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Riesgos de las redes sociales

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Alfredo Álvarez Rivera. Profesor de Secundaria y Jefe del Departamento de Orientación en el IES Salvaterra de Miño en Pontevedra (Galiza)
- Sara, llevas una hora y media con el ordenador, ¡creo que ya es suficiente!
- Espera papá, que estoy acabando de reenviar a Mara unas fotos de Uxía en la piscina de su casa.

Mara y Uxía tienen nueve años, son compañeras de clase y amigas de mi hija Sara que tiene la misma edad. Navegan habitualmente por Internet y usan cotidianamente las redes sociales, como lo hacen ya el 70% de niños y niñas de entre los 6 y 9 años en nuestro país, según el estudio realizado por expertos en estudiar el uso de las tecnologías entre niños y adolescentes del Foro Generaciones Interactivas a lo largo del año 2009. Y esta proporción crece con la edad, llegando al 88% los españoles que tienen entre 10 y 18 años y utilizan las redes sociales e Internet. Otro dato, también interesante, es que el 42% de los niños europeos de seis años está en alguna red social, pese a tener prohibida la entrada a estas redes los menores de 14 años, según datos del Eurobarómetro.

Quizás gran parte de estos menores, como tampoco lo sabía mi hija Sara hace unos meses, conozcan lo que es el sexting. Un término que, básicamente, se explica como el envío de contenidos de tipo sexual (normalmente fotografías y videos) producidos generalmente por el propio remitente. Debido a su edad, es muy probable que tampoco entiendan que esta práctica del sexting implica distintos riesgos, por ejemplo de carácter psicológico y legal. Como en muchas de las ocasiones son menores de edad, será responsabilidad de los padres, madres, turores/as legales y, como no, del profesorado orientarles y advertirles de las posibles consecuencias no deseadas. Sí, efectivamente es una papeleta para los que tenemos una doble responsabilidad, somos padres y además educadores.

Por nuestra parte, sin llegar a realizar ningún estudio consistente, sí podemos constatar que la gran mayoría del alumnado de nuestro instituto rural dedica dos o tres horas cada día a la utilización de diversas redes sociales, siendo Tuenti la más utilizada seguida de Facebook. Ahora bien, ¿es consciente la comunidad educativa y nuestro alumnado, particularmente, de cuáles son los principales riesgos y peligros del uso de las distintas redes sociales? Sinceramente creemos que la respuesta es no.

En primer lugar, nosotros pensamos que simplemente el tiempo que nuestro alumnado le dedica a Internet, sobre todo a las redes sociales, y el momento en el que lo hacen ya es un primer riesgo en sí mismo, puesto que gran parte manifiesta que este uso de las redes sociales invade, a veces dramáticamente, tiempos necesarios para desarrollar otras actividades como leer, estudiar, hacer deportes o salir a la calle con la familia o las amistades.

Pero es que también hemos comprobado que los contenidos en los que focalizan su atención son muchas veces nocivos o, por lo menos, mal escogidos y, para colmo, esto se suele dar más cuanto más joven es la edad del alumnado. Sabemos que la red, el ciberespacio, está bien surtido de contenidos no adecuados para según que edades y que nuestro alumnado y sus padres y madres no suelen hacer uso de filtros para estos contenidos en función de las edades de los menores. Por desgracia, puede que tampoco gran parte del profesorado haga uso siempre de los filtros de contenidos como debiera por distintos motivos.

También hemos constatado como una parte de nuestro alumnado, quizá pequeña pero sin duda la más vulnerable, tiene un gran riesgo de establecer contactos con personas que pueden llegar a perjudicarles de una forma, algunas veces, grave. En la mayoría de las ocasiones, usando las redes sociales, contactarán con personas con buenas intenciones, incluso pueden que lleguen a hacer amigos y amigas. Pero, en otras ocasiones, se darán casos de grooming de menores en la red. Un fenómeno que podríamos traducir como engatusamiento y que hace referencia a las prácticas de ciertos adultos en las redes sociales para ganarse la confianza de un/una menor fingiendo cariño, empatía, etc pero con fines de satisfacción sexual. Normalmente querrán obtener imágenes de los/as menores desnudos/as o realizando actos sexuales pero, en algunas ocasiones, puede incluso estar relacionado con la pederastia y la pornografía infantil. El grooming es en algunas ocasiones, como ponen de manifiesto los medios de comunicación cada semana, la antesala de los abusos sexuales.

Para finalizar, no podemos dejar de señalar otro riesgo, probablemente el más extendido desde hace ya unos años, del que se están conociendo muchos casos, y que denominamos ciberbullying. Según el Estudio sobre hábitos seguros en el uso de las TIC por menores publicado por el INTECO (Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación) en marzo de 2009, el ciberbullying se define como acoso entre iguales en el entorno TIC e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de menores a otros menores. Así, estamos ante un caso de ciberbullying cuando menores atormentan, amenazan, hostigan, humillan o molestan a otros/as menores mediante Internet, teléfonos móviles, consolas u otras tecnologías. Un completo informe del equipo de investigación Educació i Ciutadania de la Universitat de Mallorca realizado con estudiantes de ESO de entre 13 y 16 años concluye que casi una cuarta parte de este alumnado, un 23,5%, ha sido insultado a través de Internet. Consideran, como ocurre en otros muchos informes europeos e internacionales, que el ciberbullying es el principal riesgo por número de casos, a día de hoy, que afrontan los menores en las redes sociales.

Volviendo al principio, y sin olvidar los muchísimos aspectos positivos que el uso de Internet tiene en nuestro ámbito educativo, la normativa vigente que hace referencia a luso las redes sociales exige que la entrada y el tratamiento de los datos de menores de 14 años deberá ser previamente autorizado por sus padres, madres o tutores legales. Si esto se cumpliese, deberían emplazar contundentemente a las distintas plataformas a que instalen sistemas que garanticen, de un modo eficaz, que se ha comprobado de forma totalmente efectiva la edad de las personas usuarias de las redes y la autenticidad del consentimiento dado por los padres o tutores legales de nuestro alumnado, es decir, de nuestros/as hijos/as. Es por ello que un altísimo porcentaje de centros educativos (nuestro instituto entre ellos) de todo el Estado están recibiendo apoyo institucional de los distintos gobiernos, central y autonómicos, siguiendo en este momento el II Plan Director Para la convivencia y la Mejora de la Seguridad Escolar. Esta ayuda se traduce, básicamente, en distintos expertos policiales y otros relacionados con la seguridad que imparten charlas en los centros de enseñanza no universitaria. Lógicamente intentan paliar y subsanar el desconocimiento, por parte de la comunidad educativa, de algunos de los riesgos antes señalados asociados, en muchas ocasiones, al mal uso e incluso abuso de Internet y las redes sociales por los menores así como las consecuencias legales que de esto se derivan.

Cada día somos más los que pensamos que la FORMACIÓN, sí con mayúsculas, de toda la comunidad educativa es el concepto clave. En muchas ocasiones esta formación será utilizando las redes sociales y sus grandes beneficios para el logro de este y otros objetivos. O es que, ¿alguien duda que si los padres, madres y profesorado somos capaces de tener criterios claros sobre qué hace el menor, con quien lo hace, cuándo, dónde y durante cuánto tiempo, estos y otros riesgos se reducen a la mínima expresión como, de hecho, ocurre en cualquier otro ámbito de la vida de nuestros hijos?

Pero, siempre hay un pero, la lentitud de los cambios en las administraciones y, particularmente, en las instituciones educativas es bastante grande y conocida por toda la sociedad. Lo ejemplifica Papert (1996) con la siguiente comparación. Imaginemos que hace un siglo hubiésemos congelado a un cirujano y a un maestro y hoy les devolviésemos a la vida. Probablemente el cirujano entraría al quirófano y no reconocería ni el lugar ni los instrumentos y estaría incapacitado para operar. Pero, ¿qué pasaría con el maestro? Papert señala que el profesor reconocería perfectamente las aulas y todavía encontraría tizas y una pizarra con las que empezar a dar sus clases.

Internet y las redes sociales van demasiado deprisa, no solo para las instituciones educativas sino para la sociedad en general. Con más de 550 millones de personas en Facebook, aproximadamente 65 millones en Twitter y 2000 millones de videos vistos cada día en YouTube, no nos puede extrañar que las redes sociales se hayan convertido en una parte fundamental de nuestras vidas y más, si cabe, en nuestro ámbito educativo. Pero... esto es sólo el principio.


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