Aparte del compromiso y acuerdo de todas las instituciones implicadas, así como las directrices y congresos europeos al respecto hay que destacar, que debemos desterrar el papel de la Escuela para educar. La Escuela está para enseñar, la educación debe aportarse en otros ámbitos: padres, familia...
Esto pasa por recuperar valores, eliminados en nuestra sociedad y volver a:
- Cultura del esfuerzo.
- Disciplina.
- Autoridad de los profesores.
Es necesaria una formación adecuada también de los docentes, un cambio en las metodologías y mayor coordinación entre los docentes de un mismo curso. Superar una oposición para ser profesor/a no garantiza el conocimiento de las temáticas a impartir posteriormente.
Se han rechazado modelos de enseñanza que están probados y aprobados, pues garantizaban el éxito y se ha pasado a posponer el aprendizaje, por ejemplo, de leer, a que esto surja de manera espontánea en el niño/a una vez alcanzada cierta madurez. Me gustaría recordar que los milagros no existen y que los conocimientos nunca se han adquirido de manera espontánea. También se les obliga a elegir, diferentes itinerarios formativos o disciplinas a una temprana edad, en la que no tienen claro lo que deben aprender o bien eligen sus responsables (padres) por ellos, eligiendo en ocasiones contenidos anecdóticos que no facilitan la madurez cultural y educativa de los escolares.
El profesorado en ejercicio, debe hacer hincapié en la constante actualización de conocimientos y en las técnicas de transmisión de esos conocimientos, que casi siempre son vitales para que los/as alumnos/as adquieran de verdad los conocimientos.
Habría que aligerar la excesiva y abrumadora legislación educativa que complica la flexibilidad para modificar conductas en instituciones, docentes y como no en alumnos.
Nuestras Escuelas, Colegios e Institutos, se han convertido en centros de recogida y custodia de menores, en definitiva, sustitutivos de los padres. Deben volver a sus objetivos iniciales y el primero, no lo olvidemos es enseñar.
Como País, se deben unificar criterios y que el Estado se haga cargo de las competencias en materia de enseñanza en pos de un sistema de Enseñanza Común y no muchos sistemas diferentes en función de la Comunidad en la que se reside, que posteriormente, puede dificultar y mucho la movilidad de los estudiantes.
Nada cambiará si no abordamos una evaluación y mejora de la calidad desde las primeras etapas formativas hasta las últimas. El aprendizaje se inicia a edades muy tempranas y de su calidad dependerá sin duda, el abandono o no de nuestros estudiantes o su afán por seguir aprendiendo y mejorando en conocimientos, incluso una vez que superan la etapa formativa obligatoria.
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