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Las redes sociales en el contexto formativo del siglo XXI

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Rosa Cabedo Gallén. Doctorando del Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Politécnica de Madrid
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) no son tan solo una alternativa para conjugar tecnología y aprendizaje, sino una oportunidad para hacer llegar la educación a un amplio número de estudiantes en todo el mundo. Internet representa nuevas formas de informar y comunicar, y se ha convertido en un componente fundamental para la sociedad digital. La irrupción de Internet nos obliga a cambiar ciertos hábitos que también afectan al aprendizaje, que se encamina hacia su disponibilidad en cualquier momento y lugar, mediante cualquier dispositivo. Este escenario responde a la filosofía de la Web 2.0, donde la web es la plataforma que los usuarios utilizan para generar contenidos, compartir información y promover la cooperación.

Los entornos de aprendizaje a día de hoy abordan soluciones presenciales, virtuales (e-Learning), o bien una mezcla de ambos (b-Learning). La adopción de la solución final es el resultado del estudio de las características de la acción formativa conjuntamente con las propias de las diferentes alternativas. En unas ocasiones puede prevalecer la necesidad del componente presencial a lo largo de todo el proceso formativo, y en otras la posibilidad de flexibilizarlo ante responsabilidades familiares y/o profesionales. Determinados contenidos permiten un desarrollo completamente virtual del proceso de enseñanza-aprendizaje, incrementándose las alternativas a la hora de decidir la modalidad más adecuada. Por descontado, razones financieras, estratégicas o de personal disponibles también son determinantes cara a la decisión final.

Sin embargo, el paradigma del aprendizaje es mucho más complejo, al encontrarse tecnologías que a priori pueden ser incorporadas en cualquier modalidad formativa, como puede ser por ejemplo la tecnología wireless, en plena explosión a día de hoy, y que puede llegar a presentarse como Mobile Learning (m-Learning). La característica más próxima es la de, en la medida de lo posible, pretender integrar los procesos de aprendizaje en nuestra vida cotidiana. Muchas fronteras se difuminan ante los procesos de innovación emergentes actuales, tales como la división entre aprendizaje formal e informal, las nuevas tendencias formativas, las tecnologías sostenibles, etc. Por lo tanto, múltiples modalidades formativas se encuentran presentes en el escenario formativo actual en el que la gran variedad de recursos de aprendizaje a disposición de las acciones formativas en ocasiones entorpecen el objetivo final de éstas, que no es otro que el de enseñar.

Una nueva generación de estudiantes con un conjunto de habilidades y competencias esta llamando a las puertas de la formación, lo cual va a desembocar en el desarrollo de nuevos modelos pedagógicos y la implementación de estrategias más adecuadas. Por su parte, el perfil demandado por las empresas esta cambiando, ahora necesitan profesionales familiarizados con el nuevo modelo de Web Social, más colaborativa, participativa e interactiva.

Nuevas competencias son necesarias para la empleabilidad y el lifelong learning a través de nuevos procesos de evaluación centrados en la aplicación del conocimiento y no en la habilidad para recordarlo. Estas nuevas competencias representan un importante reto en cuanto a cómo se deberían gestionar para su integración en un aprendizaje en red y en una enseñanza distribuida ya que suponen un cambio en la forma en que los estudiantes aprenden.

La incorporación de las herramientas 2.0 conlleva un cambio de roles para afrontar la nueva situación que genera la adopción de nuevos modelos formativos. Esta transformación supone una nueva forma de enfrentarse al mundo por las nuevas posibilidades de acceso, generación y transformación de la información y el conocimiento.

Los docentes dejan de ser transmisores de información y actualmente se enfrentan al reto de ayudar a los alumnos a desarrollar competencias y estrategias para alcanzar los objetivos que plantea la educación en el siglo XXI. Estos se convierten en coachers, en orientadores y facilitadores del proceso de aprendizaje de los estudiantes. Los docentes son coordinadores y no controladores, su función no es monitorizar todas las actividades sino facilitar la consecución por parte de los estudiantes de los objetivos de las acciones formativas.

Con referencia a la adopción de la Web Social en el ámbito formativo, los docentes pueden motivar a los alumnos para que sean ellos mismos quienes alimenten la red y la hagan suya, adoptando de esta manera un papel innovador en el propio proceso formativo. Los docentes pueden guiar a los estudiantes hacia un uso responsable de las redes sociales que les ayude a desenvolverse dentro de los códigos de comportamiento adecuados en la sociedad del siglo XXI.

Las diferentes interacciones de los usuarios pueden derivar en la generación de espacios de interés paralelos a la propia acción formativa, los cuales deben apoyarse. Uno de los objetivos finales es la búsqueda de rendimientos crecientes de los alumnos, es decir, un efecto cascada en el que los éxitos de los alumnos motiven al grupo y permita un aprovechamiento creciente a lo largo de la acción formativa.

Todos los puntos citados anteriormente deben verse reflejados en aproximaciones pedagógicas que permitan su efectiva incorporación a los procesos de enseñanza-aprendizaje y que respondan a las necesidades de la sociedad actual, la ya conocida como sociedad digital. La sociedad del siglo XXI reclama modelos que afronten el futuro y en el que la tecnología, la red y las personas son las protagonistas.

Que duda cabe que no deben dejarse de lado las teorías de aprendizaje "clásicas", pero las nuevas tendencias en las que se encuentra presente la tecnología abren nuevas vías de investigación sobre las que queda un largo camino aún por recorrer. Dentro de esta tendencia cabe señalar la Teoría del Conectivismo, que afirma que el conocimiento puede residir en equipos no humanos y el aprendizaje puede facilitarse con el uso de la tecnología.

Las redes sociales generan una nueva forma de pensar y funcionar de sus usuarios, fomentan la multitarea, y borran las diferencias sociales, culturales y de edad. Las redes sociales agrupan a personas con unos intereses comunes y con deseos de interaccionar entre ellos. Esta filosofía puede trasladarse al ámbito educativo y a los procesos formativos. El sentimiento de comunidad puede ser un vehículo muy efectivo para el flujo de información, y resultar en un incremento de la cooperación entre sus miembros.

Las acciones formativas han sido las protagonistas de una explosión de herramientas sincrónicas y/o asincrónicas como pueden ser los blogs, las wikis, los foros, los mundos virtuales, social networking, social bookmarking, los podcasts, etc. Los blogs pueden llegar a generar una mayor motivación y responsabilidad en los estudiantes, así como permitir a los propios docentes establecer comunicación entre ellos, incluso llegar a convertirse en una herramienta 2.0 de compartición de conocimiento para la comunidad docente. A las wikis se las asocia a la construcción colaborativa de un proyecto de grupo en el cual el proceso de construcción del conocimiento avanza en la medida que lo hace el propio proyecto. Los foros favorecen el aprendizaje constructivista, el desarrollo de un sentimiento de pertenencia a una comunidad de aprendizaje, el aprendizaje colaborativo, la implicación del grupo para la realización de las tareas comunes, entre otros. Todas estas herramientas facilitan la interacción entre todos los usuarios, y se espera se conviertan en fuente de ideas innovadoras y de recursos casi ilimitados.

La incorporación de la filosofía Web 2.0 a la educación, a pesar de los múltiples riesgos y amenazas que conlleva su incorporación, puede llevar a convertirse en un futuro más o menos próximo en una alternativa real para la formación. El nuevo modelo Web 2.0 requiere de nuevas orientaciones de calidad, centradas en la satisfacción de las necesidades y expectativas de los verdaderos protagonistas de las acciones formativas, los estudiantes. Las Buenas Prácticas se pueden posicionar como una herramienta de calidad fundamental para profundizar en el estudio de una solución efectiva, eficiente y satisfactoria de las necesidades de las organizaciones formativas.

Como conclusión, puedo afirmar que la sociedad digital tiene, entre otros tantos retos, el de adecuar los entornos de aprendizaje a las nuevas necesidades que reclaman los ciudadanos. En la mayoría de los casos, una innovación profunda no requiere necesariamente de grandes despliegues tecnológicos sino saber abordar de manera adecuada la gestión del cambio de los aspectos conductuales y/o sociales que deben abordarse. Concretamente, la adecuación de la Web Social a la formación es apropiada siempre y cuando se potencien las competencias que se desean trabajar en las acciones formativas, y se posibilite un entorno favorable para el aprendizaje.


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