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El acceso a la profesión docente o la pasión por educar

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Ana Iglesias Alvarez. Directora Pedagógica de ADAMS
Partimos de una firme convicción respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso sino como una vía, entre otras pero más que otras, al servicio del desarrollo humano más armonioso.

Al pensar en educación pensamos ante todo en los niños y los adolescentes, aquellos que en el día de mañana tomarán el relevo de las generaciones adultas, la mayoría de las veces demasiado ocupadas en concentrarse en sus propios problemas. Y, en estos tiempos que corren, todavía más, olvidando  que tienen, que todos tenemos, el deber de preparar para los que vienen detrás un mundo mejor para todos.

Por eso pensamos que las decisiones políticas, económicas y financieras han de conceder al sistema educativo su importante papel y prestar atención a los objetivos y a los medios de la educación. No olvidemos, como decía el poeta, que el niño es el futuro del hombre.

La educación tiene pues la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar sus talentos y capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal. Esto será así si lo enmarcamos dentro del concepto de educación durante toda la vida, en un sistema flexible que permita la diversidad de estudios, pasarelas entre diversos campos de enseñanza o entre una experiencia profesional y el regreso a la formación.

Si bien hay que aprovechar todas estas posibilidades de aprender y perfeccionarse, no es menos cierto que para poder utilizar bien ese potencial la persona debe poseer todos los elementos de una educación básica de calidad. Más aún, es deseable que la escuela inculque más el gusto y el placer de aprender, la capacidad de aprender a aprender.

Para ello, nada puede reemplazar al sistema formal de educación en que cada uno se inicia en las materias del conocimiento en sus diversas formas. Nada puede sustituir la relación de autoridad, pero también de diálogo, entre maestro y alumno. Todos los grandes pensadores clásicos que han estudiado el problema de la educación lo han dicho y lo han repetido. Es el maestro quien ha de transmitir al alumno lo que la humanidad ha aprendido sobre sí misma y sobre la naturaleza, todo lo que ha creado e inventado de esencial.
 
¿Cómo seleccionar a los que han de cumplir con esta importante misión?

Aunque es muy diversa la situación psicológica y material de los docentes, es indispensable revalorizar su estatuto, la sociedad ha de reconocer al maestro y dotarle de la autoridad necesaria y de los adecuados medios de trabajo, para poder atraer hacia esta profesión a personas con una gran  vocación por educar.

Hemos trasladado esta cuestión a personas relacionadas con la educación, en diferentes ámbitos y niveles, y esto es lo que  han opinado:

"Los maestros deben de recuperar su esencia. Deberían ser reconocidos por la sociedad y especialmente por los chic@s y sus familias. Y recuperar su papel no de maestros de curriculum sino de la vida. Su formación debería de partir de sus ganas por ser maestro, condición sine qua non, no deberían de ejercer." Anna Forés Miravalles, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, Vicedecana de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona.

"Como opinión diré que más que modificar el acceso a las titulaciones universitarias para ejercer la docencia, modificaría el sistema de formación destinado a aquellos que quieran ser docentes garantizando que estos, finalmente, sean competentes tanto en la gestión del conocimiento como en el trabajo con las personas. Para ello, apostaría por una enseñanza para docentes que se centrara en los siguientes elementos: cultura general, conocimiento pedagógico de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y conocimiento de su materia." Meritxell Mata, Coordinadora de Oposiciones a Cuerpos docentes de ADAMS.
 
"El nivel de formación de un docente debe ser muy alto. Pero la formación, muchas veces relacionada equivocadamente con el nivel de conocimientos, abarca un amplio abanico de posibilidades. Un docente no sólo debe tener conocimientos, debe saber transmitirlos; debe tener los recursos para poder abordar las difíciles situaciones que a veces se viven en el aula, y tiene que ser capaz de vivir esas situaciones sin que repercutan en su vida. Incluir en las distintas carreras universitarias la posibilidad de especializarse en Docencia, cursando asignaturas donde se aprendan las estrategias necesarias para abordar el proceso de enseñanza desde todos los ámbitos que comprende de una manera efectiva, se hace del todo imprescindible. Acompañando a la formación, debería existir un  exhaustivo criterio de selección, donde se garantice que el docente cuenta con las capacidades suficientes para poder guiar a sus futuros alumnos en su camino de aprendizaje, de la mejor forma posible. Finalmente, puesto que la función del profesor es clave para nuestra sociedad, incluir un periodo de prácticas que le permita aprender de otros miembros de la comunidad educativa más experimentados y completar así su formación, es indispensable para el buen ejercicio de la profesión. La educación es nuestro futuro, invirtamos en el presente para conseguir los mejores resultados mañana." Marga Torres, Profesora de Secundaria y Bachillerato.

Si nos situamos en el contexto de la educación durante toda la vida, a los docentes les concierne también el imperativo de actualizar conocimientos y competencias. Hay que organizar su vida profesional de tal forma que estén en condiciones, e incluso tengan la obligación, de perfeccionarse.

Los sistemas educativos deben responder a los múltiples retos que les lanza la sociedad de la información, en función siempre de un enriquecimiento continuo de los conocimientos y del ejercicio de una ciudadanía adaptada a las exigencias de nuestra época.

Ante una sociedad convulsa, con importantes retos y desafíos que resolver creemos que la educación es un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social.

¿En manos de quién la dejamos? De los que sepan mucho de su materia, de tecnologías de la información, de psicopedagogía, de didáctica;  de los que dominen varios idiomas, de los expertos en técnicas de motivación, de los mejores comunicadores ... Sí claro, también y, además, de los que tengan más vocación, de los que sientan pasión por educar; serán, sin duda, verdaderos "maestros". La educación estará con ellos en las mejores manos.
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