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El fracaso escolar: un problema permanente en la realidad educativa

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Javier Sánchez Mendías. Psicopedagogo (Andalucía)
Establecer una definición consensuada del término "fracaso escolar" es una tarea complicada. La utilización de esta expresión puede dar lugar a una imagen de alumnos "fracasados", los cuales no han logrado progresar adecuadamente durante sus años escolares, ni en sus conocimientos ni en su desarrollo personal y social.

Asimismo, se suele mostrar una visión negativa de este alumnado la cual va a incidir en su autoconcepto y en la seguridad en sí mismo para intentar mejorar en el futuro. Algo parecido ocurre cuando el fracaso se atribuye a la escuela porque no alcanza los objetivos esperados.

Para Marchesi (2003:25) el fracaso escolar supone:

"el conocimiento público de esta valoración lo que puede incrementar sus dificultades y alejar de ella a alumnos y familias que podrían contribuir a su mejora".


Del mismo modo, no podemos caer en el error de centrar el problema del fracaso escolar en el alumno y olvidarnos de la responsabilidad que tienen otros agentes e instituciones, así como de los entornos sociales y familiares, del sistema educativo o de la propia escuela, todos ellos factores que interactúan con él.

A pesar de esta ambigüedad, el término "fracaso escolar" está extendido ampliamente en todos los países y es mucho más sintético que otras expresiones como "alumnos con bajo rendimiento académico" o "alumnos que abandonan el sistema educativo sin la preparación suficiente", por lo que no es fácil modificarlo.

Desde la Unión Europea se ha apostado por lograr una sociedad del conocimiento, considerando que la lucha contra el fracaso escolar debía convertirse en una de sus prioridades principales. De hecho, los Ministros de Educación de todos los países miembros acordaron, en marzo de 2008, el objetivo de reducir el porcentaje de abandono escolar a un 10% antes del año 2010, algo que ha quedado en una mera utopía.

Entre los países de la Unión Europea (UE) que ya tenían que hacer enormes esfuerzos para reducir sus cifras de fracaso escolar destacaban tres –Malta, Portugal y España- donde las tasas eran preocupantes. En Malta la cifra alcanza un 41,2%, a pesar de una reducción muy importante en el último quinquenio, y en Portugal se registra un 38,6%. En España, la tasa de fracaso escolar es del 30,8%, lo que significa que duplicamos la media europea situada en el 15.2%.


Fuente: Eurostat, news release- nº 34/2008 de Marzo de 2008.

Asimismo, los últimos datos, presentados por el Ministerio de Educación español, el 27 de enero de 2010, basados en los informes elaborados por la UE a través de Eurostat, siguen situando a nuestro país como uno de los que padece una mayor tasa de abandono educativo.



Tal y como se ha expresado, inicialmente, la ambigüedad del término puede llevarnos a conclusiones erróneas. Todos estamos de acuerdo en que el fracaso escolar es uno de los problemas más graves que padecen los sistemas educativos en la actualidad. Este hecho ha motivado que aumente el interés de los organismos públicos por solucionar esta problemática y por trabajar en la búsqueda de las causas que lo originan. Por consiguiente, esta situación exige una reflexión global por parte de toda la comunidad educativa (instituciones, docentes y padres).

Desde mi perspectiva, el término fracaso escolar es aquel que debería aplicarse a los alumnos que al concluir su enseñanza obligatoria, o a lo largo de ella, no han logrado alcanzar los objetivos educativos que se habían propuesto inicialmente. Por lo tanto, el rendimiento académico obtenido ha estado por debajo del esperado.

No obstante, buscar una solución a un problema como este es, ante todo, una tarea compleja que conlleva una implicación individual y colectiva para ser superado. La dificultad para la resolución del fracaso escolar tiene su origen en que éste se ve afectado por causas muy diversas, las cuales hacen que tanto su diagnóstico como la búsqueda de soluciones se consideren un trabajo arduo.

En esta misma línea argumental, Castillo (2006:8), señala que:

"El fracaso escolar es una situación polivalente y especialmente compleja, y en el momento de la intervención hay que tener en cuenta variables diversas".

Por otro lado, el fracaso escolar no puede separarse de sus protagonistas, ya que según establece Bonal (2003:12-13):

"El proceso de maduración y construcción de la propia identidad, con las dificultades y contradicciones que les suponen es un elemento interpretativo definitivo a la hora de valorar el fracaso escolar como fenómeno tanto personal como sociológico".


Así pues, el fracaso escolar es un escenario que se sustenta sobre dos pilares básicos:

Características personales.

La cuales hacen referencia a los factores intrínsecos del sujeto. Dentro de este apartado podemos destacar la triangulación de las siguientes variables:

a) La adaptación y socialización en el aula.
b) La construcción de su autoconcepto.
c) El rendimiento académico.

Características Estructurales

Engloban todos aquellos factores que tienen influencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje y que son externos al estudiante. Las características más destacadas se recogen a continuación:

a) Centros educativos.
b) Contexto socio-económico.
c) Marco legislativo.

A pesar de que puedan establecerse diferentes clasificaciones sobre esta temática, Castillo (2006), especifica cinco tipologías de fracaso escolar muy concisas, las cuales se muestran a continuación:

1) Fracaso consultado, detectado y reconocido.
Los padres, profesores y orientadores son conscientes del hecho y están informados del mismo.

2) Fracaso psicopatológico individual.
Tiene su origen en el sujeto y no está influenciado por el contexto social ni por el entorno más inmediato.

3) Fracaso del alumno con recursos intelectuales dentro o por encima de la media.
Es manifestado en alumnos cuya capacidad intelectual no es proporcional a su rendimiento.

4) Fracaso producido por el desarrollo natural del alumno.
Viene motivado por la asunción de cambios de tipo evolutivo o de desarrollo que no tienen ninguna relación con problemas crónicos, discapacidades o problemas estructurales.

5) Fracaso originado en las etapas iniciales del aprendizaje.
Conviene diferenciar el momento educativo en el que surge el fracaso, es decir, la repercusión será diferente si un alumno fracasa en E. Primaria o en Bachillerato.

No cabe duda de que, todo lo expuesto anteriormente, nos sitúa frente a un problema que demanda una atención privilegiada de las instituciones y de la comunidad educativa y que debe comprometer a ambas en un proyecto común para conseguir una progresiva reducción de las elevadas tasas de fracaso escolar que existen en nuestro país.

Referencias bibliográficas:


-Bonal, J. y otros. (2003). Apropiaciones escolares. Barcelona: Octaedro.

-Castillo y Carbonell, M. (Coord.).(2006). Cómo evitar en fracaso escolar en secundaria. Recursos. Madrid: M.E.C - Narcea Ediciones.

-Marchesi, A. y Hernández, C. (Coords). (2003). El fracaso escolar. Una perspectiva internacional. Madrid: Alianza Editorial.




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