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Reflexiones sobre los requisitos de selección y formación de los docentes

Artículo de opinión

  • 10/12/2012

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Mª Carmen Vega Moreno. Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle (Madrid)
El éxito en la misión educativa del maestro para mejorar el sistema educativo actual no depende exclusivamente de la figura del docente, pero es uno de los elementos determinantes en el proceso educativo. Deberíamos tener claro qué queremos que aprendan nuestros alumnos y cómo queremos que enseñen los profesores, pero esto es un debate que ha existido y existirá siempre con múltiples opiniones al respecto. La sociedad es compleja, diversa y está sometida a continuos y vertiginosos cambios en todos los aspectos, afortunadamente existen y existirán muchos perfiles simultáneos de docentes, por lo tanto, intentar generalizar los requisitos que deberían tener las personas que quieran acceder a la profesión de maestros provoca muchas discusiones en los profesionales que nos dedicamos a ello.

Parece que los distintos partidos políticos tienen claro que hay que atraer a la docencia a los mejores profesionales, pero tienen conceptos de educación y de educadores muy diferentes. Lo ideal sería que el acceso a las Facultades de Educación se regulase de manera específica por las propias facultades, de forma que fueran ellas y sólo ellas las que marcasen los requisitos que deben tener los estudiantes que quieran acceder, priorizando la motivación y el interés en ejercer esta profesión, no como una necesidad de encontrar un trabajo.

Los requisitos que tendrían que cumplir las personas que acceden a la profesión docente se contemplan desde diversos aspectos:
  • Vocación por la enseñanza, que se manifiesta a través del entusiasmo por enseñar. Vivir plenamente lo que se está haciendo hace que se transmita directamente a los alumnos. En este sentido, son ciertamente gratificantes las referencias a la profesión docente que hace George Steiner donde considera que lo que define a un profesor es su pasión por contagiar lo que se lleva dentro.
  • Características y actitudes personales que facilitan la formación de las actitudes de sus alumnos: serenidad, autocontrol, equilibrio emocional, paciencia, motivador, observador, capacidad de iniciativa, honestidad, perseverancia, discreción, mentalidad abierta, respetuoso, disciplinado, con espíritu crítico, seguro de sí mismo, etc. Tiene que servir de modelo a sus alumnos en cuanto a su comportamiento como profesor, como profesional y como ciudadano.
  • Rasgos profesionales que integran las competencias que ha de desarrollar desde el inicio de su formación y reforzar con la práctica educativa y la educación permanente: Con una sólida formación: tanto de conocimientos técnicos como teóricos acerca de la realidad en la que se trabaja, con instrumentos que faciliten la actuación y la hagan eficaz y exitosa, que sea capaz de organizar actividades que lleven a la participación activa, planificando las actividades a desarrollar, que cree situaciones que estimulen en los alumnos la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas, acorde con los avances científicos, tecnológicos y humanísticos, dotando a los alumnos de los instrumentos que lo capaciten para educarse, estimulando el desarrollo de procesos de aprendizaje acordes a su entorno, y  por último debe ser capaz de detectar dificultades que puedan obstaculizar el aprendizaje, utilizando los resultados de las investigaciones para reformular objetivos, procedimientos y metodologías.
  • Estar comprometido socialmente para dar respuesta a los desafíos de la sociedad actual y trabajar para el reconocimiento público de la profesión de educador.
Estos requisitos son los ingredientes fundamentales para formar buenos maestros, pero también se puede avanzar en la formación inicial del profesorado y su práctica docente.

Algunos autores representativos del ámbito educativo presentan como solución la realización de un MIR. La propuesta efectuada por Eugenio Nasarre y Francisco López Ruipérez en Magisterio (26/01/2011) comporta el exponer a los nuevos profesores a un aprendizaje por entrenamiento de la mano de profesionales expertos; a una familiarización progresiva con las mismas situaciones que aquellas con las que tendrán que enfrentarse posteriormente; a una sensibilización sobre el potencial de mejora profesional que alberga la investigación sobre la práctica; y a una consolidación de la base de conocimiento de la profesión docente.
En mi opinión es una buena propuesta siempre y cuando  conlleve una buena selección de profesionales y de centros educativos de prácticas, huyendo del corporativismo actual que da por buena cualquier actuación. Incluso ese MIR podría constituir el criterio fundamental para la selección de docentes en diferentes escuelas e institutos si se proporcionan las directrices adecuadas y los criterios comunes para que no se produzcan agravios comparativos. Siempre será mejor que el sistema actual de oposición que aporta muy poco sobre el conocimiento de las cualidades del opositor.

Juan A. Planas (Copoe) en las I Jornadas de Formación y Competencias del Profesional de la Orientación advierte que "El nuevo profesor que requiere el sistema educativo español no es un profesor con muchos conocimientos, capaz de aprobar una oposición gracias a su prodigiosa memoria, al contrario, debe destacar por su inteligencia emocional, por su capacidad de motivar a los estudiantes e involucrar a las familias".

Otra propuesta que considero puede mejorar la formación inicial del docente sería incorporar como profesores en las Facultades de Educación a profesores de Enseñanza Obligatoria que ejercen profesionalmente, ejemplos de buenas prácticas, para impartir determinadas asignaturas, especialmente las Didácticas. Ellos acompañan a la práctica, la reflexión profunda y sistemática tan necesaria en esta profesión.

Estamos reflexionando sobre mejorar la formación del profesorado, pero no debemos olvidar que hay que trabajar también en reunir las condiciones para retenerlos en la profesión ( tenemos excelentes profesionales que abandonan las aulas para ocupar cargos en la Consejería de Educación, Centros Territoriales de Formación del Profesorado, Servicio de Inspección, etc.). Los buenos docentes deben tener el reconocimiento laboral, social y económico que evite su abandono del sistema educativo y desarrollen la profesión docente con vocación y compromiso.

Por último y retomando la idea inicial, solamente con seleccionar y mejorar la formación del profesorado no es garantía de evitar el fracaso escolar. Un excelente sistema educativo se sustenta en cinco pilares: La administración educativa, el currículo, el profesorado, las familias y los alumnos. ¿Cuándo se debatirá sobre la selección y formación para ser mejores padres? ¿Qué cambios se tienen que producir en la administración educativa para que funcione acorde a la realidad escolar y social actual? ¿Cuándo se debatirá para que el currículo sea más abierto y flexible?

El debate está servido.

Bibliografía:

Nasarre, E y López Rupérez, F (2011). Una propuesta sobre el MIR educativo. Magisterio, 26/01/2011, p. 23
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