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La investigación-acción en la formación universitaria

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Lourdes Villardón Gallego. Profesora titular de la Facultad de Psicología y Educación. Universidad de Deusto (País Vasco)
Nadie se atreve a cuestionar que la investigación es una función sustancial de la profesión docente universitaria. Aunque no siempre el desempeño de esta tarea ha estado acompañado de posibilidades reales de llevarla a cabo ni de recursos para apoyarla, el profesor universitario ha tenido y tiene la responsabilidad de investigar en su área de especialidad, de actualizar los saberes y de generar conocimiento.

La docencia, por su parte, es la función definitoria de la profesión del profesor universitario, aunque no siempre el docente la ha vivido como central en su desempeño ni siempre ha estado formado para desempeñarla adecuadamente. Hasta no hace mucho, se consideraba que para enseñar era suficiente saber; se pensaba que transmitir información era suficiente para que el estudiante construyera conocimiento.

El desarrollo de competencias como finalidad de la formación lleva a un replanteamiento de la enseñanza, del diseño curricular, de las metodologías docentes y de la evaluación. Asimismo, lleva a un replanteamiento del aprendizaje, de los resultados y de los procesos.

Para desarrollar competencias, el alumno debe ser activo y debe reflexionar sobre su aprendizaje, siendo el docente quien debe provocar en el estudiante esta actividad y esta reflexión. Pero ¿saben los docentes favorecer el aprendizaje activo de los estudiantes? ¿Saben los docentes promover la reflexión en los estudiantes? ¿Qué tipo de formación necesitan?

Al igual que el aprendizaje del estudiante se basa en la actividad y en la reflexión, la formación del docente debe basarse en los mismo fundamentos, la actividad y la reflexión. De esta forma, puede aprender vivencialmente lo que pretende que aprenda el estudiante.

La investigación-acción es una propuesta formativa que permite un aprendizaje basado en la acción y en la reflexión. A través de la investigación sobre la acción y para la acción, el profesor reflexiona sobre su docencia, se plantea acciones para mejorarla, revisa las acciones llevadas a cabo y reflexiona nuevamente sobre el proceso y los resultados para volver a replantear la acción.

La utilización de esta metodología en la formación permite al profesor ser autónomo aprendiendo y establecer un procedimiento de mejora continua que impulse su desarrollo profesional. Además, a través de este enfoque, la formación parte de la propia experiencia docente, para dar respuesta a las necesidades y dificultades percibidas, con lo cual, lo aprendido tiene una aplicación directa en la realidad.

La investigación-acción aúna las dos funciones fundamentales del docente, la investigación y la docencia, ya que supone investigar sobre la propia práctica docente para mejorarla. Por tratarse de un tipo específico de investigación, debe cumplir criterios propios de esta actividad, tales como el rigor, la validez y la fiabilidad. Para llevar a cabo procesos de investigación-acción, por tanto, se debe recoger información a través de técnicas válidas y fiables, analizar dicha información de forma correcta e interpretarla basándose en evidencias contrastadas para evitar el sesgo.

La investigación sobre la acción incluye, en la segunda parte del binomio, la referida a la acción, una planificación sistemática, a la vez que flexible, de la docencia o de alguno de sus elementos. Se trata de llevar a cabo un plan de acción coherente con la finalidad, coordinado y factible, y no de una serie de acciones aisladas e improvisadas.

Investigar en la acción es, además, una metodología de aprendizaje que favorece la autonomía del estudiante. El docente formado en este enfoque puede promover que los estudiantes lleven a cabo procesos de investigación-acción sobre su aprendizaje, haciéndoles reflexionar sobre las estrategias que utilizan para aprender y llevándoles a plantear y a llevar a cabo acciones para mejorarlas en un proceso espiral de mejora continua. Con ello, el estudiante desarrolla la competencia para aprender, indispensable para el aprendizaje a lo largo de la vida.

La aplicación de la investigación-acción en la enseñanza conecta al estudiante con una reflexión basada en evidencias, con una autoevaluación basada en criterios, con la mejora continua, y con una planificación realista en un doble sentido: parte del análisis de la realidad y es factible, es decir, se puede llevar a cabo considerando el contexto y los recursos.

Así pues, la potencialidad formativa de la investigación-acción la hace recomendable en el ámbito universitario tanto en la formación del profesorado como en la del estudiante. El ejercicio de la investigación sobre y para la acción desarrolla la autonomía del profesor y le permite mejorar su enseñanza a lo largo de la vida. El ejercicio de la investigación sobre y para la acción desarrolla la autonomía del estudiante y le permite mejorar su aprendizaje a lo largo de la vida.

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