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Las competencias de los profesionales de la orientación

Artículo de opinión

En este monográfico queremos presentaros el proyecto piloto IMPROVE, una iniciativa europea llevada a cabo por empresas e instituciones de diferentes países, que tiene como objetivo desarrollar y poner a prueba directrices para el reconocimiento de competencias en los orientadores profesionales. Además, hemos recopilado la opinión de los expertos preguntándoles: ¿Cuáles son las competencias básicas que deberían tener los orientadores? ¡No te pierdas sus aportaciones!


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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb
La acreditación de competencias de los profesionales de la orientación es un tema candente que interesa a los expertos del sector. En un contexto de aprendizaje permanente, de mejora continua y partiendo de la voluntad de querer mejorar en el desempeño profesional, evaluar y acreditar competencias es necesario para los profesionales de la orientación académica y profesional.

Conscientes de esta necesidad, en Educaweb hemos planteado un monográfico sobre las competencias de los profesionales de la orientación. Por un lado, queremos presentaros el proyecto piloto IMPROVE, una iniciativa europea llevada a cabo por socios de diferentes países, que tiene como objetivo desarrollar y poner a prueba directrices para el reconocimiento de competencias en los orientadores profesionales.

Por el otro lado, hemos recopilado la opinión de los expertos preguntándoles: ¿Cuáles son las competencias básicas que deberían tener los orientadores actualmente? ¡No te pierdas sus aportaciones!

Competencias de los orientadores/as

Como en todos los sectores profesionales, los orientadores/as deben aplicar sus conocimientos, valores  y habilidades de forma integral en el ámbito laboral, social y personal. Por supuesto, nos referimos a las competencias, que permiten, no sólo aplicar la teoría aprendida, sino, ir más allá y ser capaz de enfrentarse a las situaciones cotidianas y a los nuevos retos.

Los expertos coinciden en señalar que existen diferentes tipos de competencias en este ámbito; además de las competencias relacionadas con el área profesional se requieren las actitudinales y transversales. ¿Cuáles son las conductas más eficaces del orientador/a? ¿Podemos clasificarlas? ¿Se tienen en cuenta las competencias que van más allá de las necesarias para el ejercicio profesional en la formación?

En primer lugar, cabe destacar que para el desarrollo de las funciones del orientador/a, es necesario que el profesional tenga una visión global en diversas disciplinas y sea polivalente. David Pérez Ruiz, del Área de Investigación y Proyectos de la Secretaría de Formación de UGT-CEC, identifica las competencias más destacadas clasificándolas en cuatro áreas:
  • Competencias Técnicas. Implica dominar la información sobre estudios y profesiones, así como base teórica aprendida a lo largo del proceso formativo: estudios, conocimientos en mercado de trabajo, autoempleo, legislación, evaluación y diagnóstico, recursos, TIC, etc.
  • Competencias Profesionales. Son aquellas relacionadas con la aplicación práctica de la formación adquirida: Planificación y organización, gestión de la información, investigación y prospección, diseño e implementación de contenido y estrategias para el desarrollo profesional y la búsqueda de empleo, etc.
  • Competencias Sociales. En este bloque se incluirían las competencias necesarias para interactuar: Comunicación, trabajo en equipo, negociación, etc.
  • Competencias Personales. Por último, se incluyen las competencias que permiten al orientador avanzar en su desarrollo profesional: Habilidades sociales, resolución de problemas, aprendizaje permanente, toma de decisiones, creatividad, resistencia, a la tensión, capacidad de síntesis, etc.
¿Cómo se adquieren estas competencias citadas? Julio González Bello, profesor Emérito del Departamento de Orientación de la Universidad de Carabobo (Venezuela), considera que, hasta ahora, la mayoría de programas de formación sólo han tenido en cuenta las competencias técnicas. Por eso, desde su punto de vista, en lugar de enumerar un sinfín de competencias básicas para los orientadores/as, considera que se debería simplificar y centrarse en una sola competencia básica que deben poseer los profesionales de la Orientación: actuar con idoneidad en la búsqueda de la formación humana integral con el mayor sentido de responsabilidad, tanto  personal como social.

Para Lourdes Villardón, Catedrática de Didáctica y Desarrollo Curricular de la Facultad de Psicología y Educación Universidad de Deusto, las competencias de los orientadores deben ir encaminadas hacia la adaptación a un futuro incierto. Hoy en día, los profesionales tienen la difícil tarea de orientar a personas con un futuro incierto, desconocido e impredecible. Por eso, considera que la orientación debe cambiar el enfoque y hacer una transición. Ya no se trata de informar y asesorar entre las distintas opciones, sino de ayudar a las personas a convertirse en ciudadanos autónomos, equilibrados y sanos, capaces de responder a las necesidades de un mundo profesional y social cambiante.

Evaluación de competencias: proyecto IMPROVE

Desde hace tiempo, organismos como la AIOEP trabajan en el desarrollo y la definición de las competencias que los orientadores necesitan para proporcionar servicios de orientación educativa y profesional de calidad, a nivel internacional. La definición es compleja, por eso, queremos mostraros la iniciativa de acreditación IMPROVE.

IMPROVE es un proyecto internacional cofinanciado por la Comisión Europea dentro del Programa del Aprendizaje Permanente, Grundtvig. El proyecto IMPROVE tiene el objetivo de desarrollar y poner a prueba directrices para el reconocimiento de competencias en los orientadores profesionales. Hasta el momento, el proyecto ha generado un Estudio sobre los marcos existentes para la validación de competencias de los orientadores profesionales,  redactado las Directrices IMPROVE para la validación de competencias de personas en el lugar de trabajo y se ha realizado una prueba piloto, en la cual han participado 140 profesionales de los países colaboradores del proyecto (España, Italia, Alemania, Rumania, Grecia y República Checa).

Aunque todavía no se pueden presentar las conclusiones definitivas, la prueba piloto realizada en España ofrece datos interesantes: por un lado, más del 60% de los profesionales encuestados consideran que existen aspectos de su ejercicio profesional que podrían mejorarse, como por ejemplo en el marco teórico que sustenta su actividad práctica. En este sentido, las evaluadoras han constatado que uno de los puntos débiles es la identificación de teorías y autores concretos en los que basar su práctica.

Este aspecto es común en otros de los países participantes. Tal y como muestra Speranta Tibu, coordinadora del proyecto IMPROVE en Rumanía, el marco teórico no está claro o no se encuentra explícito en los profesionales. En el proyecto piloto en Rumanía, como aquí, las cuestiones relacionadas con las teorías y los autores fueron las más difíciles de responder. Para Speranta Tibu, fue realmente sorprendente descubrir que a veces los profesionales no recuerdan los nombres y las teorías que existen detrás de las herramientas y los enfoques que utilizan.

Aunque Leonardo Evangelista, coordinador del proyecto en Italia, reconoce que no sólo se necesita que los orientadores conozcan las teorías y los autores, sino más bien que sean capaces de reflexionar sobre su práctica, extraer de ella los principios a seguir, mejorarlos si es necesario e inspirar estos principios en las actividades futuras.

Así pues, parece evidente que además de la definición y acreditación de la competencias de los orientadores/as, es necesario replantear la formación inicial y continua y dar presencia a la teoría para hacerla más evidente en la práctica profesional.

Si os interesa este tema, os animamos a seguir informados sobre el Proyecto IMPROVE.
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