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La adopción del enfoque constructivista para evitar el fracaso escolar

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Elsa Peña-Suárez. Beca de investigación predoctoral. Universidad de Oviedo
Antes de exponer la importancia de la práctica docente en la prevención del fracaso escolar, considero que es necesario determinar la cara inversa y positiva del fracaso escolar como es el éxito escolar. Para la conceptualización del éxito escolar, es necesario hacer referencia a los informes PISA elaborados por la OCDE, según los cuales el éxito del sistema educativo de un país se mide en la adquisición de competencias por parte de su alumnado. Una competencia, entendida por la OCDE, es la capacidad de utilizar conocimientos aprendidos a situaciones de la vida real  que deberían poseer todos los jóvenes a los quince años, cuando finalizan o están a punto de finalizar la educación obligatoria. El éxito de los sistemas educativos, tal y como lo define dicha organización, tiene como finalidad la adquisición de unos conocimientos, habilidades, capacidades y otros atributos por parte del alumnado, para que influyan de forma significativa en el bienestar personal, social y económico de un país. Por tanto, este éxito repercute en la sociedad en general, porque previamente lo ha impulsado a través de políticas que se llevan a cabo en los propios centros educativos y a través de distintos agentes como familias, grupo de pares y docentes.

De igual forma ocurre con el fracaso escolar, este fracaso no es sólo un fracaso del estudiante sino que, también, es un fracaso del sistema educativo, de la familia y del docente y sus prácticas, dado que estos agentes no han podido ofrecer una respuesta eficaz  que evite tal situación.

Los siguientes párrafos se centrarán en dar a conocer la implicación que tiene la práctica docente  en prevenir un indicador claro del fracaso como es la  repetición de curso, por no poder alcanzar los mínimos exigibles para promocionar. Se pretende dar líneas de actuación para prevenir el desenganche de los estudiantes  a la educación, a través de pautas procedentes del enfoque constructivista.

Siguiendo el enfoque constructivista (Coll, 2010), la construcción del conocimiento escolar es una tarea que recae en el alumno, convirtiendo al docente en un mediador entre el destinatario de la acción educativa –los alumnos- y los conocimientos que pretende que aprendan. Sin embargo para que se logre un aprendizaje eficaz, el docente debe tener en cuenta que las experiencias educativas formales están condicionadas no sólo por el desarrollo cognitivo de  sus estudiantes, sino también, por los conocimientos previos e informales, así como por intereses, motivaciones, actitudes y expectativas que ha construido en el transcurso de sus experiencias previas de aprendizaje, tanto escolares como no escolares. De tal forma que es necesario que establezca una diferencia entre lo que el alumno es capaz de hacer y de aprender por sí mismo y lo que el alumno es capaz de hacer y aprender con la ayuda de otras personas. Por tanto la tarea del docente debe ser una ayuda constante, sostenida y ajustada a las características peculiares del alumno en su proceso de aprendizaje.

Por otra parte el propio contenido del aprendizaje debe ser significativo, tanto desde un punto de vista lógico y psicológico, dado que este nuevo contenido debe ser comprensible y estar estructurado para que el alumno se apropie o haga suya la nueva información. Así sólo cuando el estudiante  da un sentido a los nuevos contenidos, es cuando realmente  aumenta los componentes motivacionales, emocionales relacionados con el acto de aprendizaje. En este proceso de dotar al aprendizaje escolar de significatividad, cobra un especial interés la  funcionalidad, es decir, enseñar los contenidos en un contexto de aplicación a situaciones  reales de la vida.

Al mismo tiempo que construye significados y atribuye sentido a los contenidos escolares, el alumno aprende a situarse ante el conocimiento escolar, es decir, va construyendo una imagen de sí mismo como aprendiz, de su capacidad de aprendizaje y de sus recursos y limitaciones. En otras palabras va construyendo su autoconcepto académico, el cual es un condicionante y una consecuencia del éxito o fracaso académico.

En este contexto de construcción de significados el docente puede encontrar un aliado en el uso de las NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación) dado que, entre sus ventajas, constituyen una excelente herramienta para los docentes, ya que les permite organizar los contenidos de una forma  planificada y sistemática, como por ejemplo en entornos como moodle, exelearning, wikis, blogs etc; y para los alumnos el uso de las NTIC supone el aprendizaje en entorno novedoso y estimulantes.

Por tanto el éxito o fracaso escolar a nivel institucional está mediado por la labor del docente, el cual  se sitúa en un plano intermedio ente la actividad mental constructiva de sus alumnos y el conocimiento que determina una materia. De ahí que la figura del docente se vuelva fundamental, porque son sus prácticas las que pueden lograr el ajuste del alumnado a los objetivos de cada etapa educativa y, consecuentemente, evitar el fracaso a través de una atención a la diversidad de su alumnado, partiendo de los conocimientos previos, estructurando los nuevos contenidos para facilitar su aprendizaje, haciendo uso de las NTIC, mostrando la aplicabilidad de los contenidos impartidos y, en definitiva, creando entornos académicos estimulantes que eviten un fracaso y un desenganche escolar.

Referencias bibliográficas:

Coll, C. (2010). Constructivismo y educación: la concepción constructivista de la enseñanza y del aprendizaje. In C. C., P. J. & M. A. (Eds.), Desarrollo Psicológico y Educación. Psicología de la educación escolar (Vol. 2. Psicología de la educación escolar, pp. 157-185). Madrid: Alianza Editorial.

OCDE. (2006). PISA 2006. Marco de la evaluación. Conocimiento y habilidades en Ciencias, Matemáticas y Lectura. París: OCDE.



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