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Ser profesor: el entrenador no entrenado

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Ana Varela Echeverria. Presidenta de Afaci Euskadi, Organización de formadores/as (País Vasco)
Hace no demasiados años, cuando una persona tenía un horroroso dolor de muelas acudía al barbero del pueblo y le arrancaba la muela, era una situación normal y culturalmente aceptada.

Hoy cuando tienes un dolor de muelas buscas un dentista profesional, médico, estomatólogo, que haya realizado un tiempo de prácticas y altamente cualificado, para que te cuide tu boca y tus dientes.

El conocimiento y la profesionalidad se imponen con respecto al cuidado de nuestro organismo, consideramos nuestro cuerpo como un bien preciado que debemos cuidar y que debe ser tratado por profesionales especializados.

¿Qué sucede con nuestra mente? ¿Con nuestra inteligencia, nuestros conceptos, nuestra forma de pensar, ver y actuar en el mundo que nos rodea?

Los seres humanos tenemos mayor capacidad de ver y concebir lo concreto que aquello que es intangible y no podemos tocar y comprender con un simple vistazo.

Si consideramos que nuestro cuerpo debe ser tratado por verdaderos profesionales que requieren años de preparación y especialización deberíamos preguntarnos porque nuestra mente, aquella que nos ha de servir como instrumento imprescindible para poder manejarnos en el mundo, puede ser "tratada" por cualquiera que ha estudiado una carrera o tenga unos conocimientos. Sin más requisitos.

Cuando he preparado formadores y se han quejado de la cantidad de trabajo que tenían que hacer, o preguntaban si era necesario realizar prácticas y proyectos, yo simplemente les preguntaba qué tipo de profesores querrían para sus hijos, aquellos que habían estudiado una materia y decidían ser profesores para tener un sueldo seguro o aquellos profesores que se habían preparado a conciencia, y que decidían ser profesores porque les gustaba enseñar, la respuesta era obvia, y mi respuesta también: si para tus hijos quieres los mejores profesores, los hijos de los demás merecen el  mismo trato. Por supuesto dejaban de quejarse por el esfuerzo y se ponían a trabajar de inmediato.

¿Qué es ser un buen profesor/a?

Ser un buen profesor implica diversos aspectos:

1. Conocer en profundidad la materia que se ha de impartir, transmitir y conseguir que se aprenda por parte de los alumnos.

2. Apreciar la material que se imparte, y amarla de alguna manera, tener interés por ella para continuar investigando y ampliando el conocimiento.

3. Experiencia real en el sector que se imparte, fundamentalmente cuando se habla de un conocimiento práctico o laboral.

4. Competencias docentes. Organización y planificación, habilidades de comunicación pedagógica e interacción en procesos de aprendizaje, capacidad para generar proyectos de trabajo que permitan aprender. Disponer de las competencias profesionales propias.

Lamentablemente, el concepto de enseñanza se mantiene anclado a visiones ya obsoletas de lo que significa el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Parece valorarse el punto primero referente a conocimiento, tampoco se entra  mucho en la profundidad, nadie se pregunta si el profesor siente verdadero interés por la materia que enseña (lo mismo les colocan en una que en otra). La experiencia es algo ajeno a la enseñanza (incomprensible pero cierto, como con saber es suficiente, el saber hacer sobra) y las competencias docentes, aunque Europa las tiene bien definidas, en España se consideran incomprensibles e innecesarias.

La cultura del aprendizaje

Cada país tiene su concepto sobre la formación y el aprendizaje de las personas, a mayor desarrollo cultural y del país mayor importancia se concede a este aspecto que es contemplado como una inversión y no como un gasto, requiriendo por ello los mejores profesionales para la preparación de las personas.

¿Qué tipo de preparación requieren las personas para su futuro? Este pensamiento nos señalará que tipo de profesionales se precisan para prepararlas.

Hoy se trabajan las competencias de planificación, resolución, iniciativa y emprendizaje, Sin embargo, ¿Cuál es el dominio competencial de las personas que enseñan estas competencias? Sabemos que, en muchos casos, enseñan a emprender quienes decidieron ser funcionarios para no tener que vivir la incertidumbre. No parece lógico,  pero aún no siéndolo, la rigidez del sistema lo mantiene. El criterio administrativo prevalece sobre la calidad educativa.

España es un país perezoso y lento, y muy administrativo, lo que no se corresponde con un país de conocimiento y desarrollo, sino con países en vías de desarrollo que gustan de buscar su seguridad en eternos papeleos burocráticos, en lugar de crear y gestionar el conocimiento flexible que ofrece resultados.

La pregunta básica es: ¿En qué competencias queremos capacitar en la educación actual?

Y la pregunta que le corresponde resulta ser: ¿Qué personas pueden conseguirlo?

Es importante realizar las preguntas de forma reflexionada y adecuada porque si no es así, las disquisiciones pierden su sentido. ¿Que importancia tiene si el profesor tiene titulación universitaria, F. P. o cuenta con una experiencia profesional que puede ser acreditada y que conlleva un alto valor para la preparación de los alumnos/as?

Preparar profesores/as competentes

Hay muchas formas de poder convertirse en un profesor de alto nivel, y desde luego debemos tener claros siempre los cuatro puntos señalados sobre lo que implica ser un buen profesor. Lo importante es saber si existen profesionales cualificados para poder seleccionar estas personas que van a formar a los demás y si son capaces de establecer criterios profesionales más allá d los puramente legislativos, basados en premisas caducas con respecto a la educación de personas.

Se puede conseguir grandes profesores de personas licenciadas, o de personas que han dedicado su vida a trabajar, y ambos modelos deben convertirse en un sistema complementario que posibilite un aprendizaje completo de conocimiento y de práctica real.

¿Qué puede enseñar una persona que se acaba de licenciar, que no ha tenido una experiencia laboral real y que por su juventud carece de una experiencia profunda del mundo y de sus diferencias y dificultades? ¿Cómo puede capacitar así a las personas? Puede que sea capaz de enseñar conocimientos y conceptos, pero la escuela hoy precisa algo más que estudiar y conocer, precisa generar procesos de aprendizaje y manejo resolutivo de la realidad en un mundo complejo y de alta incertidumbre.

Preparemos a los mejores, tanto a quienes conocen los temas en profundidad, como aquellos que cuentan con capacidades y experiencia, busquémosles, preparémosles y permitamos que sean ellos y ellas quienes preparen a las siguiente generaciones, especialmente aquellos que respetan y aman su campo de saber y aprecian la transmisión del conocimiento, aquellos que actúan generosamente y ponen pasión en lo que hacen.

Parece increíble que dejemos a nuestros hijos, su educación, su capacidad mental y resolutiva para poder desenvolverse en el mundo, en personas que conocen muy poco del  mismo y que consideran la enseñanza como un trabajo seguro, transmitiendo muchas veces el aprendizaje como una carga, una obligación y convirtiendo el principal recurso humano, la curiosidad y el interés, en una sistema de profundo aburrimiento.

Para finalizar y ampliar el espectro de la formación y la profesión, podemos destacar la situación de los formadores/as del área de la formación para el empleo, de tremenda envergadura e importancia en la situación actual.

Los formadores/as de la formación para el empleo carecen de reconocimiento oficial, no requieren preparación competencial, no existen líneas o programas que orienten y organicen la calidad de tal formación. Simultáneamente, Europa señala la necesidad de acreditar tales aprendizajes, ¿En base a qué? Nos podríamos preguntar.

Europa informa y España se tapa los oídos, para no tener que saber la verdad y no afrontar sus estructuras educativas caducas.

Una competencia profesional se define por el saber, el saber hacer y el hacer de forma profesional, todas las profesiones están organizadas en base a competencias específicas, menos la del profesor-formadora, en la que saber de un tema parece suficiente, saber cómo enseñar es algo que se le presupone y que lo haga de forma profesional le da igual a casi todo el mundo. ¿Se puede presuponer que saber hacer un médico? Entonces, ¿Por qué consideramos el desarrollo de la mente de menor importancia que el cuidado del cuerpo? Porque nos encontramos en un sistema cultural poco desarrollado.

Es interesante constatar que aquellos que debe desarrollar competencias en los demás no tienen porque tener sus propias competencias específicas desarrolladas y entrenadas. Es interesante y absolutamente paradójico.

Mientras la Comisión Europea desarrolla pormenorizados estudios sobre las competencias docentes dejando claro que es una profesión especializada y de gran importancia social, a través de los procesos de aprendizaje a lo largo de toda la vida, en España, el Ministerio de Trabajo señala que ser formador "se presupone" en las personas que dan formación, y los propios Servicios de Empleo y Formación confirman que no es un asunto de su incumbencia, sino un problema de los propios formadores.

Habría que preguntarse realmente si quienes diseñan las líneas directrices de la educación tienen preparación suficiente para comprender los procesos de desarrollo y aprendizaje de las personas, o si vienen de áreas administrativas sin experiencia real ni conocimiento en tales procesos. ¿Son competentes quienes organizan la educación y la formación?

También sería interesante preguntarles si consideran que la educación de todas las personas tiene el mismo valor e importancia.

Europa habla y España no escucha.
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