tasas de abandono de algunos cursos. Por otro lado, la supuesta gratuidad no siempre se corresponde con la realidad y aparecen costes ocultos de materiales, acreditaciones, etc. Por otro lado, este tipo de cursos se convierten en potentes plataformas de difusión a nivel personal como creador de cursos o instructor así como de contenidos concretos. Del mismo modo, el grado de exposición y por tanto de riesgo si no cumple con la expectativa de los participantes es muy alta, pudiendo convertirse en elementos generadores de pérdida de reputación social en las redes.

Estoy seguro que desde el ámbito de la universidad, de donde surgieron hace años este tipo de cursos, y siendo ésta la institución que todos deseamos que siga velando por el desarrollo y potenciación del conocimiento, en los próximos años veremos cómo se siguen impulsando iniciativas innovadoras que mejoren y complementen estas metodologías de aprendizaje, sosteniendo el protagonismo y la responsabilidad con el propio aprendizaje de los participantes y potenciando el establecimiento de vínculos redárquicos y colaborativos.

Esther Álvarez, Directora Académica de IDE-CESEM, incide en la "formación ad hoc" que se ofrece desde su institución. En contraposición con los open courses, nosotros llevamos años preparando programas a medida, en una plataforma de aprendizaje propia, cuyo protagonismo indudable lo tienen los participantes y empresas que realizan estos programas y donde la figura del profesor es la de acompañamiento continuo en ese aprendizaje, logrando altas tasas de culminación de las formaciones y evitando el abandono.

IDE-CESEM, apostó desde 1999 por este nuevo modelo de aprendizaje que actualmente se encuentra altamente evolucionado y que permite a través de la emisión en directo de webinnars que se imparten en los programas de asistencia, un acercamiento al aula desde cualquier parte del mundo y un entorno colaborativo que simula perfectamente la formación presencial.
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